Los doce franciscanos que partieron de Belvís llegaron a San Juan de Ulúa el 13 de mayo de 1524 y un mes después a la ciudad de Méjico. Los conocidos como «los doce apóstoles» franciscanos partieron a América a instancias de Hernán Cortés y se convirtieron en los primeros misioneros franciscanos en alcanzar el Nuevo Mundo y evangelizar a sus habitantes.

El vicario general de la Diócesis de Plasencia, don Francisco E. Barrado, presidió esta semana la eucaristía que ha abierto el programa de celebraciones en este peculiar enclave, el convento de San Francisco del Berrocal de Belvís de Monroy, donde hace 500 años se fraguó la salida de los doce apóstoles de Belvís hacia América.

De este modo, la eucaristía conmemorativa marcaba el inicio de los actos de la efeméride que supuso la introducción de la fe católica en América y, posteriormente, a Filipinas, para ensalzar la figura de los doce apóstoles y su vocación misionera. Don Francisco insistió en el carácter misionero de la Iglesia que ha llevado la luz del Evangelio a todas partes y exhortó a todos los asistentes a que sean testigos de ello.

En las peticiones se rogó por el Papa, por nuestro Obispo y su pronta recuperación, por los sacerdotes y diáconos, por todos los religiosos y consagrados, y también por los más necesitados, especialmente en los países de misión. También se rogó por todos los congregados para celebrar la fiesta de la Conversión de San Pablo en la conmemoración del quinto centenario de la partida de los doce frailes a Méjico, para sentir la llamada a evangelizar.

En su acción de gracias se recordó que hace 500 años el grupo de los doce apóstoles partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda hacia Nueva España (Méjico) en un viaje de enorme importancia por la trascendencia que tuvo su labor en aquellas tierras, hasta hoy, pues ellos se encargaron de facilitar y favorecer la inculturación del Evangelio, de buscar el entendimiento y la fusión entre dos mundos completamente diferentes: Europa y América.

Javier Timón, cronista oficial, lamentó que aquella proeza de la humanidad, y por tanto de carácter universal, protagonizada por esos doce hombres humildes y sencillos, pero con una determinación y una fuerza de espíritu a prueba de todo obstáculo, «pasara prácticamente desapercibida en nuestro país, siempre tan propenso a olvidar a sus héroes, cuando no a denigrarlos”.

«No obstante, nadie podrá borrar ya su obra, labrada a fuerza de tesón, de esperanza y fe inquebrantable en Cristo Jesús, nada, ni nadie podrá borrar que ellos fueron los primeros en difundir la verdad del Evangelio», dijo, al tiempo que agradeció al vicario general su presencia y palabras, así como el apoyo de la corporación municipal y de las parroquias de Belvís y de las Casas de Belvís.