El diestro Emilio de Justo cosechó hoy en Aranda de Duero (Burgos) un triunfo rotundo de cuatro orejas y salió a hombros junto a José María Manzanares, que paseó dos por una gran faena al mejor toro de una desigual corrida de Victoriano del Río, con la que Antonio Ferrera se fue de vacío.

Emilio de Justo volvió a demostrar una vez más que este 2021 está siendo el año de su consagración. Y lo hizo con otra tarde redonda, esta vez en Aranda de Duero, donde dejó el sello de su toreo rotundo y sincero.

Ya en su primero, un toro noble y manejable, aunque en el límite de la raza, mostró una gran capacidad para ir afianzando poco a poco al animal, administrándolo a base de temple y de hacerle las cosas a favor de obra, para acabar metiéndolo en el canasto y pegarle series sobre ambas manos de muletazos a cámara lenta y perfectamente hilvanados. Cortó dos orejas.

Y otras dos más paseó el cacereño del sexto, un toro muy manejable al que cuajó una soberbia faena en la que la despaciosidad, el encaje, el gusto y la rotundidad de su toreo se aunaron para dar forma a una labor vibrante y bien rubricada en la suerte suprema.

El otro triunfador de la tarde fue José María Manzanares, que anduvo entre algunas desigualdades con un primero de su lote, segundo de corrida, noble pero justo de fuerzas y con tendencia a defenderse. El alicantino llevó a cabo una faena tesonera y salpicada de pasajes sueltos de buen toreo, sobre todo al natural.

Pero lo grande llegó en el buen quinto, al que cuajó una faena de altos vuelos y muy maciza de principio a fin en la que toreó muy relajado, con mucha cadencia, elegancia y haciéndolo toro por abajo a un toro que embistió humillado, con codicia y repitiendo sus embestidas. Obra grande del alicantino, premiada con las dos orejas.

El que no tuvo su tarde fue Antonio Ferrera, que solo mostró su oficio con un primero correoso y con genio, al que mató rematadamente mal. Con el cuarto, sin clase y muy deslucido también, apenas se dio coba ante la imposibilidad de armar faena.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Victoriano del Río, correctos de presentación y de juego desigual. El mejor, el quinto, bravo y con clase. También fue bueno el sexto. Con genio el correoso primero; flojo y a la defensiva el segundo; noble y bajito de raza el tercero; y sin clase y deslucido el cuarto.

Antonio Ferrera (azul eléctrico y oro): estocada que hace guardia, nueva estocada defectuosa y dos descabellos (palmas); pinchazo y estocada baja (silencio).

José María Manzanares (azul marino y oro): dos pinchazos y estocada (ovación); pinchazo y estocada recibiendo (dos orejas).

Emilio de Justo (catafalco y oro): estocada trasera, tendida y desprendida (dos orejas); y estocada desprendida (dos orejas).

La plaza registró un tercio de entrada sobre el aforo permitido.