Conjuntos históricos de la provincia de Cáceres
La provincia de Cáceres es un enclave repleto de experiencias. Sin embargo son sus conjuntos históricos los que destacan por su importancia, conservación y belleza. Una sensación que va más allá de observar monumentos y que transporta al visitante siglos atrás en el tiempo. Pasear por sus caminos y calles es una experiencia para cualquiera que se pierda por sus rincones, con tranquilidad y atención. Dieciocho lugares destacan por sus conjunto históricos artísticos en la provincia, lugares donde disfrutar del pasado, la naturaleza y la gastronomía. Cáceres ofrece las virtudes del patrimonio cultural e histórico, el medio natural y rural y de sus vecinos amables y hospitalarios.
TRUJILLO
La magnífica Trujillo, denominada Turgalium por los romanos, siempre ha sido un referente histórico. En ella se encuentra la historia de los conquistadores, aquellos que durante el siglo XV y XVI convirtieron Trujillo en un referente arquitectónico por su revolución, fruto del enriquecimiento por el descubrimiento del nuevo mundo. Más de una decena de personajes clave en el descubrimiento de las Américas nacieron en la bella Trujillo y la convirtieron en una importante y poderosa villa señorial hasta hoy, encontrándose perfectamente conservada. La ciudad es la cuna de personajes tan relevantes para la historia como Francisco Pizarro, Alonso de Sotomayor o Francisco de Orellana.
La primitiva plaza del Arrabal se encuentra ubicada entre la muralla de la ciudad y los barrios judíos y musulmanes. Con su trazado irregular y sus diferentes niveles, en ella se montaba el mercado central y se celebraban espectáculos sociales y culturales. En el siglo XVI comienza su revolución para convertirse en una plaza renacentista en la que los nobles edificaron sus casas palaciegas convirtiéndose en un espacio arquitectónico de gran belleza y monumentalidad.
Dejando a la izquierda la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, se divisa la iglesia de san Martín. Su construcción data del siglo XIV y tiene un aspecto sobrio y austero. Fue culminada en el siglo XVI y durante algún tiempo fue lugar de reunión del concejo de Trujillo, dándole así un carácter más popular. En la misma calle se encuentra el Palacio de los Marqueses de Santa Marta, que alberga en su interior un curioso aljibe, el Museo del Traje y el Centro de Interpretación Torre Alfiler. En el cerro conocido como “Cabeza de Zorro” se yergue el castillo.
La Iglesia de Santa María la Mayor fue levantada en el lugar donde se encontraba la antigua mezquita tras la reconquista de la ciudad por las tropas cristianas. Su estilo es tardorrománico, aunque fue restaurada durante el siglo XVI. Se trata sin duda del edificio más importante de la ciudad, sobre todo por su impresionante torre campanario. Su interior es visitable y resulta de especial interés el retablo mayor en el que se reproduce la Pasión de Jesús.
Trujillo actualmente mantiene tres alcázares: el de los Altamirano, Bejarano y Chaves. El primero también es conocido como Alcazarejo. Se trata de una edificación defensiva que data del siglo XIII. Tiene dos torres desmochadas entre las que se encuentra un escudo de la familia Altamirano. Del Alcázar de los Bejaranos sólo se conservan restos de las dos torres. Incrustado en la muralla y protegiendo el acceso a la alcazaba por la puerta de Santiago se encuentra el alcázar de Luis de Chaves el Viejo. En él residieron largas temporadas, hasta en cinco ocasiones, los Reyes Católicos.
Próximo al alcázar de los Altamiranos se encuentra uno de los lugares más admirados del conjunto histórico, la alberca. Se trata de un aljibe califal de once metros de profundidad construido en el siglo XII diseñado como depósito de aguas. En sus aledaños también se encuentra el Palacio del Altamirano. La calle Altamirano desciende hasta la Plaza de Santiago, lugar en el que se encuentra la iglesia y la puerta que reciben el mismo nombre. Las murallas que protegen la villa son musulmanas y se disponen de forma irregular para adaptarse a las distintas elevaciones del terreno. Son cinco las puertas que dan acceso a la villa medieval, entre ellas la Puerta de Santiago; cruzarla lleva a la Cuesta de la Sangre que regresa nuevamente hasta la Plaza Mayor.
GUADALUPE
Guadalupe es algo más que un monasterio, aunque éste sea el motivo de que cientos de personas peregrinen cada año hasta este bello lugar enclavado en la Sierra de las Villuercas. Se trata de una puebla marcada por la figura de la Virgen y su leyenda. Sin embargo, Guadalupe cuenta con un fabuloso legado patrimonial cultivado entre los siglos XV y XVI. Arcos medievales, plazas históricas, preciosas calles engalanadas con macetas y varios hospitales además de la iglesia parroquial de la santísima Trinidad convierten la visita a en toda una experiencia.
El primer lugar en el que todo visitante aterriza al llegar a esta preciosa localidad es la Plaza de Santa María, lugar en el que el Monasterio se levanta glorioso. Sin embargo, es imprescindible a indagar en su historia, atendiendo al patrimonio catalogado como Conjunto Histórico Artístico en 1943.
Dentro del casco histórico, que antaño se encontraba amurallado, los cinco arcos medievales que actualmente quedan en pie componen un perímetro invisible que protege la villa, como antiguamente lo hacía su muralla de sólidos sillares. El arco del Chorro, construido en el siglo XVI, era una de las puertas de acceso al recinto defensivo del monasterio. Prueba de ello son los restos de las almenas que se encuentran en su cara exterior. Un poco más abajo, se encuentra el Arco del Tinte que recibe su nombre porque daba acceso a las antiguas fábricas de tinte, uno de los gremios que existían en la puebla. Su influencia es mudéjar y parece ser que se conserva intacto desde su construcción.
La siguiente parada es la Fuente del Ángel. Su nombre se debe a la figura que se encuentra labrada en el caño del agua. El paseo permite disfrutar de la arquitectura popular, más concretamente de sus casas porticadas que se encuentran adornadas con macetas que son cuidadas con mimo por los vecinos. Desviándose del camino hacia el siguiente arco se divisa la casa del pastor Gil Cordero, descubridor según la leyenda, de la imagen de la Virgen Guadalupe y portador de su mensaje para la construcción de la primera ermita.
De vuelta a los arcos, el de las Eras da acceso a la calle Ruperto Cordero, considerada como la calle más bella de Guadalupe. Sus macetas y sus pilastras de sillería sostienen los soportales de las viviendas y la convierten en una de las estampas más características. Al final de la calle espera la fuente de sus tres Chorros.
