Caobo, un astado de la ganadería de Partido de Resina (procedencia Pablo Romero), decepcionó a los miles de aficionados que en la tarde-noche del día 24 se dieron cita en la ciudad de Coria para disfrutar de la primera tarde taurina de las fiestas de San Juan.

Caobo, un astado cárdeno claro, astifino, ligeramente veleto y ojo de perdiz, defraudo y provocó el aburrimiento de caurienses y forasteros que valoraron la magnífica estampa del animal que, sin embargo, no dio juego alguno por las calles de Coria. Moría de un disparo certero que le propinó el escopetero Felipe Moreno en la zona del Hotel Palacio Coria, en la plaza de La Catedral, a las 21.55 horas.

Muchos aficionados estuvieron más pendientes de las personalidades que se concentraron en la ciudad, que del propio toro. En Coria se dieron cita Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura; Juan Andrés Tovar, presidente de la Diputación de Cáceres y el obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, que no dudó en colocarse el pañuelo rojo de sanjuanero.

El toro, elegido por la abanderada de los festejos, Cándida Delgado, salió pasadas las ocho de la tarde a la plaza de España ante la mirada de cientos de aficionados que, a pesar de las elevadas temperaturas registradas, siguieron la fiesta al detalle. El único momento emocionante de la tarde llego a los pocos minutos de que el astado saliera a la plaza, donde un joven aficionado no tuvo tiempo de refugiarse del animal en las talanqueras y recibió un revolcón que quedó sólo en un susto.

El toro, de procedencia Pablo Romero y marcado con el número 11, salió a las calles y abandonó la plaza de España gracias a la insistencia del taurino Pascual Gómez que consiguió llevarselo por la zona de Santiago.

Fue un astado lento de movimiento, que se emplazó buena parte de la tarde en la zona de la plaza de España, en las Cuatro Calles y que finalmente se quedó en la plaza de La Catedral donde moría antes de que el reloj marcase las diez de la noche.