Cientos de vecinos provistos de linternas peinando palmo a palmo un pueblo. Decenas de coches deambulando por las oscuras calles de Moraleja. Numerosos efectivos de la Guardia Civil movilizados. Todo un pueblo en vilo buscando a Liz, la menor de 10 años que durante seis horas desapareció sin dejar rastro.

Esta es una historia con final feliz pero que mantuvo con el corazón encogido a todo un pueblo que, una vez más, hizo gala de su carácter solidario. Había que encontrar a Liz.

La historia comenzó hacia las 18.40 de la tarde. Un mensaje de su madre decía en el grupo de WhatsApp de clase lo siguiente: “Por favor, no encuentro a Liz. La habéis visto o está con alguno de clase?"

Al parecer la niña había sido castigada y en un acto de rebeldía había abandonado su casa cuando se encontraba con su madre y hermanas.

A partir de ese momento se dispararon las alarmas. Primero en el WhatsApp de clase, luego en todos los grupos de WhatsApp, después en las redes sociales y luego en prensa, radio y televisión. A medida que transcurrían las horas crecía la inquietud.

Cada vez eran más las personas que voluntariamente salían a la calle o con sus vehículos para dar con la pequeña. Tal ha sido la respuesta de los vecinos, que el consistorio se veía en la necesidad de pedir a la ciudadanía que no buscaran a la menor por su cuenta ya que el revuelo generado podría asustarla.

Las horas pasaban y seguía sin haber rastro de su paradero. La Guardia Civil peinaba garajes, acequias, corrales, solares, puentes e incluso las orillas de la Rivera de Gata a su paso por la localidad.

Ante la ausencia de noticias sobre el paradero de Liz tras más de seis horas desaparecida, el consistorio convocaba a los vecinos a las 22.30 horas a las puertas el ayuntamiento para organizar los grupos de búsqueda y entre todos encontrar a la pequeña.

Entonces, la Plaza de España se llenó de vecinos ataviados con linternas, listos para recorrer cada rincón de Moraleja en busca de la menor.

Pero tan sólo unos minutos antes de comenzar la batida de búsqueda el alcalde, César Herrero, daba la mejor noticia que Moraleja podía recibir: “Liz ya está en casa con sus padres y está bien”.

Según ha manifestado el padre de la menor, una persona muy conocida en Moraleja por trabajar como médico en el Centro de Salud, ésta se encontraba en el tejado de una vivienda aledaña, desde donde ella misma regresó.