La Plaza de Santa María es el centro neurálgico de Guadalupe y donde su imponente monasterio recibe a los peregrinos que, a diario, llegan a la localidad para admirar y venerar a la virgen de Guadalupe. El monasterio comenzó siendo una ermita en el siglo XIII hasta convertirse en la magnífica edificación actual. Fue priorato secular en los reinados de Alfonso XI y Enrique II de Castilla y en 1389 pasó a ser monasterio de la Orden de San Jerónimo. La desamortización de Mendizábal lo dejó en estado ruinoso y en 1903 la Orden de los Franciscanos hizo una importante labor de recuperación. El interior del Real Monasterio es una excepcional mezcla de estilos gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico en el que destaca la Iglesia gótica del siglo XV, el coro de la iglesia de estilo barroco, su imponente claustro mudéjar y su característico templete.
La calle Nueva de los Capellanes, en el norte de Guadalupe o la puebla alta, toma su nombre de las casas de los Capellanes. En su fachada puedo contemplar una preciosa galería mudéjar del siglo XV. Sorprende la multitud de hospitales que tienen su origen entre el siglo XIV y XVI. Su función era la de atender a peregrinos y enfermos. Actualmente se conserva el de san Juan Bautista (o de hombres) el Hospital Nuevo (o de mujeres), la Pasión y San Sebastián. En el hospital de San Juan se practicó por primera vez en España la cirugía y disección por cirujanos frailes y seglares.
VILLANUEVA DE LA VERA
La comarca de La Vera es afamada por sus gargantas y por su belleza natural, sin embargo, guarda celosa cinco conjuntos histórico-artísticos. Villanueva de la Vera es el primer destino. Se trata de una villa fundada a finales del siglo XII y, a través de sus monumentos y su arquitectura popular, traslada la belleza de la esencia rural.
Villanueva de la Vera no es lugar de artificios. Recibe silenciosa y guía al visitante a través de las regateras, canales de agua que se encuentran en el centro de las calles y que nerviosos las recorren hasta desembocar en los huertos. Visitar Villanueva es inspirador. Ya lo destacó Unamuno cuando escribió sobre su arquitectura “Las casas, de trabazón de madera, con sus aleros voladizos, sus salientes y entrantes, las líneas y contornos que a cada paso rompen el perfil de la calleja, dan la sensación de algo orgánico y no mecánico, de algo que se ha hecho por sí, no que lo haya hecho el hombre”. Recorrer sus calles, con su arquitectura popular tan cuidadosamente conservada, imprime cierto misterio que se transforma en respeto por su tradición rural.
La Plaza Aniceto Marinas es una belleza; pentagonal y porticada, refleja perfectamente el espíritu verato. En ella se encuentra el ayuntamiento, que se identifica fielmente con el resto de los edificios. La calle Real, una de las arterias principales, lleva hasta la iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Concepción.
La iglesia es de finales del siglo XVI y está construida con mampostería y sillería. En su portada principal se encuentran los escudos de los que fueron señores de la Villa desde el siglo XV: los Condes de Nieva, los Zúñiga y los Velasco. En 1643 el pueblo compró su independencia por 3.500 ducados. Este hecho influyó notablemente en la construcción de la iglesia ya que el municipio se quedó sin dinero y tuvo que conformarse con una iglesia algo más modesta y retrasar la construcción de la torre.
En los dinteles de varias casas aparecen inscripciones cristianas: Ave María o JHS (Jesús Hijo del Señor). Estaban relacionadas con la historia de los judíos en la zona de la Vera. La convivencia entre judíos y cristianos en la zona tuvo su esplendor durante los siglos XIII, XIV y XV. La población judía aumentaba y vivía en barrios independientes, llamados juderías, situados dentro de las aldeas, sobre todo a partir de 1480 cuando se les prohibió vivir junto a los cristianos. La convivencia se deterioró a finales del siglo XIV cuando los reyes comienzan a limitar sus privilegios. En La Vera la motivación contra la comunidad sefardí era fundamentalmente económica y religiosa. Es por esta razón por la que, en muchos de los dinteles de las puertas de Villanueva de la Vera, aún se pueden ver numerosos grabados con cruces; el símbolo IHS o JHS o frases como “AVE MARÍA PURÍSIMA” que tendrían la intencionalidad de mostrar a los demás la
pureza de sangre de la familia que allí residía.
VALVERDE DE LA VERA
Valverde de la Vera cuenta con el encanto tradicional verato. Sus calles empedradas y su arquitectura, similar en características y en materiales a la de Villanueva de la Vera, narran la historia de una villa que alcanzó su gloria y esplendor entre los siglos XII y XV. Creo que su conjunto histórico es algo más que su patrimonio. Su entorno y su conjunto rural lo convierten en merecedor del título que ostenta desde los años 70.
La primera parada es el conjunto monumental que componen el castillo y la iglesia parroquial. El casco urbano de Valverde de la Vera se asemeja a una cruz, por sus cuatro encrucijadas fundamentales. Estas son la plaza de España, auténtico foco de la vida del lugar, la fuente de los Cuatro Caños, la plaza de la Iglesia y la Plaza del Rollo-Picota. Prácticamente a los pies de la travesía se encuentra el conjunto que forman el castillo de los condes de Nieva y la iglesia parroquial de las Fuentes Claras. El castillo y la iglesia comparten estructura, torres y muros.
La absorción del Castillo por parte de la Iglesia provocó que en el siglo XV se construyera otra fortaleza situada en la zona oeste del anterior. Su planta en este caso es rectangular y cuenta con unos cubos sobre las esquinas y una robusta Torre del Homenaje que es el monumento que puede divisarse desde la carretera. El lugar en el que se encuentra actualmente el castillo estaba ocupado por una fortificación anterior de origen árabe y una mezquita. Por esta razón, al construirse la fortaleza y cristianizarse se introdujo la estatua de la Virgen de las Fuentes Claras. En los muros derruidos todavía pueden verse dos ventanas de construcción árabe.
La Plaza de España conserva el encanto tradicional de las balconadas veratas. Se trata de una plaza colorida, adornada por las banderas que identifican el consistorio y en constante ebullición. Desde allí, tomando la calle Real, encontramos la Plaza de la Picota, un lugar que narra los orígenes documentados de la villa. En el año 1309 Sancho IV El Bravo cedía la administración del pueblo a don Nuño Pérez de Monroy, natural de Plasencia. Lo primero que hizo el nuevo señor fue conseguir el privilegio del rey para construir una picota en la que exhibir los restos de los ajusticiados. Sin duda, una contundente forma de anunciar la firmeza con la que pensaba aplicar su autoridad. La picota conserva aún las cadenas con las que los ajusticiados eran amarrados a ella.
