El 11,5 por ciento de los menores extremeños (8,6 por ciento en España) requiere gafas, lentillas o terapia visual pero la situación económica de sus familias, en el umbral de la pobreza, no lo permite, lo que conlleva problemas en su desarrollo y aprendizaje.

Según el informe «Radiografía de la pobreza visual infantil en España», elaborado por la asociación de utilidad pública Visión y Vida, este problema afecta más a territorios como Ceuta (19,8 %), Extremadura (11,5 %), Asturias (10,7 %), Andalucía (10,5 %) o la ciudad autónoma de Melilla (10,1 %).

Por contra, la pobreza visual infantil se sufre en menor medida en el País Vasco, donde solo aqueja al 5 % de los niños, Navarra (5,3 %), Aragón (5,7 %), Comunidad de Madrid (6,7 %) y Castilla y León (6,9 %).

En el resto de comunidades el mapa de la pobreza visual obtiene los siguientes porcentajes: Canarias y Comunidad Valenciana (9,4 %), Galicia (9,1 %), Murcia (9 %), Cataluña (8,5 %), Baleares (8,4 %), La Rioja (7,9 %) y Cantabria y Castilla-La Mancha (7,7 %).

En la presentación del estudio, el presidente de la asociación, Salvador Alsina, ha señalado que «la única tasa posible de pobreza visual sería la de cero» porque no ver bien en los primeros años de vida reduce las oportunidades de futuro, genera fracaso escolar y aisla al menor.

«España no debería permitirse ni un solo caso de pobreza visual por un problema económico», ha subrayado Alsina en la publicación de la radiografía con motivo del Día Universal del Niño, el próximo 20 de noviembre.

A su juicio, es imprescindible entender la salud visual como un elemento de igual importancia que el resto de carencias. «Un menor con un problema de visión no compensado puede ver comprometidos sus resultados académicos, fracasar en su desarrollo como persona y afectar a su futuro como miembro de la sociedad», ha señalado.

Ha explicado que algunos de los problemas que surgen son de comprensión lectora y de expresión, lo que suele derivar en exclusión social.

Y ha asegurado que son frecuentes los casos de personas que en la etapa adulta descubrieron que su problema de aprendizaje se debió a un defecto visual que podía haberse detectado con una revisión y compensado con unas gafas.

Una de las propuestas del estudio es trabajar de forma interconectada con el centro educativo, que es donde se detectan gran parte de los problemas del niño.

Han demandado ayudas para suplir estas carencias desde los diferentes fondos europeos. EFE