La presidenta del Partido Popular (PP) de Extremadura, María Guardiola, echó mano este martes de su pensamiento más progresista para distanciarse de Vox y abocar a los extremeños a una repetición de las elecciones autonómicas.

El PP y Vox tiraron de orgullo y tensaron tanto la cuerda en su tira y afloja para alcanzar un acuerdo que dejaron la Mesa de la Asamblea de Extremadura en manos del bloque de la izquierda que conforman PSOE y Unidas por Extremadura. Ahora el PP se conforma con una pírrica vicepresidencia segunda, Vox ni siquiera tiene representación y la izquierda se queda con la presidencia, la vicepresidencia y dos secretarías.

Las negociaciones entre PP y Vox se prolongaron el lunes hasta última hora, pero sin acuerdo. Inicialmente el PP había ofrecido a Vox la presidencia de la Asamblea de Extremadura a cambio de que sus cinco diputados apoyasen la investidura de María Guardiola como presidenta de la Junta de Extremadura. Pero Vox ya había advertido que su apoyo no le saldría gratis al PP y pidió entrar en el Gobierno para controlar la Consejería de Agricultura, a lo que los populares se negaron.

La tensión en las negociaciones fue tal que el PP se vio obligado a incrementar su oferta y, además de la presidencia del parlamento regional, ofreció a la formación de Abascal una secretaría en la Mesa de la Asamblea y el senador autonómico que le corresponde al grupo popular. La negativa de Vox a esta última propuesta hizo estallar el acuerdo y se rompieron las negociaciones.

Ahora María Guardiola ha echado mano de su pensamiento más progresista para aniquilar a Vox y la situación es tan complicada que todos dan por sentado que habrá nuevas elecciones autonómicas en Extremadura.

«No puedo dejar entrar en el Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI», ha dicho textualmente María Guardiola para referirse a Vox.

PRESIDENTA A CUALQUIER PRECIO

Guardiola ha comparecido claramente contrariada para razonar que el camino más fácil habría sido ceder y ser presidenta a cualquier precio, pero asegura que se ha negado porque eso habría supuesto «traicionar» a su tierra e ir contra lo que prometió durante la campaña electoral.

En varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas, la líder popular ha insistido en que sólo tiene su palabra y su trabajo, y que cuando se hace una promesa es para cumplirla. Y desde el principio advirtió que Vox no entraría a formar parte del Gobierno del PP. Con lo que no contaba el 28 de mayo cuando festejó su victoria electoral, a pesar de no haber sido la lista más votada, es que Vox no le prestaría su apoyo sin condiciones.

«La política no es para ocupar sillones, sino para mejorar la vida de los demás», ha dicho Guardiola, que no ha tenido reparos a la hora de indicar públicamente que si hay que ir de nuevo a unas elecciones, se irá, «porque no está en juego el poder, sino la dignidad de los extremeños».

En su comparecencia ante los medios ha sido especialmente dura con Vox. Ha dicho que «una cosa es negociar y escuchar, y otra muy distinta es mercadear con la ilusión de Extremadura». Y ha acusado al portavoz político de Vox, Jorge Buxadé, que ha asistido a la sesión constitutiva de la Asamblea de Extremadura, de ser «el capataz» que ha utilizado esta formación política en sus negociaciones en esta comunidad autónoma.

Pese a que el PSOE fue la lista más votada el 28-M, los populares insisten en que el rol adecuado a los resultados es que Vox les permita gobernar sin entrar el gobierno. Lo contrario, en su opinión, sería «un pacto asimétrico lleno de condiciones».

Pero Guardiola tampoco ha puesto pegas a la posibilidad de ser investida presidenta gracias al PSOE. Ha dejado claro que nunca permitiría un gobierno del Partido Socialista, pero también ha aclarado que si ellos la quieren dejar gobernar estará encantada.

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