CUACOS DE YUSTE
Cuacos de Yuste se encuentra marcada históricamente por ser el lugar de descanso imperial de Carlos V. Sin embargo, sus calles y su patrimonio, fueron declarados paraje pintoresco en el año 1959 y con posterioridad catalogados como conjunto histórico artístico. Cuacos alberga el encanto de las callejuelas que serpentean entre plazas coronadas por fuentes de agua clara y limpia que proviene de la sierra. Una localidad inconfundible no solo por su historia, que la convierte en única, sino por la belleza y la singularidad de sus rincones.
La Plaza Don Juan de Austria se puede definir como un teatro al aire libre con su graderío y escenario rodeado de soportales y casas señoriales, en cuyo interior se ha fraguado la historia. La historia del noble se escribe en esta plaza que lleva su nombre. El que fuera héroe de Lepanto y gobernador de los Países Bajos españoles corrió jugando con otros niños durante su infancia en la villa. La plaza cuenta con una singularidad aún mayor que su graderío y escenario. Se encuentra construida sobre una enorme roca de la que surge una fuente llamada “Fuente de la Higuera” que debe su nombre a la higuera que brota de la propia roca.
Por su parte la Plaza de España, se trata de una de las más grandes que podemos contemplar en la comarca. Mantiene una arquitectura característica de La Vera. Se encuentra porticada y cuenta también con una fuente. Algunos de los pilares que sustentan los pórticos de la plaza tienen historia ya que provienen del monasterio de Yuste y fueron traídos durante la desamortización de Mendizábal.
Algunas casas nobles de la calla Teodoro Perianes guardan un asombroso parecido con la arquitectura flamenca. Llama la atención la casa de Rafael Castaño, un escribano del siglo XVI. Se trata de una casa señorial, con fachada típica de la época. Especial interés merecen las ventanas con arcos de piedra. Algunas de las fachadas colindantes se encuentran pintadas, característica que identifica a las casas de Flandes.
Carlos V dejó, con su decisión de retirarse en Cuacos de Yuste, una huella imborrable en esta pequeña aldea del norte de la provincia de Cáceres. Su decisión supuso otorgar al Monasterio de los Jerónimos un papel en la historia universal, dando cobijo al gobernante más poderoso de su época. Por esta razón, y a pesar de que el monasterio y el Palacio de Carlos V no se encuentran dentro del casco histórico, merece una consideración especial.
Entre el monasterio y la villa se encuentra aislado de cualquier otra construcción un cementerio alemán. Su presencia en la zona me supone una incógnita hasta que se observa la placa conmemorativa que me recibe al acceder al lugar. 26 soldados de la 1ª Guerra Mundial y 154 de la 2ª encuentran reposo en este lugar rodeado de agua y naturaleza. Inaugurado en el año 1983 por la embajada Alemana, pretendía dar sepultura a los germanos abatidos en territorio español. Desde un pequeño mirador se ven las cruces de granito oscuro, iguales en tamaño y forma. Un homenaje a los caídos que la embajada alemana rememora cada año en una ceremonia el segundo sábado de noviembre.
PASARÓN DE LA VERA
La leyenda de amor entre Magdalena Manrique de Lara y Don Juan de Austria – Jeromín en aquella época – durante el verano de 1585, tiene como escenario el palacio de arquitectura renacentista de los Condes de Osorno. Una leyenda une a estos dos jóvenes en uno de los palacios más singulares y mejor conservados de la comarca.
En la Plaza de España de bella arquitectura popular verata llaman la atención las cabezas de incas que coronan la picota. Sin embargo, la plaza alberga un tesoro mayor asociado a orígenes mucho más remotos. La plaza guarda con celo el legado de su pasado celta y romano. Sus paredes son un pequeño museo arqueológico al aire libre con restos romanos y vettones. La gran mayoría proceden de las ruinas de la ermita de San Pedro, construida a su vez sobre ruinas de un santuario dedicado a Júpiter, que a su vez se erigiría muy probablemente sobre un lugar de culto vettón.
El Palacio de los Condes de Osorno, parte de un antiguo caserón de caza de la familia Álvarez de Toledo (Condes de Alba) del S.XIV, posteriormente convertida en palacio residencial por el III Conde de Osorno D. Garci Fernández Manrique de Lara y su mujer María de Luna en el SXVI.
Manrique de Lara fue una de las figuras más relevantes entre la nobleza del siglo XVI. Contó con el favor y la amistad de Carlos V. Presidente de la Orden de Santiago y de la Orden de Indias, fue mano derecha del emperador, a quien se cree que acompañó en su coronación a Italia donde trajo influencias renacentistas que aplicó en el Palacio.
La Iglesia del Salvador SXIV, sobria por fuera, pero es, sin embargo, en el interior donde encuentro el verdadero tesoro del templo. Destaca sobre el resto de los elementos el retablo mayor, de estilo barroco en el que se distinguen las características formas vegetales y estilos geométricos. La curiosidad se centra sobre todo en el conocido como hueso de San Cosundo, un fémur de uno de los diez mil mártires de Roma. En su hornacina puede leerse “Esta es una canilla de uno de los XV Mártires. Fue traída de Roma por Francisco de Monfor”. No pasa desapercibido su órgano barroco recién restaurado, y fuera, a unos diez metros, su torre exenta.
El Museo Pecharromán se encuentra ubicado en una casona de tres plantas y bodega, construida en el siglo XVI en madera y piedra, fiel representación por tanto de la arquitectura popular de la comarca. Su construcción y mantenimiento se deben al tesón del polifacético artista Ricardo Pecharromán, promotor cultural, pintor y mecenas del arte contemporáneo. El museo ocupa el espacio del que fuera en otros tiempos su estudio en Extremadura. Arte contemporáneo y tradición constructiva se dan la mano en su interior.
GARGANTA LA OLLA
Garganta la Olla, conocida en la antigüedad como AD FAUCES -entre gargantas-, se descubre como un paisaje embutido entre laderas y abierto hacia el sur por su profunda falla. Un lugar, que oculta decenas de secretos en cada esquina. En sus escritos, Miguel de Unamuno relataba que Garganta la Olla ocultaba algo en sus plazuelas celestinescas y sus rincones de austera y rara belleza donde “…se siente más cerca la intimidad en la sombra”. Y es que, mientras otros destinos exhiben pomposos sus grandes glorias, Garganta la Olla, de alguna forma las esconde, como si quisiera preservarlas para disfrutarlas como es debido.
