El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, no ha sido bien recibido en Casas de Miravete, municipio al que se ha desplazado este lunes para ver la evolución del incendio que se originó el pasado jueves y que ha arrasado miles de hectáreas.

Vara llegó unos minutos antes que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y se acercó a un grupo de vecinos que le esperaba tras un extenso cordón policial. Iba en mangas de camisa y trató de mantener un diálogo con los allí presentes, pero la escena no era la misma de hace años, cuando le recibían con efusivos saludos y palmadas en la espalda. Los tiempos han cambiado, los recibimientos también.

Las críticas generadas tras la decisión de no suspender el acto de por la tarde para inaugurar parte de un trazado por el que discurrirán trenes que no alcanzarán la alta velocidad y el daño provocado por los incendios forestales en distintas zonas protegidas de Extremadura eran el caldo de cultivo idóneo para mantener el ambiente caldeado.

En Miravete, Fernández Vara bajó del coche y se dirigió a los vecinos allí presentes, pero no saludó a ninguno. Con los brazos en jarras, apenas pudo mantener un diálogo con ellos por la sucesión de reproches que le hacían.

«No hace falta que traigas escolta; a la hora del fuego tenías que haber estado, y no ahora. El parque está a salvo, jefe», decían los presentes. Otros apuntaban más alto en sus críticas: «Los buitres vienen ahora», en clara alusión a la inminente llegada de Pedro Sánchez, que también visitó la zona.

¿Y dónde están los medios de comunicación, porque guardias hay muchos», decía otro de los presentes, reprochando la ausencia de periodistas.

El recibimiento no fue bueno. Acusaron a Fernández Vara de dejadez, de no haber actuado en el momento inicial del incendio cuando el aire era cambiante, de falta de coordinación. Otros iban más lejos: «La culpa es suya, de izquierda, de derecha y de todos, que no han hecho nada».

A continuación llegó el helicóptero con Pedro Sánchez a bordo y el presidente extremeño comenzó a alejarse de los vecinos para ir a recibirle. Entonces comenzaron los insultos, los silbidos y los reproches subieron de tono.

«Chupóptero…(insultos)… Id a lamerle el culo, tiene arruinada España el asqueroso este… Ha hecho bueno a Zapatero…». Era lo esperado. Los tiempos han cambiado, la paciencia de las personas también.