El primer festejo taurino de las fiestas de San Buenaventura de Moraleja concluyó con la entrega de cinco orejas y la vuelta al ruedo del último novillo, que fue despedido entre los aplausos del público.

En la primera de abono hubo poco más de media entrada en una tarde calurosa pero soportable. El ganado de María del Carmen Valiente estuvo bien presentado, aunque desigual, al proceder de dos encastes distintos, Domeq y Núñez.

Los toros entraron con fuerza al caballo y llegaron a derribar dos veces a los picadores, que en ocasiones recibieron la bronca del público. En general, hubo más toros que toreros porque el ganado fue superior y los novilleros despidieron a sus contrarios a media faena. La lidia comenzó muy rápida, con faenas express y toros desaprovechados, aunque a medida que avanzaba la tarde los novilleros se fueron entregando al arte. El ganado estuvo mal banderillado y el albero presentaba un aspecto descuidado, con el terreno poco firme y polvoriento.

El novillero de Pinto (Madrid), Juan Manuel Jiménez, uno de los nombres destacables de la Escuela Taurina de Madrid hace cinco años, tuvo en el primero de su lote a un berrendo que entró con fuerza al caballo hasta derribarlo. Ganador en 2005 del certamen de la Villa francesa de Maubourguet y del cuarto Bolsín Taurino de La Rioja en 2006, Jiménez hizo una faena muy rápida a "Escritor", el toro que tuvo enfrente y que se quitó de en medio en cuanto pudo de una buena estocada que estuvo precedida por dos pinchazos.

El segundo de su lote fue un toro negro marcado con el número 54 al que le arrancó una faena alegre, mucho mejor que la del primero. El novillero pinteño supo dar su toque de gracia y encandilar al público a base de muletazos con ritmo. Puso ganas y el respetable lo agradeció. Mató de una estocada y fue obsequiado con dos orejas, la segunda de ellas generosamente entregada tras la petición del público.

Antonio Rosales (29-01-1989), recién apoderado por José Luis García-Patrón y Juan Gómez, con quien ya estuvo en la temporada 2009, fue el que peor parado salió en el sorteo. Tuvo en el primero de su lote a un toro negro, bragado y salpicao de nombre "Extremeño" al que no pudo sacar mucha faena. El novillo entró fuerte al caballo hasta derribar al picador en la suerte de varas. Hizo una faena muy rápida después de intentar coger el pulso a un astado que se le escapó entre despistes. Mató de una buena estocada y se llevó los aplausos del público.

El segundo de su lote, un toro berrendo, salió lastimado tras el tercio de varas y eso le hizo perder fuerza hasta doblegarse en el suelo. Fue un toro bravo, pero ni toro ni torero se entregaron al arte de la faena, por lo que optó por matarle. Lo hizo de dos pinchazos y una estocada desprendida, aunque resultó mortal. Aplausos.

El novillero toledano de origen colombiano Sergio Blanco, que estuvo apartado de los ruedos tras la cogida del pasado verano en la Plaza de Toros de Haro, fue el triunfador de la tarde al conseguir tres orejas a sus enemigos. El primero fue un toro negro que protagonizó una espectacular "vuelta canela" al que le pudo sacar más faena. Puso ganas el novillero y se encerró entre los pitones del astado, marcado con el número 8, que le supo perdonar su exceso de valentía. Sergio Blanco se arrimó, y mucho. Y se entregó a la faena, cuidada, ceremoniosa, con exquisitos adornos, buscando complicidad con el novillo en un arriesgado cara a cara del que salió airoso. Eso le gustó al público, y además mató bien, aunque esperó hábilmente a que el toro se desplomara tras una buena estocada y eso le propició un injustificado aviso por parte de la presidencia. El público le dio una oreja.

El segundo de su lote fue el mejor toro de la tarde, un precioso burraco, de nombre "Domingo", marcado con el número 25, que obligó a la presidencia a mostrar el pañuelo azul para convertirle en el protagonista de la tarde con su merecida vuelta al ruedo. María del Carmen Valiente y su marido, Amadeo Hornos, respiraban optimismo y emoción en el tendido de sombra, muy cerca de la presidencia, y agradecían el gesto.

Al principio de la faena, el novillo le ganó en la distancia a Sergio Blanco, que cayó al suelo y perdió una manoletina tras un enganchón. El novillero se levantó del suelo y pidió que cesara la música. Y comenzó a torear en silencio a base de muletazos que despertaron los "olés" del tendido. Entonces pidió que volviera el pasodoble, el novillero se vino arriba y culminó descalzo una faena que gustó. Sergio Blanco mató de una buena estocada y el gentío se levantó para pedir las dos orejas; la segunda tardó en llegar, pero tras ella vino el pañuelo azul que alegró la tarde a la familia de "Chiclanero".

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