Cuatro fachadas limitan el mayor espacio público de la localidad. Al girar hacia el este se encuentra el ayuntamiento, un edificio tradicional sostenido por columnas graníticas heredadas de la desaparecida ermita de san Martín. En el fondo del porche la conocida como “picota del suplicio”. Esta columna tenía una función represora que consistía en presentar al público a la persona que cometía algún delito, robos principalmente. Se ataba a la columna coronándola con el nombre del delincuente y la causa del delito. En el medio de la fachada noroeste está la calle Toril y, en ella la casa-museo de la Inquisición actualmente de propiedad particular.
El barrio de la huerta es un amplio espacio porticado sobre las edificaciones sostenidas por centenarias vigas de madera. Un lugar precioso y tradicional que parece trasladar, a modo de túnel del tiempo, hasta la edad media. En el 36 de la calle se situa la “Casa de los Carvajales” la única fachada que luce un escudo nobiliario. Este lugar está vinculado íntimamente con la estatua que se encuentra en el mirador, a la entrada de la localidad. De ser cierto que la verdadera o supuesta “Serrana de la Vera” fuese Luisa de Carvajal, esta sería la morada o “cueva” de la famosa y aguerrida montaraza.
Cuenta la leyenda que la joven fue abandonada por su prometido, el sobrino del obispo de Plasencia. La carrera eclesiástica del joven se vio comprometida y decidió dejarla condenándola a la deshonra. La muchacha se exilió a la sierra vengando su deshonra y la de su familia secuestrando a cada hombre que se cruzara con ella, arrastrándolo a la cueva, para asesinarlo brutalmente después de tener relaciones con él. En conmemoración a las numerosas víctimas que dejó se erigió una cruz en lo alto de la torre. La Serrana fue ahorcada en 1550.
CABEZUELA DEL VALLE
La naturaleza y la arquitectura tradicional se entrelazan para tejer un entorno armonioso en Cabezuela del Valle. Se encuentra en la parte central del valle, rodeada por alta arboleda hecho que permite descubrirla poco a poco, como si se desperezase.
Cabezuela del Valle nació en la Edad Media como un pequeño núcleo de población llamado La Aldea. En los años siguientes el número de habitantes creció y la aldea se extendió hasta los límites del río Jerte. Los judíos descubrieron en ella un lugar agradable para vivir y levantaron una judería cuya ampliación fue autorizada por los Reyes Católicos. Sin embargo, no pudo ejecutarse puesto que en el año 1492 se decretó la expulsión de estos de la Península Ibérica. La comunidad judía de Cabezuela del Valle era autónoma y ejercía un fuerte poder económico.
Su casco histórico tiene una curiosa forma triangular, poco usual y se encuentra estructurado en torno a un eje central paralelo al río que está formado por la calle Puente, la plaza de Extremadura y la calle Hondón que alberga un curioso crucero. El mayor valor de la localidad reside en sus viviendas tradicionales y en sus balconadas de madera. En un primer vistazo puede parecer que su arquitectura tiende a asemejarse a edificaciones de otros conjuntos históricos, aunque no es así. Sus casas se encuentran encaladas y por esta razón la perspectiva de las casas, contrastando con el valle, ofrece un paisaje singular.
La calle Hondón alberga el Museo de la Cereza. El valle del Jerte es relevante por ser considerado uno de los lugares de mayor producción de cerezas a nivel nacional. Incluso cuenta con una denominación de origen protegida: la cereza del Jerte. Su museo es interesante por dentro y por fuera. El exterior conserva los elementos característicos de la arquitectura tradicional y el interior acerca la importancia de la cereza en el territorio y para sus habitantes.
La iglesia de San Miguel Arcángel ocupa el lugar de la que fuera la sinagoga de los hebreos. Para construirla, entre los siglos XVI y XVIII, se utilizaron también los materiales de ésta. La entrada principal se conoce como el “Portal Nuevo” e históricamente se estableció como lugar de reunión de alcaldes y vecinos.
Cabezuela del Valle es el centro administrativo de una comarca de excepcional belleza asociada a la cereza, es cierto, pero también se encuentra fuertemente vinculada a las gargantas naturales. Su agua corre libre desde la sierra y forma pozas de agua fría con pequeños rápidos que en verano son utilizados como piscinas naturales.
Una de las gargantas más bellas y espectaculares se encuentra entre Jerte y Cabezuela del Valle. Se trata de Los Pilones. Aunque se hace desear hasta poder llegar a contemplarlo y, para ello, es necesario llegar a pie por una ruta de unos tres kilómetros. El paisaje que forman naturaleza, piedra y agua merece la pena ser visto y, si es verano, ser disfrutado. Su agua es helada puesto que corre libre procedente de los deshielos de la sierra. Son grandes marmitas excavadas en la roca y creadas por la erosión del agua. En su bajada se han ido creando cerca de una docena de pequeñas piscinas naturales. Sin duda uno de los lugares más exóticos que ha creado la naturaleza.
HERVÁS
"En Hervás, judíos los más". No resulta extraño que este peculiar dicho se hiciera popular en Hervás puesto que cuenta con una de las juderías mejor conservadas de España. Aunque los judíos tuvieron un papel relevante en otros conjuntos históricos, es Hervás la que con más mimo ha preservado los vestigios de la cultura sefardí. Penetrar en ella es adentrarse en la vorágine de calles estrechas, empinadas y sin orden aparente; pero también es descubrir sus costumbres, su cultura y sobre todo la historia que les llevó en 1492 a abandonar la villa o a convertirse al cristianismo.
Maruxa, la hermosa hija de un rabino y Julián, joven cristiano de familia adinerada protagonizan una popular leyenda. El amor surge entre ambos desafiando los prejuicios y a sus padres con apasionados encuentros en este puente hasta que son descubiertos y delatados. La leyenda finaliza con la partida de Maruxa para salvar su vida, convirtiéndose en la judía errante.
La calle más estrecha de España apenas tiene medio metro de amplitud, es un angosto pasadizo, y discurre techada, bajo edificios. Se trata de la “Callejilla” y se encuentra entre los números 3 y 5 de la Calle del Rabilero. Es uno de los lugares más visitados y más fotografiados pero también es escenario de encuentros amorosos clandestinos.
