El resultado electoral a nivel local lo ha dejado muy claro: ha echado fuera a los dos partidos que defendían de manera vergonzante el muro para Navalmoral de la Mata. E incluso a nivel regional, igualmente al partido que de manera insensata no apoyaba la mejora opción, así analizada y reconocida por ámbitos profesionales de la accesibilidad y del urbanismo, también ha quedado fuera. Un actual gobierno en funciones a nivel estatal no pone fácil la pertinente modificación del proyecto a pesar de tener todos los apoyos del partido en coalición.

       Ha pasado julio y agosto y el intento de Adif para comenzar la destrucción de la parte urbana del tren rápido, nada más conocer los resultados electorales, se ha dejado sentir rápidamente. Evidentemente si cortan calles, o eliminan arbolado urbano deben comunicarlo al Ayuntamiento a fin de tomar las medidas de seguridad de tráfico y peatones. Se trata de una obra en superficie que no solo amuralla la ciudad, también ocupa espacios urbanos enormes, creando tres rotondas con grandes recorridos y con la realización de 6 pasos subterráneos y largas rampas, el desastre, durante la obra, automovilístico y peatonal va a ser catastrófico.

Es indudable que el soterramiento de la línea en 1,5km, más las dos rampas de entrada y salida, también acarreará inconvenientes de automóviles y personas, pero a cambio de no invadir y eliminar parte de la ciudad; a cambio de obtener un modelo de ciudad con un futuro abierto, cómodo y permeable. Ahora mismo ya tenemos una valla separadora para saber de qué estamos hablando cuando decimos No al Muro, y Sí al Bulevar, y por qué toda la población y comarcas vecinas exigen el soterramiento.

¿Puede Adif invertir 100 millones de euros en destruir una ciudad? ¿Puede un Ministerio de Trasportes, Movilidad y Agenda Urbana decidir una infraestructura incumpliendo la ley? ¿Puede el actual gobierno extremeño ignorar su propia legislación a fin de amurallar Navalmoral de la Mata? ¿Puede el alcalde moralo estar lejos de toda la ciudadanía?

¿Podemos la gente, dadas las circunstancias, hacer algo más de lo que hemos hecho hasta ahora?

Y en esas estamos. En el “Ahora o nunca”. En defensa de un modelo de ciudad que primero no incumpla la Constitución y legislación vigente, no use los fondos europeos para destruir el tejido comercial y social, y escuche a toda la población que reclama justicia, y que sigue exigiendo una infraestructura y servicios ferroviarios, que ponga a las personas en el centro.

La ciudad del siglo XXI no es un conjunto de edificios, de bloques, de casa alineadas y calles sin más, es fundamentalmente un conjunto de relaciones humanas, entre las personas y los espacios, entre sus recorridos y necesidades, entre sus vivencias y trabajos, entre el clima y el planeta que nos acoge. Todavía recordamos las aberrantes palabas de la presidenta de Adif (septiembre 2021), cuando en video conferencia para intentar engañarnos afirmaba que un muro haría la ciudad más cómoda, y puso como ejemplo que en toda ciudad ya hay muchos muros, que son las paredes de los bloques de viviendas que nos obligan a rodearlos. Y todo esto sin vergüenza ninguna.

No debemos consentir que nos pisoteen, que nos consideren como ratas bajo tierra, que solo vean a Navalmoral como un punto en el mapa, como un nodo de comunicaciones sin gente a la que dar servicio.

Y en estas, las responsabilidades políticas son decisivas. Y lo son por la confianza que trasmiten en defensa de un diseño de ciudad más humano y sostenible. Para todos y todas, sin discriminación posible. ¿Cómo van a vivir todas las personas que trabajan y habitan en la parte norte de la ciudad? ¿Les pondrán un autobús para todos en cualquier momento, como así dijo la anterior alcaldesa, cuando ni siquiera para ir al hospital funciona? Algunas personas con cargos políticos tendrán algún día que pedir perdón cuando prosperen los recursos jurídicos en marcha.

Porque la responsabilidad asumida por el alcalde o alcaldesa, que representa a toda la ciudanía, es moralmente decisiva.  Y no vale tener la misma cantinela de siempre, la de echar las culpas a los otros, y mientras tener discursos llenos de promesas sin contar con la participación activa ciudadana. Sí, de todos los colectivos, asociaciones comunidades de vecinos, pymes, centros de formación y tejido industrial. Porque el muro, si se llega a materializar, va a impedir cualquier otro desarrollo que se plantee, sea industrial, sanitario o de ocio. Ya lo estamos sufriendo con el actual vallado y solo dos pasos a nivel, lo cual no quiere decir que ya nos hemos acostumbrado a convivir con impedimentos y barreras. Y esto debe ser asumido por un gobierno regional con todas las consecuencias, porque bien conoce que el modificado que se exige para poder soterrar el tren no impide paralizar ningún tren en la región, dado que la continuación a Toledo- Madrid nadie sabe (ni siquiera el Ministerio) cuándo tendrá el proyecto aprobado y toda su ejecución terminada.

Navalmoral sigue perteneciendo a Extremadura y siempre ha defendido y apreciado el tren a su paso por la ciudad. Y lo quiere seguir haciendo. Ha crecido gracias a las comunicaciones ferroviarias y, por tanto, no quiere morir en el intento de tener, por fin, un tren electrificado que la haga invivible para los próximos 200 años. Los potenciales viajeros de todas las comarcas vecinas no pueden encontrase con una estación que no permita ni estacionar, ni despedirse, ni encontrar un taxi. No pueden encontrase con un caos de vehículos y personas que hagan el suso adecuado de la estación intermodal de autobuses, la cual tendrá enormes dificultades en la entrada y salida de la misma. No pueden encontrase con que el único espacio verde cercano (parque municipal) mutilado para hacer pasar un túnel subterráneo a ninguna parte. Mas de 200 árboles van a desaparecer si dejamos construir el muro.

De nada sirve tener una ciudad donde no puedas tener espacios compartidos, facilidad para desplazarte o moverte sin necesidad de coger el coche, facilidad para encontrase con los demás sin que las personas con discapacidad, personas mayores, mujeres, niños y niñas se sientan amenazados y obligados de manera infame.  ¿Hay que conducir para ir a comprar a la tienda o al supermercado? ¿Cómo llegamos al comercio mas cercano, al restaurante o cafetería para vernos? ¿Dejaremos que los niños y niñas de una parte puedan hacerlo con toda seguridad y sin temores? ¿ Para qué crear nuevos puntos negros e inseguros para las mujeres?

¿Qué carta urbana del paisaje podría tener Navalmoral con un muro que la divide? ¿Lo tenemos que comprobar cuando las obras ya estén encima sin remedio? ¿Nos lamentaremos entonces de no haber sido más contundentes? ¿Qué plano urbano se dará a los visitantes, propios y ajenos? ¿Navalmoral, acaso, para seguir teniendo el tren rápido exigido hace 40 años, ya no es una ciudad extremeña?

¿Lo vamos a consentir? “Ahora o nunca”. Gobiernos, administraciones, diputados y diputadas, senadores y senadoras hay una responsabilidad que asumir en defensa de algo que está poniendo en peligro que Navalmoral de la Mata sea una ciudad habitable, es decir que incremente la sociabilidad, la salud mental y la cohesión, igualdad e inclusión territorial.

Toda la ciudadanía morala y comarcal lo seguimos exigiendo semana a semana, y el próximo jueves, día 14 de septiembre, lo haremos de manera multitudinaria en la plaza de la estación de trenes de Navalmoral de la Mata.