(Hacia una ecología de la atención)

El mes de mayo suele pasar a la historia como el mes en el que se levantan las alfombras y de repente vemos todo lo tapado, encerrado, silenciado bajo ella, como aquel eslogan de mayo del 68 “La playa bajo los adoquines”, que invocamos hoy.

Ahora hay que recordar que, aunque ya pasadas, las elecciones en Madrid nos dejaron “amenazas de muerte” en forma de cartas dirigidas a cuatro personas activas en la política española, y en evidente relación con la campaña electoral. ¿Estilo de matones a estas alturas de la democracia española para provocar violencias que hagan resonar un pasado nefasto, en los momentos electorales?  Lo cierto es que ocurrieron y aun no se ha esclarecido. Balas dirigidas a la directora general de la Guardia Civil, al ministro de Interior, al candidato de Unidas Podemos, y con un puñal ensangrentado a la ministra de Industria perteneciente a la candidatura del Partido Socialista. Otra misiva fue detectada antes de llegar a su destino en Madrid dirigida a la candidata del Partido Popular, mientras el partido de extrema derecha veía en todo esto un montaje mediático impulsado por los propios destinatarios. ¿Una nueva bravuconada para que nada funcione, que permite a las derechas reunidas gobernar en diversas comunidades autónomas? Lo cierto es que se escenificó todo un montaje mortífero para tapar el debate, el dialogo entre partidos, entre distintas fuerzas políticas y las propuestas de los candidatos. Y lejos de considerarlo, por tanto, como una anécdota más, no deberíamos dejar que se repita de ninguna manera.

Quizá lo que está ocurriendo en Colombia y en Israel nos pone sobre aviso de manera tozuda, en ese intento de emborronar y herir el mundo.

El actual gobierno de Israel, en manos ultraconservadoras muestra una vieja solución política, la del “apartheid” para así resolver cualquier conflicto territorial: la eliminación de una vez por todas de Gaza. “Hacer inhabitable esa franja es el objetivo”, de un territorio de apenas la mitad del municipio de Trujillo (Cáceres), pero en el que viven dos millones de habitantes. Si los palestinos fueron los “sioux” en su propia tierra ahora se ha convertido en “negros” a eliminar de la propia reserva donde les habían arrinconado. Hechos ocultos bajo el silencio de la prensa norteamericana, bombardeando los medios de televisión árabe y agencia de prensa independiente para que todo parezca “un ajuste de cuentas”, un enfrentamiento mas de posturas dispares, que hoy de manera general traducimos como “polaridades”, como “distintas sensibilidades”, eso sí, en base a la eliminación física programada. Al final todo lo que este mayo nos está dejando vislumbrar en Israel pretende hacernos creer  que es un acontecimiento más desde 1947 (el acuerdo de partición de Palestina hasta entonces en manos inglesas), a sabiendas que la ciudad de Jerusalén vive, desde entonces, en una constante violencia provocada por colonos israelíes, los cuales tienen en USA el lobi proisraelí que ningún gobierno ha podido eludir, como bien analiza Norman Finkelstein en “Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí” (2003).

En esta investigación, Finkelstein, denuncia como el Israel inventado, después de la segunda guerra mundial, por una serie de instituciones e individuos se ha ido apropiando de las atrocidades nazis para enriquecerse y a la vez convertir en víctimas a toda la población civil palestina sin territorio, sin casas ni vida propia que reclamar. De tal manera que hoy Gaza es un campo de concentración para los autóctonos de Palestina a los cuales se les acusa, en esas condiciones, de no tener un gobierno que funcione. (muy recomendable para visualizarlo, el corto cinematográfico “The present”. 2021).

Las protestas sangrientas de este mayo en Colombia vienen de los “paros nacionales” de 2019, y apuntan a la política, y paramilitares, de un presidente que hostiga a las poblaciones indígenas usando la violencia sexual, a fin de frenar las exigencias ciudadanas de dialogo entre el Comité Nacional de Paro y el actual Gobierno. Unas peticiones que exigen una soberanía alimentaria y productiva local, así como una educación integral, y el fortalecimiento de una masiva vacunación, así como la no discriminación de género, sexual y étnica. Se trata de una respuesta institucional, con todo tipo de armas supuestamente no letales, contra los movimientos y protestas sociales que desde la calle y junto con el mundo cultural, musical y festivo siguen reclamando diálogo; hasta la filarmónica de Cali se les ha unido los apoyos del futbol en un único canto de escucha, atención social frente a tanquetas y disparo de cohetes en la noche. ¿Disparar a los manifestantes, hacer desaparecer a los detenidos, para que nada funcione y además aumenten los contagios es aun justificable?

La población colombiana reclama garantías constitucionales y las libertades que también garanticen el castigo a los responsables institucionales, que siguen en su apoyo ciego a los grandes monopolios (regionales o internaciones), bancos mundiales, paraísos fiscales y corrupción política local de manera estructurada y permanente. Colombia ya ha pasado por un proceso ejemplar de pacificación y abandono de la lucha armada con la ayuda internacional suficiente para que las generaciones actuales lo tengan bien aprendido, y desde esa situación no caer en los mismos errores de algunas políticas que siguen apuntando con balas y puñales. Recomiendo en abierto la publicación “Naturaleza común. Relatos de no ficción de excombatientes para la reconciliación”.  (marzo ,2021) que pueden ayudarnos a entender mas claramente lo que se intenta divulgar hoy en Colombia.

Desde luego este mayo también es el aniversario del movimiento social mas importante desde la democracia en España, que ha revolucionado lo social partiendo de la indignación pacífica y tomando las plazas de Madrid primero y propagándose poco después en múltiples mutaciones individuales y colectivas.

“El mayo del 15M nunca existió” podríamos decir si solo nos fijáramos en las bobadas que estos días se replican para hacernos creer que no estuvimos allí. Pero como todo fenómeno social libre, y no de esa libertad calculada y programada institucionalmente, supo ver lo intolerable y al mismo tiempo lo posible. Claro que estuvimos en Sol y en todas las plazas colindantes, y entre cada vez más gente diversa se fue creando, de repente y de manera improvisadamente lucida, toda una nueva existencia social en la calle. Se conjuntaban ideas, palabras, gestos, donde se exponían tanto los fracasos de un régimen democrático que gobernando a turnos nos había paralizado. Se crearon propuestas que buscaban nuevas relaciones sociales con el cuerpo, con el tiempo, con la naturaleza, con la cultura y la educación. Se proponía otra política, otros posibles, distinta a la imperante incapaz de dar con los problemas acuciantes de desigualdad, falta de viviendas y una vida digna. Una indignación que exigía responsabilidades a la corrupción estructural del partido popular, así como una apertura plural e inclusiva a un Partido socialista que poco a poco había acallado y reducido lo social a sus propias consignas.

Después del 15M sabemos bien a qué y a quienes se dirigen las reformas que cada uno promete, igual que sabemos que “no hay más solución que la solución creadora”. Solo reconversiones creadoras ayudarán a salir de estas crisis ya acumuladas que tomen es relevo de aquel Sol colectivo. Todavía hay demasiados hijos de aquella toma pacifica, aunque ellos no sepan que lo son, y esto ocurre en todo el mundo. ¿Con qué deseos?: “15 M. La revolución como una de las bellas artes”. (El Faro crítico. 2013).