La Iglesia/Castillo de santa María de Aguas Vivas mantiene la estructura defensiva original con la torre y el recinto amurallado que la rodea. El edificio de la iglesia propiamente dicho fue modificado a lo largo de los siglos XIII y XVII. Subir hasta el recinto de la iglesia tiene recompensa. Se trata del punto más alto y desde él se divisa Hervás y sus alrededores. Es un mirador perfecto desde el que se puede ver parte del valle del Ambroz así como los bosques y las montañas que rodean la localidad.
GRANADILLA
A pesar de ser un pueblo abandonado debido a su desalojo en el año 1964, Granadilla late más viva que nunca. La declaración como Conjunto Histórico en el año 1980 impulsó la rehabilitación del castillo y la muralla. Con posterioridad, ingresó en el programa de recuperación de pueblos abandonados y cada año es visitada por alumnos de diferentes partes de España para trabajar en su rehabilitación.
Durante el siglo IX los árabes decidieron fundar la ciudad aprovechando su ubicación estratégica, junto a la Vía de la Plata y construyeron sus murallas y una alcazaba. Su fin era militar puesto que se encuentra enclavada en una colina que permitía divisar a todo aquel que recorría la Vía. Inicialmente se la llamó Granada porque el perímetro original y el orden de las calles se asemejaba al fruto de la Granada. Tras la reconquista de la ciudad andaluza por parte de los Reyes Católicos en el año 1492 pasó a recibir su actual nombre para evitar confusiones.
Impresiona su magnífico castillo que parece custodiar las tierras de Granadilla. Se construyó en el siglo XV sobre la antigua alcazaba árabe y su estructura está formada por una torre central y cuatro torres semicirculares, una en cada lateral, circunstancia que lo convierte en una fortaleza de gran belleza y, por su forma, única en España. La muralla rodea completamente la población formando casi un círculo y cuenta con dos entradas aunque sólo se puede acceder a través de la que se encuentra colindante al castillo puesto que la otra, que se encuentra en el lado opuesto del pueblo, permanece siempre cerrada. Recorrerla completamente lleva unos 15 minuto.
La Plaza Mayor es el punto más alto de la villa, se encuentra en lo alto de la colina y el pueblo tiene una estructura radiocéntrica con respecto a ella que significa que las calles se construyen paralelamente de dentro a fuera. Granadilla se divide en dos partes claramente diferencias: el entorno de la plaza y a la entrada principal en la que se encuentran las viviendas restauradas, pintadas en vivos colores y que ofrecen un tono alegre a su paisaje rural y un segundo nivel que circunda a este primero. Se trata de las casas o edificios que todavía no han sido restaurados.
La rehabilitación de Granadilla generó una gran polémica y hubo división entre los defensores de devolver el pueblo a los vecinos y los partidarios de que se utilizara por estudiantes del programa de recuperación de pueblos abandonados.
PLASENCIA
Desde la lejanía, antes de entrar a la ciudad, se intuye el perfil inconfundible de las dos catedrales. Plasencia es una capital cosmopolita del norte de Cáceres, la ciudad más poblada y por ello, la más comercial y empresarial del norte de la provincia. Su plaza Mayor, lugar desde el que parto para recorrerla, es su centro neurálgico.
Se trata de una plaza porticada y presidida por el ayuntamiento y su torre renacentista. En ella se encuentra uno de los elementos más queridos por los placentinos, El Abuelo Mayorga, un campanero que lleva desde 1743 cantando las horas. Aunque ha sufrido distintas restauraciones e incluso fue destruido por los franceses, el pueblo de Plasencia siempre lo ha devuelto a su lugar, en lo alto de la torre desde donde vigila la plaza.
La Casa del Manjuli es otro de esos tesoros de la plaza Mayor. Es obra de Francisco Mirón y parece una casa de cuento. Se trata de un edificio relativamente actual puesto que se construyó en la primera mitad del siglo XX y se encuentra justo enfrente de la casa más estrecha de España. Curiosamente, y a pesar de ser una de las construcciones más peculiares y representativas de la ciudad no tiene ningún uso conocido.
La Plaza de la Catedral es uno de los lugares más imponentes de Plasencia. En ella se encuentran la Catedral Nueva y, en sus traseras, la Catedral Vieja. La Catedral Vieja de Plasencia fue construida durante la Edad Media en respuesta a la importancia que Plasencia cobró durante la reconquista. La catedral era, sin duda, una edificación de gran atractivo para las clases nobles que se asentaron en la ciudad buscando fortuna. La Catedral Nueva nació financiada por las riquezas venidas de las empresas americanas. La idea original no era que Plasencia contara con dos catedrales sino que la nueva sustituyera a la vieja que iba deteriorándose durante las obras. Sin embargo, el dinero se acabó, y por esa razón ambas catedrales se mantienen como se quedaron en el siglo XVIII tras un último intento por culminar la obra.
En la Plaza de San Nicolás se encuentra la iglesia que le da nombre a la plaza, la casa de las Dos Torres y la casa del Cardenal Bernardino de Carvajal. La plaza, de planta irregular y con una fuente en el centro, es uno de los lugares más bonitos y fotografiables de Plasencia. La iglesia de San Nicolás es uno de los templos más antiguos de la ciudad. Su estilo actual es gótico debido a su última rehabilitación en el siglo XV. Su fachada sur presenta un gran deterioro debido al terremoto que tuvo lugar en Lisboa. Presenta una gran grieta así como lo sellos de yeso que se utilizan para comprobar si dicha grieta se agranda y hace peligrar estructuralmente la iglesia o no.
La plaza de san Vicente Ferrer alberga varios edificios emblemáticos. Se trata de un lugar muy agradable, presidido por una fuente y flanqueado por el Parador Nacional de Turismo, el convento y la iglesia de santo Domingo, el museo de la Caza y el palacio del marquesado de Mirabel. El Palacio está anexado a la Iglesia y al Convento de Santo Domingo mediante un jardín colgante, abierto a la Plaza de San Nicolás y decorado con columnas y esculturas romanas procedentes de Cáparra y Mérida. La muralla, la joya que rodea la ciudad histórica de Plasencia, puede ser contemplada desde santa Lucía. Cuenta con 21 torres perfectamente conservadas y puede ser recorrida.
GALISTEO
Las murallas de Galisteo hablan de un pasado histórico y defensivo, probablemente de origen vetón, aunque no hay evidencias documentales de ello. Es, sin embargo, durante su colonización por los Almohades cuando goza de mayor esplendor patrimonial.
