El envejecimiento conduce a cambios funcionales en el hipocampo, una estructura cerebral que es fundamental para el aprendizaje, haciendo que la capacidad de aprender nuevas tareas disminuya con la edad. A nivel celular, se reducen los contactos sinápticos, la fuerza sináptica y la plasticidad, la neurogénesis del hipocampo disminuye con el envejecimiento, y los estudios de imágenes han demostrado atrofia del hipocampo en personas de edad avanzada.

Estas consecuencias perjudiciales del envejecimiento pueden prevenirse o revertirse mediante el ejercicio. De hecho, los adultos mayores que hacen ejercicio durante toda la vida tienen menos pérdida de tejido cerebral que los individuos sedentarios.

La falta de actividad física a cualquier edad es una de las principales causas de obesidad. El ejercicio no solo ayuda a mejorar la salud física, sino que también el rendimiento académico, ya que son evidentes los efectos positivos de la actividad física en la cognición y las funciones cerebrales a nivel molecular, celular, de sistemas y de comportamiento. Un número creciente de estudios respalda la idea de que el ejercicio físico es un factor del estilo de vida que podría conducir a una mayor eficacia del sistema inmunitario.

La disminución de la neurogénesis en ratones de edad avanzada se invirtió al 50% al hacer ejercicio constante. Además, la buena morfología de las nuevas neuronas no difirió entre los corredores jóvenes y de edad avanzada, lo que indica que la maduración inicial de las neuronas recién nacidas no se vio afectada por el envejecimiento en los que son activos físicamente.

La neuroinflamación y el envejecimiento van unidos y el ejercicio tiene potentes efectos antiinflamatorios.

El ejercicio, entre otras estructuras, afecta al hipocampo que tiene un papel fundamental en el aprendizaje y en la formación y consolidación de la memoria, participando de manera crítica en la regulación de las emociones, el miedo, la ansiedad y el estrés. Regula, equilibra todo ello por vía hormonal y factores neurotróficos.

El ejercicio potencia y mantiene la plasticidad sináptica, así como la potenciación y la depresión a largo plazo (memoria a corto y largo plazo).

La neuroplasticidad es la capacidad de adaptar y reorganizarse a estímulos internos o externos y ocurre a nivel celular, de redes y de comportamiento, que se refleja en la arquitectura de las propiedades intrínsecas de las neuronas y circuitos del hipocampo.

El ejercicio aumenta la formación de nuevas neuronas del hipocampo, necesarias para los nuevos almacenajes de memoria, así como las concentraciones de factores neurotróficos y la mejora de la cognición. Los posibles factores circulantes en la sangre responsables de este efecto se identificaron mediante proteómica de plasma.

Después del ejercicio, además, tenemos circulando las mioquinas antiinflamatorias del músculo esquelético, y se mejora el hígado ylas hepatocinas hepáticas. El hígado es un órgano endocrino que emite sus propios factores, denominados hepatocinas, como reguladoras del metabólico y del sistema inmune y como indico, activadas con el ejercicio.

Así mismo, también perdemos grasa porque las adipocinas derivadas de la grasa también se activan. En años recientes se ha reconocido que el tejido adiposo secreta varias moléculas bioactivas llamadas adipocinas o “adipocitocinas”, que provienen principalmente del tejido adiposo blanco (TAB) y tienen un papel primordial en la homeostasis de varios procesos fisiológicos, entre los que se incluyen, la ingesta de alimentos, la regulación del equilibrio energético, la acción de la insulina y el metabolismo de la glucosa.

Al hacer ejercicio activamos la resistina, la leptina y adiponectina, descritas por su función en mi libro sobre Dieta Mediterránea y Ejercicio Físico. También participa en la remodelación general de la vascularización, la regulación de la presión arterial y la coagulación. Por ejemplo, el sedentarismo puede producir trombosis e hipertensión.

Estos factores pueden funcionar no solo directamente en el cerebro sino también, como se ejemplifica en el trabajo de Horowitz et al., a través de una extensa conversación cruzada entre tejidos. (“Blood factors transfer beneficial effects of exercise on neurogenesis and cognition to the aged brain” Alana M. Horowitz, Science,  10 Jul 2020).

En conclusión: el ejercicio afecta directamente al cerebro e involucra una gran cantidad de tejidos. Es el único medicamento antiedad comprobado. El estrés continuado en el tiempo es un factor decisivo para acelerar el envejecimiento. Y estamos en una situación de estrés colectivo por la pandemia y por los mensajes disruptivos de la estabilidad institucional nacional de la que se encargan un par de agrupaciones políticas, que creen que con ello se gana elecciones. Lo que indica que nuestro bienestar no le interesa.

Fuente original: Proa Comunicación