Medio centenar de vendedores que ponen puestos en el recinto ferial se concentró ayer en el ayuntamiento para protestar por la subida de los precios que deben pagar por trabajar en la feria. El consistorio había fijado 42 euros por metro cuando el pasado año eran 36; esto les supone una subida media de 50 euros por puesto respecto a la pasada feria. La protesta resultó efectiva, ya que tras una reunión con responsables del equipo de gobierno al final pagarán lo mismo que el pasado año, aunque con el compromiso de que todos afronten estos pagos, algo que no viene sucediendo en todos los casos, según el consistorio.

Además, los vendedores denunciaron que en las calles donde venden "no hay luz, ni agua ni servicios y pasan muy poca gente por ahí", señaló ayer una de estas personas, que pidió que el ayuntamiento "sea un poco más sensible" ante su situación. Para buscar una solución se concentraron primero en el patio del ayuntamiento, de donde fueron invitados a salir por efectivos policiales, y después a las puertas del consistorio, donde llamaban la atención de quienes pasaban por allí.

Ante estas peticiones, fueron recibidos por el alcalde de Mérida, Ángel Calle, y el concejal de Festejos, Luis Valiente, que indicó que han aceptado las mismas rebajando el precio que se había establecido hasta pagar igual que el pasado año, y que ubicarán en el lugar puntos de luz, agua y aseos. Sin embargo, el ayuntamiento estará pendiente de que todos los vendedores paguen por ocupar la vía pública para poner sus puestos, ya que hay casos en que no desembolsan la tasa correspondiente.

Los vendedores se han mostrado satisfechos con ese compromiso y ahora esperan que de las palabras se vaya a los hechos porque la feria comienza esta noche de manera oficial. La gran mayoría de estas personas son inmigrantes procedentes de países sudamericanos que llegan con familias enteras, además de personas de origen magrebí y de diversos países más de Africa.

Todos ello se colocan en las inmediaciones del recinto ferial para vender sobre todo artículos habituales en sus países de origen, en mayor medida ropa y bisutería. Trabajar durante todos los días de la feria les cuesta 250 euros para un puesto de seis metros, un dinero que no es fácil de amortizar, aseguran.