Dos etapas marcan la historia y el destino de Galisteo. Su periodo Almohade y la Edad Media en la que fue poblada por nobles y visitada por reyes por su situación estratégica. El origen de Galisteo es confuso. Cerca de su ubicación actual existió una estación romana de la Vía de la Plata llamada “Rusticiana” y es posible que sus moradores fundaran lo que luego fue Galisteo. También hay controversia sobre si Galisteo fue la Medina Ghaliayah empleada por Almanzor como una de las escalas en el año 997 de camino a Galicia. Su muralla puede calificarse como la más sorprendente de toda la Vía de la Plata sobre todo por su espléndida conservación y por su ubicación, situada en lo alto de una colina. Levantada entorno al siglo XIII, se utilizaron cantos y rollos de río, hecho que le proporciona un original aspecto.
El estilo de la iglesia de la Asunción viene definido por la heterogeneidad que ha ido adoptando a lo largo de su historia. Destaca sobre todos ellos la cabecera o ábside románico, de ladrillo, obra mudéjar cuyo sistema de arcadas ha quedado parcialmente oculto por encontrarse la sacristía adosada al ábside.
Desde prácticamente cualquier punto de intramuros puede divisarse la Torre de la Picota. Se trata de un castillo con un campanario rematado en punta por una pirámide octogonal que fue construida por los cristianos sobre los restos del antiguo alcázar. Prueba de ello es un escudo con media luna grabado en la piedra que se encuentra sobre el arco de la entrada. En la actualidad se le conoce como el Palacio de los Marqueses de Lara que procedieron a su rehabilitación y a su conversión en un edificio residencial.
ROBLEDILLO DE GATA
Sierra de Gata es un lugar marcado por sus profundos valles y estrechas gargantas. Abriga risueños pueblos y terrenos poblados de vides, higueras, naranjos y limoneros y, sobre todo, olivos. Sierra de Gata es un lugar virgen con un tesoro cultural y arquitectónico único. Su lengua, A Fala, se escucha y se lee en mayor o menor medida en todos sus pueblos.
Robledillo de Gata se descubre asomando tímidamente entre las laderas de la sierra de Gata. Su ubicación ha permitido que sobreviva intacta puesto que quedó como dormida, al margen de la historia. Y este hecho ha dejado una huella tan profunda en la villa que parece que, más que de piedra, está tejida de los usos y costumbres de sus habitantes.
Hay tres elementos que marcan su trazado: la plaza donde se sitúa el ayuntamiento, la iglesia que por su ubicación domina el municipio y el río que marca la dirección de sus vías principales. Su casco histórico tiene una forma alargada, semejante a un embudo, que se estrecha hacia el norte, camino de los montes que separaban Extremadura del reino de León. El trazado es sinuoso y con fuertes cuestas que me recuerdan permanentemente que Robledillo ha ocupado la falda de la montaña empeñándose en arrebatar, bancal a bancal terreno a la naturaleza más salvaje.
Alzando la vista pueden observarse grupos de casas de varias alturas construidas con los materiales característicos de la sierra: el adobe, la pizarra y la madera. En la planta baja de estas se encuentra la cuadra y la bodega. En la primera planta las alcobas puesto que, al estar entre dos plantas era una zona más cálida. Además, recogía el calor que desprendía el ganado. En la planta superior estaba la cocina y el secadero de los alimentos. Esta planta es el resultado de ampliar la casa por encima de la calle hasta la pared del vecino con grandes vigas de madera y por tanto, genera el efecto de balcones unidos entre casa y casa.
El río Árrago traza el perímetro del conjunto histórico de la localidad. El camino del río se encuentra camuflado entre puentes y soportales dignos de un maravilloso cuento. Un escondido lugar con un inconfundible aroma que permite disfrutar del armonioso sonido del discurrir del agua y de la naturaleza. Siguiendo su cauce, un bellísimo rincón aparece en el que admirar una bella cascada que se encuentra junto a la salida del molino del Medio.
El molino del Medio es una almazara de origen medieval construida entre los siglos XI y XII utilizada para prensar la cosecha de la aceituna de la zona y producir aceite. En la actualidad, el molino del Medio se ha convertido en el Museo del Aceite, iniciativa promovida por un vecino.
GATA
Sus orígenes son históricos puesto que, antes de ser villa fue nombrada catóbriga por los romanos y albaranes por los árabes. Sus contiendas a lo largo de los años y la importancia de la Orden de Alcántara en su evolución, la convierten en uno de los lugares más interesantes de la Sierra de Gata. Fue declarada conjunto histórico artístico en 1995.
La fuente del Chorro es uno de los elementos más característicos de la localidad. Se encuentra coronada por el escudo de Carlos V. Lo que más llama la atención es que el águila de este blasón mira hacia la izquierda. Esta simbología indica que la persona a la que representa el escudo es bastarda. Aunque no existen pruebas documentales se cree que el artesano picapedrero que ejecutó el escudo era un judío converso que quiso vengarse. Sin duda el edificio más importante de la localidad, al margen de la torre Almenara, es la iglesia parroquial de san Pedro que también está catalogada como bien de interés cultural. Es un edificio sólido y contundente, construido en piedra y sillería. Tanto la nave central como la torre.
Las crónicas locales constatan que el Rey Felipe II ayudó a los habitantes de Gata a levantar el templo, a pesar de los muchos gastos que le estaba ocasionando El Escorial. Indicios de ello podemos ver en el escudo del monarca, que se encuentra tallado con gran maestría en una piedra que está sobre la puerta norte y principal de la Iglesia. Otro detalle que da testimonio de este hecho es el balcón que se encuentra en el lateral del altar al que se accedía por una escalera, actualmente ciega. Tenía como función principal la de acoger a la familia real en sus visitas durante las celebraciones religiosas en el templo. Este balconcillo es similar al que se encuentra en El Escorial y al que mandó construir Carlos V, por recomendación de su hijo, en su retiro espiritual en el monasterio de Yuste.
La torre de la Almenara fue construida sobre el siglo XI. Es pentagonal y cuenta con gruesos muros de mampostería. En el acta de 1581 de los últimos visitadores de la Orden de Alcántara se destaca su magnífico aljibe que actualmente se encuentra en ruinas. Aún quedan restos del baluarte redondo situado delante de la puerta, al cual se subía por una escalera de cantería y desde este, mediante una escalera de mano, se accedía a la puerta de la torre, a modo de puente levadizo, con el fin de facilitar su aislamiento y seguridad para la defensa. La torre estaba rodeada de una muralla exterior.
