La catedral de Plasencia está cerrada al culto, preparándose para las galas de mayo, para las Edades del Hombre. La catedral nueva se llama de Santa María; la vieja, de la Asunción. La catedral de Coria está dedicada también a la Asunción; la concatedral de Cáceres, a Santa María; la catedral de Badajoz, a san Juan Bautista; la concatedral de Mérida, a Santa María la Mayor… En todas estas catedrales y concatedrales extremeñas, el coro y los fieles cantaban hoy, hace años, el “Pueri hebraeorum”, en latín gregoriano.

Hoy, Domingo de Ramos, la Iglesia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén. Comienza la Semana Santa. No hay otro canto litúrgico más propio de la festividad que el canto gregoriano “Pueri hebraeorum” (los niños de los judíos). En esas catedrales, en esas iglesias, hemos cantado, con las palmas en la mano, el canto más propio de la liturgia romana. Se va perdiendo el latín, la lengua de la Iglesia, nuestra lengua madre. Y no hubiere para este día canto más hermoso que este.

El oficiante entonaba la música en latín y lo seises (los niños cantores) y el pueblo fiel seguían cantando la antífona con versículos del salmo 24:

Pueri hebraeorum, portantes ramos olivarum, obviaverunt Domino, cantantes et dicentes… Los niños de los judíos, portando ramas de olivos, salieron al encuentro del Señor cantando y diciendo:

Hosanna Filio David. Benedictus qui venit in nomine Domini. ¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor!
Domini est terra, et plenitudo eius, orbis terrarum, et qui habitant in eo. Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan…Quia ipse super maria fundavit eum et super flumina firmavit eum. Porque Él la fundó sobre los mares, Él la asentó sobre los ríos…

Pueri hebraeorum vestimenta prosternebant in via et clamabant dicentes:

Hosanna Filio David, benedictus qui venit in nomine Domini… Los niños de los judíos extendían sus vestidos en el camino y gritaban diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor!

Attollite portas, príncipes vestras, et elevamini, portae aeternales et introibit rex gloriae… ¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!

Quis est iste rex gloriae? Dominus virtutum ipse est rex gloriae… ¿Quién es ese rey de gloria? El Señor poderoso es el rey de la gloria.
Pueri hebraeorum vestimenta prosternebant in via et clamabant dicentes… Los niños de los judíos extendían sus vestidos en el camino y gritaban diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor!”

Pusieron unas mantas sobre el pollino en el que se sentó el Señor; las palmas flameaban a su paso; le vitoreaban, reconociéndole como al Hijo de David; le llamaban bendito porque venía en nombre del Señor, al mismo Señor que el Viernes Santo crucificaron para redimir los pecados del mundo… Ha enmudecido el “Pueri hebraeorum”; nuestros niños lucen hoy sus mejores galas (“Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos”, porque es el día más alegre de la Semana Santa; marca el fin de la Cuaresma, que dará lugar el domingo a la Pascua de Resurrección).

Ha concluido la procesión. Los niños corren hacia sus casas para llevarles a sus madres las palmas con las que han recibido al Señor. Ellas las pondrán en el balcón de sus casas para recibir la bendición de quien ha llamado a sus puertas, y por sus hijos que las agitaron al paso del Señor que vino a la ciudad. Quizás en la iglesia de san Nicolás, hoy catedral in transitus de Plasencia, se haya cantado el “Pueri hebraeorum…”, como en las catedrales y concatedrales de Santa María y de la Asunción de Nuestra Señora de Extremadura…