(Hacia una ecología de la atención)

De las inminentes vacunas al paso de la Navidad para terminar con el año. Del esfuerzo farmacéutico empresarial por encontrar la solución definitiva, a que el nuevo año sea posible con comportamientos individuales y colectivos a los que no estamos habituados.  La pandemia nos ha roto los “hábitos adquiridos”, motor de muchas de las repeticiones sociales que por tales creemos tan universales como la naturaleza misma. En esto se basa la publicidad y el márquetin mediático de estos días que pantalla móvil en mano nos llevan más allá de las necesidades vitales, y así vamos respondiendo a que solo las emociones nos dirijan los nuevos patrones cotidianos, tanto para consumir como para entender las nuevas condiciones de fragilidad y vulnerabilidad social.

¿El mejor regalo para fin de año? No caer en el desánimo de “esto es una guerra” como tampoco lo es la llegada del fin del mundo. Es cierto que desde algunos medios la pandemia se ha planteado como una guerra, acabar con el enemigo siempre ha sido nuestra mejor lección histórica para resolver los conflictos, y se nos da muy bien inventar todo tipo de relatos entre un “nosotros” y “ellos”. De esta manera no es extraño que cunda el escepticismo, incluso en el propio campo de la medicina de crisis.

Y el “sálvese quien pueda” puede ser el mayor error para estas navidades, si solo estamos preocupados por la excepcionalidad que la política de seguridad pública nos impone. Hay también que considerar cómo vivir con el virus a fin de aprender a afrontarlo como comunidad, es decir prestar atención también a otras excepcionalidades para tenerlas en cuenta; la biológica, la cultural, la informática. Y no me refiero a que el rey español fugado vuelva a casa por Navidad o que las plataformas digitales prometan ofrecernos milagros a fin de adquirir la inmunización de manera global.

Poner atención a las secuelas del virus, así como a las detecciones precoces, a nuevos casos de contagio que afectan de diferente manera a mujeres y hombres, a situaciones empobrecidas como a la nueva pandemia del hambre, a recuperar las relaciones con una naturaleza salvaje fuera de las jaulas y rejas., a un nivel educativo emancipador.

¿Para cuándo las vacunas tan esperadas?  Aquí aparecen las potencias económicas mundiales en una pugna por conseguir influencia global renovada. Si hasta ahora lo han hecho con el dominio las materias primas y la extracción de recursos naturales, ahora con las vacunas perfilan un nuevo mapa geoestratégico internacional.  Conseguir ser los primeros en la inmunización extensiva proporcionaría el nuevo liderazgo mundial, aunque de momento no sea total.

Veamos si para entendernos mejor, la geografía nos puede enseñar más que la historia en estos momentos de incertidumbre y fragilidad. En un momento en que las grandes multinacionales farmacéuticas reciben financiación de los países más ricos, y a la vez renegocian la deuda pública de los países empobrecidos y sin resolver la distribución de las vacunas con equidad. Ambas situaciones, íntimamente relacionadas, están siendo aprovechadas para rediseñar un nuevo mapa de relaciones políticas contra la pandemia covid-19. Nuevamente relaciones de fronteras, espaciales, móviles, cambiantes. Geografía humana en movimiento en plena pandemia.

El mayor alcance geopolítico global ha surgido de China la cual acaba de crear el mayor espacio comercial en el Pacifico que abarca un tercio de la población mundial. Se trata de la denominada Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en inglés), a la cual pertenecen 15 países de Asia y el Pacífico que después de varios años de negociaciones ahora han encontrado la manera de imponerse como un nuevo territorio comercial. Aún así China no está tan lejos de Europa, a través del proyecto de una autopista, y vía ferroviaria, de miles de kilómetros, recreación de la antigua Ruta de la Seda, unirá a diferentes países de Asia, Europa y África. Italia, sin contar con la UE, ya aceptó participar y Rusia ha dado el consentimiento para llegar hasta Bielorrusia. Una infraestructura que se completa con una ruta marítima por el sur, cerrando el circulo como una especie de cinturón único mundial, con la denominación,” One Belt. One Road”. A esto la llama el gobierno chino “Cooperación inclusiva”. Atentos.

Y en esta pugna geopolítica las vacunas comienzan a tener una distribución muy próxima a los intereses geopolíticos descritos anteriormente sin atender a unos principios de bien común global. Si la pandemia no entiende de fronteras tampoco sus remedios deben hacerlo, y si solo algunos países disponen de medios no deben ellos solos aplicarlas abandonando a su suerte al resto del mundo.

Vamos a asistir en estos próximos meses a comprobar como de esta situación inusitada y global se sale de manera equitativa y justa, para lo cual la mejora solución es vacunar en paralelo en todos los países. Aprovechar la ocasión, con esta experiencia, para seguir trabajando en acordar principios de universalidad, de no rivalidad y no exclusividad que dentro de una ONU renovada pudiera acordar.

Mientras tanto, algunas alianzas internacionales se fijan en los laboratorios de la India donde las farmacéuticas trabajan a precios muy reducidos. Mientras tanto la distribución china de las vacunas se acerca a varios países latinoamericano, Brasil y Chile a través de la Simovac . Pero otras tres farmacéuticas ya han comenzado a hacerlo en su propio país incluso antes de la contención total de la covid 19. Mientras tanto, Rusia va a enviar a Argentina el fármaco SputnickV que testaron con el ejército y que ya se está distribuyendo a personas entre 18 y 60 años.

Mientras tanto a la OMS le ha llegado una propuesta liderada por la India y Sudáfrica con Kenia, Suazilandia, Mozambique, Pakistán y apoyada por 100 países (coincidiendo con las primeras vacunas en Reino Unido) de suspender temporalmente los derechos de propiedad de las diferentes vacunas a fin de facilitar, sin más declives, el acceso universal para los países con menos recursos. ¿Respuesta? Brasil, la Unión Europea (UE), Canadá, Estados Unidos, Japón y Reino Unido, lo rechazaron.

Todo un año por delante.