A siete kilómetros de Gata, en una zona agreste y retirada, se encuentra el convento de Nuestra Señora de Medinaceli o del Hoyo que fue fundado por los religiosos que acompañaron a san Francisco cuando vino a España. Hundido en una estrecha y profunda garganta. Sus ruinas trasladan a un lugar mágico en el que el patrimonio y la naturaleza se funden creando un entorno monacal de quietud, el lugar soñado por los frailes.
CORIA
Numerosas son las culturas y las civilizaciones que decidieron asentarse en Coria. Sobre todo por su posición privilegiada, a los pies del Alagón, dominando la llanura. Su nombre original, Cauria, es de origen pre-romano. Su raíz “caur” significa piedra o lugar elevado y nos da muchas pistas acerca de la importancia que ha tenido, desde su fundación, su ubicación estratégica y la importancia de fortificarla para convertirla en inexpugnable. La muralla es considerada una de las mejores conservadas de Europa y fue levantada en el Alto Imperio Romano como elemento militar y defensivo. Contaba con 23 torres cuadradas y actualmente cuatro puertas dan acceso a ella.
El medievo ha tenido una gran importancia en la ciudad. Su huella puede hallarse en el estilo de los edificios que me acompañan durante el recorrido. Aunque Coria tuvo un pasado espléndido bajo el dominio musulmán su historia como ciudad se concentra en la reconquista definitiva de Alfonso VII donde se la declara como fuero y adquiere derechos plenos como ciudad.
El toro y Coria son un matrimonio indisoluble desde la época Vetona. Una tradición que anualmente se revive en las calles cuya orografía se adapta fielmente a esta ancestral tradición. Junto al ayuntamiento y al toro se encuentra la iglesia de Santiago, cuyas campanas repican cada diez minutos en la festividad de san Juan. Un poco más adelante, la alhóndiga, edificio de origen árabe que servía para almacenar el grano sobre el siglo XI y en el que se realizaban también transacciones de compraventa de cereales. Su interior alberga dos salas abovedadas y un aljibe.
El castillo fue mandado construir por el duque de Alba en el siglo XV ya que las tierras de Coria pertenecían a su señorío. Consiste en una torre del Homenaje de planta pentagonal que conjuga el carácter defensivo con un claro símbolo señorial. Delante se levanta una torrecilla de planta semicircular llamada Castillejo. Se remata el conjunto con almenas y una garita semicircular en cada cara.
Aunque la catedral, sin duda, es la protagonista absoluta por su grandeza arquitectónica, la plaza acoge dos residencias de los grandes núcleos de poder en la ciudad, el palacio de los duques de Alba que se encuentra frente a la puerta del Perdón (antiguo cementerio de la ciudad), y el palacio del Obispo, actualmente convertido en un lujoso hotel. La catedral está dedicada a santa María de la Asunción y situada en la parte sur de la ciudad. Sus obras, extendidas entre los siglos XV y XVIII la dotaron de una rica variedad de estilos arquitectónicos. Actualmente la puerta para acceder es la del Evangelio, lugar donde se encuentra una de las reliquias más veneradas: el mantel que usaron Jesús y sus discípulos en la última cena. La torre fue reconstruida tras su derrumbe por el terremoto de Lisboa. El interior es igual de cautivador que su fachada y está inundado de detalles curiosos. Por ejemplo, en el ala derecha solo encontraremos motivos femeninos mientras que, en el ala izquierda, solo predominarán los masculinos. Es un fenómeno que se repite durante toda la visita al templo.
BROZAS
Brozas forma un matrimonio indisoluble con la nobleza y los caballeros. Con testimonios que comienzan en la Prehistoria, continúan en la época romana, con restos bien conservados de la calzada romana “Vía da Estrela” que atraviesa la localidad, hasta desembocar en la Edad Media y Moderna, momentos de máximo esplendor histórico, en los que se construyen los principales monumentos de la villa, allá por el siglo XV. Su posición estratégica como nudo del oeste Extremeño ha ligado su historia a la de notables señores de Cáceres, Alcántara o Trujillo.
En la plaza Príncipe de Asturias se encuentra el ayuntamiento y su principal templo, santa María la Mayor. Sorprenden sus dimensiones para una población tan pequeña, pero sorprende aún más que no sea la única iglesia del municipio. Se trata de una de las iglesias de mayor tamaño de Extremadura.
Brozas cuenta con un papel relevante en la historia por ser la encomienda mayor de la militar Orden de Alcántara. Eso significa que dentro de los territorios controlados por la Orden, Brozas, junto con otras 36 localidades, conformaban una unidad administrativa independiente, circunstancia que suponía una ventaja para la nobleza que, en ella residía. El palacio de los Flores es el lugar en el que se cree que nació Nicolás de Ovando, gobernador de la isla de La Española. Este edificio, en origen renacentista pero reformado posteriormente, conserva una interesante rejería y varios escudos en su fachada. Tras el palacio, cruzando la esquina y yendo hacia el sur, me encuentro un castillo, el castillo-palacio de la encomienda mayor (siglos XIII-XVIII), conocido como “El Palacio”.
Fue residencia del comendador mayor y testigo de violentos conflictos bélicos, primero en la guerra civil de la orden alcantarina (siglo XV) y, después, en las continuas guerras de la Edad Moderna (restauración portuguesa, sucesión entre Felipe V y Carlos de Austria e independencia). Testigo de estos conflictos son los restos de muralla abaluartada que me encuentro en el recinto exterior de la fortaleza y la gran portada con los escudos de Felipe II como maestre de la Orden y del comendador Cristóbal de Moura. En el interior se construyeron varias dependencias palaciegas, como las caballerizas, los llamados cuarto viejo, con portadas góticas, y cuarto nuevo, donde se localiza el escudo de don Juan de Zúñiga, y el patio al que dan ambas estancias, del que se conservan dos alas, ambas porticadas con columnas toscanas. Destaca también en él la torre del Homenaje, fechada a principios del siglo XIV y que dispone de un aljibe en la parte inferior. En la actualidad este castillo es propiedad privada, aunque el acceso es libre a la parte exterior.
Junto con el Convento de las Comendadoras de Alcántara se encuentran otros dos de relevancia en la localidad. El convento de Nuestra Señora de la Luz que actualmente se conserva como hotel de categoría superior y el Convento Nuestra Señora de los Remedios cuyo estado de conservación es lamentable. Actualmente se usa como cuadra y vivienda privada. Brozas cuenta con numerosas ermitas dedicadas al culto. Algunas han desaparecido y otras cambiaron de uso tras la desamortización. La ermita del buen Jesús del Humilladero es una de las más significativas. Desgraciadamente fue expoliada y desaparecieron ciertas imágenes que se encontraban en su cubierta.
