Las indagaciones practicadas desembocaron en la inspección de una parcela situada dentro del término municipal de Plasencia.
La banda, dirigida desde Sevilla, operaba en varias provincias andaluzas y en Badajoz, donde se les atribuye la comisión de más de un centenar de robos valorados en medio millón de euros.
Dos de sus integrantes se movían por diferentes ciudades de España y un tercero almacenaba los objetos sustraídos.
Dentro de los numerosos robos que venían siendo investigados, cabe destacar el cometido en una casa rural.
A uno de ellos, también se les instruyó diligencias por delito de atentado a agentes de la autoridad, al intentar envestirlos durante su huida.
Los detenidos actuaban siempre del mismo modo: seleccionaban casas de campo en las que no hubiera nadie, forzaban puertas y ventanas para entrar y sustraían todo tipo de objetos de valor,