El Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Universitario de Badajoz ha implantado, por primera vez en Extremadura, y en colaboración con Ramón Moreno Balsalobre, facultativo del Hospital de la Princesa de Madrid, una prótesis de silicona a un paciente que sufre la malformación genética denominada ‘pectus excavatum’, también conocida como ‘pecho hundido’ o ‘pecho en embudo.’

El paciente intervenido está teniendo una buena evolución postoperatoria, y el equipo quirúrgico valora muy positivamente los resultados de la operación, por lo que se plantea seguir utilizando este nuevo tipo de prótesis de silicona en los casos en que esté indicado.

Esta patología consiste en un hundimiento o desplazamiento del esternón y los cartílagos costales, que provoca una disminución de la distancia entre el esternón y la columna vertebral, y forma una depresión en el pecho que le da un aspecto ahuecado o cóncavo.

Se trata de la malformación genética más frecuente de la pared torácica, que afecta aproximadamente a uno de cada 300 recién nacidos, y en los casos más severos puede provocar dificultad respiratoria y alteraciones cardiológicas como resultado de la compresión y el desplazamiento del corazón y de los pulmones.

En los casos en que el hundimiento del pecho es leve o moderado, aunque no tiene consecuencias físicas graves, la alteración estética que produce suele causar problemas psicológicos en los afectados, generalmente niños o jóvenes, que rechazan la vida social por miedo o vergüenza a mostrar su malformación en público.

El tratamiento más utilizado hasta ahora es la cirugía mediante procedimientos mínimamente invasivos, en los que mediante la realización de pequeñas incisiones en los costados y con control de vídeo-toracoscopia, se coloca una barra metálica por detrás del esternón y de los cartílagos costales para reposicionar las estructuras óseas.

Los principales inconvenientes de esta técnica quirúrgica son el importante dolor postoperatorio que provoca, y que transcurridos aproximadamente dos años desde el implante de la prótesis es necesario reintervenir al paciente para retirarla, lo que a veces causa una recaída del pectus excavatum.

Además, en pacientes mayores de 20 o 30 años, las estructuras óseas del tórax pierden elasticidad y presentan cierto grado de rigidez, lo que dificulta el reposicionamiento del esternón y las costillas mediante la colocación de este tipo de barras metálicas.

Para intentar solventar estos inconvenientes, la industria especializada ha introducido recientemente prótesis de silicona diseñadas individualmente para cada caso, que ofrecen importantes ventajas respecto a las metálicas.