En la medianoche del Miércoles Santo abren las puertas de la Santa Iglesia Concatedral de Santa María de Cáceres y la ciudad monumental enmudece. La Hermandad Penitencial del Santo Crucifijo de Santa María de Jesús, una de las más antiguas de la ciudad, saca en procesión al Cristo Negro, una talla del siglo XIV que portan a hombros 59 de sus más de 3.000 hermanos.

Los penitentes siguen el recorrido intramuros y las piedras quedan iluminadas por hachones de fuego con el sonido de una esquila y un timbal destemplado como único acompañamiento musical.

La del Cristo Negro no es la primera de las procesiones, pero sí la que marca el inicio de los cuatro días de máxima devoción de la Semana Santa de Cáceres, declarada de Interés Turístico Internacional en 2011.

Las Plazas de Santa María o San Mateo, la calle Ancha o los Adarves son testigos del recorrido de los desfiles procesionales entre las murallas, torres, palacios, iglesias y conventos de un conjunto monumental que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1986.

La procesión del Cristo Negro recorre la ciudad intramuros durante dos horas y media, período durante el que los hermanos portan el Santo Crucifijo de Santa María, una talla de autor anónimo que guarda los secretos de siete siglos de historia.

Horas antes de la medianoche del Miércoles Santo, cientos de personas se congregan frente a las puertas de la Santa Iglesia Concatedral de Santa María para presenciar la salida de la procesión, que encierra misterios y leyendas que se han ido transmitiendo a lo largo de los años. Llegada la hora, uno de los hermanos, con su hábito benedictino, cíngulo de esparto prendido a la cintura, guantes y zapatos negros, se dirige a la puerta y pronuncia las palabras que marcan el inicio procesional: «Que salga la hermandad del Cristo Negro: Dios lo quiere así».

A partir de aquí, una esquila y un timbal destemplado se convierten en el único acompañamiento musical de esta procesión que se dirige a la Plaza de Santa María, atraviesa el Arco de la Estrella, y recorre los adarves de la Estrella, Santa Ana y Padre Rosalío. El recorrido continúa por la Puerta de Mérida, la calle Ancha, la Plaza de San Mateo, la Cuesta de la Compañía y la Plaza de San Jorge.

En su trayecto final, los penitentes, siempre acompañados por centenares de personas, suben la Cuesta del Marqués, pasan por el Adarve del Cristo, la calle Obras Pías De Roco, calle Tiendas y la Plaza de Santa María para concluir en la Santa Iglesia Concatedral de Santa María, guardando promesas y misterios hasta el próximo año.