Cinco personas han muerto en el área de salud de Cáceres en la última jornada, dos en la de Plasencia y una en la de Navalmoral. De las nueve personas que perecieron, ocho lo hicieron en Cáceres y sólo una en la provincia de Badajoz. Nunca costó tan caro elegir una provincia para vivir.

Por Isidoro CAMPOS

Por enésima vez, y ya van decenas, las estadísticas nos traen desolación y muerte. Nos asomamos a la pantalla de nuestros dispositivos para analizar el presente y jugar a adivinar de qué vendrá disfrazado el futuro.

Los que hemos desplegado todos nuestros esfuerzos en el mundo rural, aun a costa de saber lo mucho que nos perjudica en muchos aspectos, nos hemos anticipado al comodín frecuentemente utilizado por los urbanitas que nos encasillan en la "España vaciada". Despertamos cada mañana para salir de nuestro aislamiento moral -que no domiciliario- y soñamos despiertos con una realidad que nos supera emocionalmente.

Entre tanta cifra nos vemos obligados a profundizar en el análsis, porque los números así, puestos encima de la mesa, son como la escarcha, tan fríos que apenas dejan hueco para desparramar nuestros sentimientos. Y entonces descubrimos el suma y sigue de cada jornada, la triste letanía de víctimas agolpadas en dos provincias hermanas con un objetivo común.

Una de las ventajas de nuestra peculiar ruralidad es la dispersión geográfica, pero de poco ha servido, pues nos hemos convertido en la segunda región con mayor índice de letalidad de España. Y Cáceres en la provincia de Extremadura con más del 80% de fallecidos.

Es tal la frialdad con la que se anuncian las muertes de nuestros mayores -siempre con nuestro consentimiento como informadores y lectores- que apenas pasa desapercibido que han muerto 312 personas en Extremadura como consecuencia del coronavirus. O lo que es lo mismo, 257 en la provincia de Cáceres y 55 en la de Badajoz.

Llevamos semanas intentando descubrir el porqué de tan abultada desproporción y las teorías ofrecidas aportan poca luz al análisis, y resultan poco esclarecedoras: las autoridades sanitarias han dado explicaciones sobre el elevado número de contagiados en una provincia respecto de la otra, pero no han analizado -o al menos no han informado- cuales son los motivos de que, entre los positivos, mueran muchas más personas en Cáceres que en Badajoz. 

Estamos de acuerdo en que en Arroyo de la Luz hubo un brote muy importante que afectó a la zona conocida popularmente como la de "los lecheros" (el propio Arroyo, Malpartida y Casar de Cáceres, entre otros). También podemos estar de acuerdo en que hay muchos más ciudadanos de Madrid con una segunda residencia en la provincia de Cáceres que en la de Badajoz y que pudieron convertirse en fuente de contagio.

Pero no podemos asumir, bajo ningún concepto, argumentos como que en la provincia de Cáceres mueren más personas "debido a la evolución clínica" de cada paciente o al "índice de envejecimiento", más acentuado en la provincia cacereña que en la pacense.

De ser ciertos tales argumentos podríamos decir que los cacereños evolucionan clínicamente peor que los pacenses -sin que exista ninguna teoría que lo avale-, lo que incrementa de forma notable sus posibilidades de morir. O que los de Cáceres son más viejos que los de Badajoz y por eso son más vulnerables al enfrentarse a la enfermedad, y ello a pesar de que, según el Instituto Nacional de Estadística, apenas hay un punto de diferencia entre el índice de envejecimiento entre provincias.

No queremos saber por qué existen más contagiados en la provincia de Cáceres que en la de Badajoz, que eso es agua pasada. De lo que se trata es de saber por qué entre los ya contagiados, ya sean de una provincia o de otra, mueren más del 80% de ellos en la provincia de Cáceres. A ver si alguien se entera que no hablamos de números, sino de porcentajes. Porque una vez que una persona anciana entra contagiada en un hospital, tiene más de un 80% de posibilidades de sobrevivir si lo hace en Badajoz.