VALENCIA DE ALCÁNTARA
Rodeada por tres formaciones montañosas, esta localidad está situada dentro del parque natural Tajo Internacional. Fundada por los romanos (Valentia), quedó en manos de los visigodos hasta el siglo XIII. Su proximidad a Portugal marca los siglos siguientes hasta que la villa vive sus mejores momentos entre el XVI y el XVII, con la construcción de sus monumentos más representativos. El municipio cacereño posee el título de “muy noble, antigua y leal villa”. El hecho de colindar con Portugal le ha conferido desde su fundación una gran importancia histórica e incluso perteneció al reino de Portugal entre 1644 y 1668.
El convento de san Francisco es el primer punto que despierta interés y la causa está justificada. No sólo lo convierte en misterioso el continuo rumor que circula en la villa sobre la existencia de un túnel que lo comunica con el convento de santa Clara. San Francisco guarda un tesoro documental en su interior (desde el medievo) y numerosas anécdotas de personajes de cierta relevancia como Felipe V. Actualmente y desde la desamortización, pertenece a la familia Espartero, la cual sustenta el Ducado de la Victoria.
Protagonista de sucesos peculiares es la plaza Mayor. Una de ellos es el caso del árbol más emblemático de la villa, que se tuvo que talar, ya que sus raíces levantaban el suelo. Parece ser que existía una extraña tradición por la que los portugueses debían orinar en torno a él para conseguir novias españolas.
Sin duda, el edificio más significativo y que aún se mantiene bien conservado es la sinagoga. Se encuentra entre las calles Gasca y Pocitos. Su uso se modificó al dejar los judíos la ciudad por mandato de los Reyes Católicos. Actualmente acoge el centro de identidad de la cultura sefardí. La sinagoga fue construida en el siglo XV, aunque la existencia de judíos en la zona se remonta al siglo XIII. Al parecer, en la base de una de sus columnas apareció una moneda portuguesa del siglo XV. Esta razón es la que ha llevado a pensar que el edificio data de aquella época.
La Iglesia de Nuestra Señora de Rocamador está construida sobre un templo románico, es la iglesia principal del municipio, y su importancia no reside solo en sus grandes dimensiones y en su arquitectura, sino en guardar importantes tesoros como el retablo de Churriguera.
En 1497 dos ilustres personalidades se dieron el “sí quiero” en la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador. Se trataba de la princesa Isabel, hija de los Reyes Católicos y el rey portugués don Manuel el Afortunado. La boda se celebró tres días antes de lo previsto por el empeoramiento de su hermano Juan, heredero a la corona, que finalmente fallecería días después.
Valencia de Alcántara también es relevante por su pasado Prehistórico, puesto que es el lugar de Europa occidental con mayor concentración de monumentos megalíticos. Esto significa que, hace unos 5.000 años, los hombres de esta región erigieron muchos menhires, crómlech y dólmenes.
CÁCERES
La capital es una ciudad patrimonio de la humanidad desde 1986 y declarada tercer conjunto monumental de Europa. El origen documentado se encuentra en el año 35 a.C. en la colonia Norba Caesarina. Sin embargo, la Edad Media y el Renacimiento la consolidaron como uno de los conjuntos más completos del mundo.
El arco de la Estrella separa, a modo de puerta, la ciudad moderna que palpita y la ciudad histórica que aguarda dormida. Parece la puerta de entrada a un mundo de fantasía; y en realidad es así. Sustituyó en el siglo XVIII a la puerta Nueva que fue construida en el siglo XV sobre un hueco que se produjo en la muralla, a raíz de la reconquista de la ciudad. Su curiosa disposición, girado hacia uno de los lados y conocida como en esviaje, tiene la función de facilitar el paso de los carruajes sin tener que hacer grandes maniobras para entrar en el recinto amurallado.
La Torre de Bujaco, a la izquierda del arco, es una espectacular torre de 25 metros de altura, de construcción árabe y levantada sobre sillares romanos. Es uno de los edificios más fotografiados de la ciudad, posiblemente por su balcón de fueros desde el que se divisa la plaza Mayor. Es posible subir a la muralla a través de ella y disfrutar de un paseo que descubre rincones ocultos inaccesibles en una visita a pie.
La Plaza de santa María actualmente es uno de los centros administrativos de la ciudad y antaño corazón del poder eclesiástico. En 1937 en plena guerra civil, la ciudad fue bombardeada por aviones soviéticos. Gran parte del empedrado de la plaza se perdió por lo que hay dos suelos totalmente diferenciados, el original y el nuevo que se puso después de la guerra. De izquierda a derecha, se contemplan el palacio Episcopal, el palacio de Hernando de Ovando y la concatedral de santa María. Pegado a la pared exterior de la concatedral se encuentra una estatua de san Pedro de Alcántara. Entre los cacereños prolifera la leyenda de que, si besas o tocas sus pies encontrarás pareja o, si ya la tienes, te casarás con ella.
La Iglesia de San Francisco Javier, en la Plaza de San Jorge, corona la plaza con sus dos altas torres. Antes de subir la escalinata vislumbramos el jardín de Cristina de Ulloa, un romántico espacio que parece extraído de un cuento. Antes de llegar a la plaza de san Mateo me veo obligado a realizar dos paradas. El callejón de Don Álvaro, conocido como callejón de los Huesos, bien pudiera ser una de esas pequeñas callejas con encanto. Nada más lejos de la realidad. Una de las paredes de esta calle tiene detrás una historia bastante macabra pues, entre los materiales que se usaron para levantarla se encuentran huesos humanos. Se cree que se debe a que, al desaparecer los cementerios que había alrededor de las iglesias, su tierra se usó para la creación de nuevas edificaciones.
Tres edificios más merecen especial atención. El primero, junto al palacio de las Cigüeñas, la iglesia de san Mateo, que presta su nombre a la plaza. El segundo, a continuación del templo, la torre de Sande cubierta, según la época del año, por vegetación silvestre. El tercero se encuentra en la plaza aledaña a la de san Mateo y de ella recibe el mismo nombre. Se trata del palacio de las Veletas que acoge el museo de Cáceres, lugar que en su interior esconde un tesoro patrimonial.
El museo de la ciudad oculta bajo su claustro el aljibe almohade más grande y mejor conservado de la Península Ibérica. Se ha conservado intacto hasta la actualidad porque ha mantenido su uso hasta finales del siglo XIX. De hecho, los Reyes Católicos llegaron a autorizar el derribo del antiguo alcázar para que los vecinos tuvieran libre disposición al aljibe en caso de necesidad.
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