Hacia una ecología de la atención

¿Qué hacer? ¿Aguantarnos con el caos que los partidos políticos de la división social española propagan? ¿O cuidarnos mutuamente para exigir un cambio en la representación política hacia el bien común y solidario?

Se trata de aprovechar la situación sanitaria actual, para en nombre de la mejor seguridad ciudadana proponer la división como “norma”, en la más absoluta “anormalidad”. Y es verdad que no todos los políticos son iguales, pero los más “trumpinianos” impulsan excentricidades para hacer imposible distinguir unos de otros, a no ser que seas seguidor acérrimo de alguno de ellos. Todo en revoltijo para nuestra mejor salud mental en estos precisos momentos.

Por un lado, los partidos en la oposición no se han hecho a la idea de que las elecciones han dejado un gobierno de coalición democrática. Parece que no quieren reconocer la rotura del bipartidismo, provocado por la crisis del 2008, y de los nuevos pactos que han dejado fuera a los nacionalistas anteriores en pugna con los nuevos resurgidos.

Por otro lado, una nueva crisis global sanitaria pone a esa nueva manera de gobernar, en un escenario inédito en el que demostrar su pertinencia y buena gestión. Pandemia que ha destapado toda la pobreza social extrema por donde ya nos movíamos anteriormente; la energética, de alimentos y equidad. Que también ha creado nuevas respuestas de solidaridad inmensa de la ciudadanía para paliar las situaciones sobrevenidas.

Habituándonos a esta nueva situación descubrimos lo que antes denominábamos “normalidad” y ahora comprobamos que no lo era. Tanto desde el punto de vista político como sanitario y social. Por eso nos da mucha risa la “nueva normalidad”, cuando analizamos como estaba compuesta y ordenada y aunque deseamos lo nuevo, de ninguna manera asociado a la normalidad anterior. Pero nada surge de nuevo sin contar con lo que ya estaba en tensión y de manera beligerante.

Para entendernos, el filósofo Michel Foucault (Poitiers, 1926-1984) describió la relación entre poder y saber como producto del monologo dominante de la razón moderna. Y precisamente, analizó la genealogía de cómo la normalidad identifica a lo diferente, a los diferentes para transformarles a su imagen y semejanza. Los a-normales. ( “Defender la sociedad”. 2000). Para comprobar esto último, y llevado al actual contexto político sanitario español, nos proponemos resaltar esa estrategia dual a través de algunos razonamientos por donde se configura.

Algunos lo denominan “pandemia de noticias falsas”, nosotros preferimos denominarlo discursos que buscan la división política llevada al terreno de lo social, recreando la “confusión” con el fin de conseguir que una sociedad demasiado herida y convulsionada se entregue al mejor postor de la pretendida “nueva normalidad”.

Ejemplos. Los mismos que antes afirmaban “todos los políticos son unos corruptos” (lo anormal) ,  ahora intentan frustrar cualquier incitativa política diferente ( lo normal). Los que antes “blanqueaban presupuestos” acaparando instituciones (lo anormal), hoy boicotean cualquier proceso de transformación democrática (Lo normal). Los que antes “controlaban desde las sociedades científicas y farmacéuticas”, las distintas políticas de sanidad (lo anormal), hoy firman un manifiesto en nombre de 47 millones de españoles (lo normal). Los que antes abominaban del “control estatal” (la anormal), ahora reclaman la exclusividad de la ayuda pública del estado (lo normal).

Los que antes escribían como “refugio y observatorio privado de la realidad” (lo anormal), ahora degradan, increpan y sancionan moralmente las mejoras sociales (lo normal). Los que antes se “negaban a cambiar la constitución” (lo anormal) hoy no entienden de la memoria histórica (lo normal). Los que antes no querían interesarse por una “vida política de libre expresión” (lo anormal), ahora simplemente vociferan ruido mediático y espectáculo conmovido (lo normal). Los que antes preferían” ignorar las consecuencias ambientales del cambio climático” (lo anormal), ahora no entienden como los más jóvenes reclaman cordura generacional (lo normal).

La relación normal-anormal nos proporciona un barómetro para distinguir los distintos discursos entrelazados de seguridad y salvación partidista, en un momento histórico único  del cual queremos crear otros  posibles de mejora democrática, otras normalidades. ¿Lo más inmediato en la actual situación sanitaria?  La adecuación de la ley de sanidad pública del 2011 que regulara toda la normativa a aplicar desde los diferentes estratos y responsabilidades, de la misma manera excelente que se ha tratado la situación laboral y económica.

¿Y en el horizonte de prioridades? La salud democrática. De una reforma de la Constitución que asuma las nuevas realidades impuestas; tanto de la jefatura del estado, como de la reconfiguración de un federalismo incompleto y que clama resolver de manera pacífica.  Tanto de   la representación política electoral donde los electores elijan a los representantes en listas abiertas como de la participación social activa constante en todas las administraciones y políticas.