El Ayuntamiento de Moraleja ha visto cumplido uno de sus objetivos, abrir las puertas de La Casa de La Encomienda a los ciudadanos y lo ha hecho con una recreación histórica y una decoración especial con efectos lumínicos que ha llenado de vida uno de los pocos elementos patrimoniales que se conservan en esta villa del norte de Cáceres.

Con colas para acceder a la visita guiada, que tuvo lugar de ocho de la tarde a diez de la noche, cientos de ciudadanos se quedaron con la boca abierta al contemplar el espectáculo visual, teatral y cultural que había preparado el consistorio de Moraleja.

Un grupo de actores llenó de vida este emblemático espacio ubicado junto a la Rivera de Gata su paso por Moraleja, frente al Parque Fluvial Feliciano Vegas. Con una entretenida recreación histórica se dieron algunas pinceladas del origen del histórico edificio. Es el inmueble histórico más importante que se conserva en esta localidad del norte de Cáceres y fue adquirido este mismo año por el consistorio para crear un centro cultural para disfrute de los ciudadanos.

Esta apertura ha sido temporal y ahora el Ayuntamiento de Moraleja seguirá dando los pasos necesarios para crear en un centro para los vecinos de la villa y los ciudadanos de Sierra de Gata.

El primer edil de la localidad, César Herrero, participó en esta jornada de puertas abiertas  dando detalles de la Casa de La Encomienda. «La iluminación ha quedado muy bonita, la parte más antigua que tienen es la parte baja de todo lo que esta derrumbado, lleva en ruinas desde el año 1725 y que el suelo es un empedrado del siglo XVI. Sólo queda una parte de muralla en la actualidad en la que se puede acceder a ver pero teniendo cuidado por las dificultades del estado del suelo».

Su limpieza interior ha permitido que se pueda contemplar lo que se cree que es parte de la muralla o del baluarte de San Felipe.

Desde el siglo XIV figura la zona de Moraleja como cabeza de la Encomienda de la Orden de Alcántara, y la Casa de La Encomienda tenía funciones tanto administrativas como de vivienda y domésticas. A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII se llevaron a cabo una serie de obras para reparar elementos defensivos y la torre del homenaje pero estas inversiones iban destinadas, principalmente, a dar seguridad a los bienes que se almacenaban frente a posibles robos, que a dotarla de elementos defensivos para poder hacer frente a un enemigo militar armado.

Otro tipo de obras de finalidad bien diferente fueron las que se hicieron a partir de mediados del siglo XVII para fortificar la población frente a posibles ataques del ejército portugués.

Si bien no se conserva ningún resto del recinto abaluartado, se dispone de los planos que realizaron el ingeniero francés Bruffet en el año 1707 y el español Antonio Gaver en el año 1750 los cuales están depositados en el Servicio Geográfico del Ejército, en Madrid.

El teniente coronel Juan de Landaeta también realizó otro plano de las defensas pero menos minucioso que los anteriores. Este último está depositado en los archivos del Servicio Histórico Militar. La fortaleza estaba formada por dos recintos defensivos.

El interior tenía dos puertas de acceso, siete baluartes y un foso entre los dos recintos. El recinto exterior disponía como elemento defensivo adicional una serie de revellines. El material usado según indica Juan de Landaeta es tepe, es decir, tierra con césped de muchas raíces, que es muy degradable por los agentes atmosféricos lo cual aclara el motivo por el que no existan restos de este recinto amurallado. A mediados del siglo XIX indicaba Francisco Coello, en un plano que levantó del lugar, la posible ubicación del recinto mediante una línea de puntos e indicaba que la fortificación estaba «completamente arruinada».

En la foto de la noticia, la Casa de La Encomienda.