(Hacia una ecología de la atención).

“El lugar donde estamos y el pueblo que formamos no son nunca una abstracción, siempre son el resultado de un choque”. Bruno LATOUR (Filosofo, sociólogo y antropólogo francés. 1947-2022).

En el panorama actual, decir “el sol sale” es la manera más alentadora para referirnos a nosotros mismos, y sale tanto de día como de noche dependiendo de donde nos situaremos en el planeta. Que Extremadura esté en el oeste español y no sintamos amanecer tan fácilmente, como en otros lugares, es solo un acto personal de la imaginación. ¡Claro que también aquí amanecemos!

En 2003 el presidente Ibarra (Rodriguez Ibarra) quiso que amaneciéramos al mundo con la propuesta de un gran polo petroquímico industrial, auténtico plan global de industrialización regional anunciado en su discurso de investidura, a fin de ofrecer lo que la historia siempre nos había negado. Aunque el petróleo se agotaba, una gran refinería supondría atrapar el tiempo perdido de una región obstruida históricamente en su desarrollo industrial. La propuesta, por tanto, era volver al siglo XIX. No se daba por creíble que el petróleo estaba en su final, como tampoco que su combustión provocaba el calentamiento global. En la región no había cambio climático. ¿Cómo iba a haberlo si no teníamos industria?

Entonces Extremadura sí lo entendió y volvió a decir no a la refinería, como ya lo había hecho con la energía nuclear y esto supuso un final ibarrista tan lamentable que solo quedaba volver a intentarlo abriéndose al mar que no tenemos geográficamente. Y para esto, puso en marcha, en pleno boom del ladrillo, las “Marinas de Oro”, la creación de nuevas ciudades en distintos lugares de la región aprovechando los pantanos, esa costa tan dulce como desaprovechada para las arcas regionales. El presidente Ibarra se despedía regalándonos el primero de los proyectos anunciados en la isla de Valdecañas, aunque la presión social y denuncia jurídica, junto con la crisis del 2008, frenó el resto de proyectos en mente.

Y de esa herencia así pregonada, el presidente Vara (Fernández Vara) la recoge soñando con un futuro nuevo, un amanecer más próximo, y no con ese pasado tan añorado como irrealizable. Ciertamente no teníamos petróleo (el presidente Vara reconoce que la refinería fue un gran error) y el posible uranio (Sierra Suroeste) es rechazado por vecinos y ayuntamientos, así como inservible con las centrales nucleares españolas con calendario de cierre aprobado.

¿Qué es lo que puede crear riqueza en los territorios? ¿Quizá una gran fábrica de automóviles como siempre reclamaba el presidente Ibarra? ¿Quizá la energía solar para exportar a toda Europa? ¿Quizá nuevos megaproyectos en pleno campo?

En un momento en que la industria española del automóvil se reduce drásticamente aún queda el coche eléctrico como solución momentánea y la región se ofrece como nueva tierra de extracción de minerales. ¿Qué tenemos? Pues resulta que lo que sí hay, bajo tierra, es el litio en roca. Otra vez a vueltas con el “Filón de Oro” que tanto precisamos para industrializarnos, aunque no se disponga ni se prevea de sufriente agua para llevarlo a cabo.

Tanto mineral de litio hay en Extremadura que se impulsan los yacimientos en la región como los mayores de toda Europa. Y, como añadidura, ya podemos creernos un desarrollo de manera endógena. El “litio está en nuestra tierra” e incluso se legisla para obligar a su aprovechamiento en la región, a expensas de discrepancias posibles con el Gobierno del Estado.  Se sigue evocando la política europea que considera a todos los minerales como reservas estratégicas en ese nuevo lenguaje más próximo al conflicto bélico permanente que a la prosperidad territorial. Desde el principio la ciudadanía extremeña sigue sin entender como al presidente Vara parece no importarle que uno de los yacimientos se encuentre a las puertas de una ciudad de 100.000 habitantes

Igual que el sol pasa todos los dias por encima de nuestras cabezas, el presidente Vara ve la transición energética como una oportunidad para acabar de industrializar el campo, e impulsar nuevas ciudades que atraigan nuevos pobladores más ricos y elitistas.

Allí donde el presidente Ibarra, con la energía solar, solo veía espejos ahora se da prioridad a que las nuevas plantas fotovoltaicas tengan territorio libre en Extremadura, antes de que se nos adelanten otros. Que las empresas propietarias las denominen “Agrovoltaicas” suena mucho mejor, así de un plumazo vamos eliminando a tantas generaciones agrarias envejecidas y sin relevo.

Allí donde el presidente Ibarra veía un turismo de elite prometedor en El Gordo (Marina-Valdecañas), ahora el presidente Vara ve un turismo familiar que algunos han denominado de “juego y prostitución”, en Castilblanco ( Elysium o el nuevo eurovegas).

¿Qué invento de futuro próximo es este?

El presidente Vara nos lo acaba de decir para finalizar el año, pidiéndonos “ambición “y “coraje” para asumir todo lo propuesto, impulsado y requerido. Un feliz año que lo será lógicamente para los grandes inversores (fondos buitre y en paraísos fiscales) y grandes capitales (energéticas y fondos adquiriendo tierras agrarias) a los que se les abre la puerta grande administrativa, es decir normas y decretos regionales a su medida. Las puertas pequeñas, que es por donde pasa la gente, siguen siendo angostas, ruines y, demasiado alejadas para que la ciudadanía pueda ser escuchada y participar activamente antes de que no quede nadie con quien poder hacerlo.

Pero el presidente Vara donde más experiencia ha cogido es con el ferrocarril. Ha tenido que ser un pastor quien divulgara en redes la existencia de traviesas de madera, o vecinos y movimientos sociales reclamando más y mejores servicios en todas las líneas regionales. La verdad es que el presidente declara que se siente satisfecho a pesar de que en estos 20 años solo se haya invertido 80 millones de euros anuales o se hayan construido 8 km de vía doble y electrificada cada año. Y lo más grave es no tener el coraje para exigir a Adif que la línea de velocidad alta no destruya la ciudad de Navalmoral de la Mata que tanto la población como los estudios de profesionales continúan haciéndoselo saber. ¿A dónde el presidente Vara quiere llegar de esta manera? Desde luego no a Salamanca, a Astorga, ni a Toledo y Madrid y mucho menos a Lisboa.

Desde luego todo esto no define el carácter de los presidentes. La región y España, han salido de una dictadura implacable y han prosperado sin duda alguna.  Pero la situación actual, por inevitables necesidades climáticas, requiere reformular el alcance social, económico y ambiental junto con la gente. El actual gobierno de coalición es todo un ejemplo a seguir también en Extremadura.

¿Cómo es posible que el año se despida pretendiendo legalizar lo que la justicia, en Valdecañas, ha sentenciado seis veces? ¿A qué futuro populista se recurre? ¿Acaso los argumentos de la ciencia biológica no sirven ya?  O ¿Es que alguien se cree que ha generado tanto empleo como divulgan? Desde luego no nos lo parece a la gente que vivimos en la zona como para mantenerlo a toda costa.

¿Feliz año 2023?

Claro que vamos a celebrar las primeras comunidades energéticas locales en Extremadura. Celebrar un urbanismo y construcción bioclimática. Celebrar que los productos sanos y no despilfarradores de agua se produzcan con el máximo equilibro entre suelo-producto-persona. Celebramos que los podemos adquirir en los mercadillos y tiendas de cada localidad, y de la mano de cocineros que saben trasmitir el sabor cercano de la huerta. Celebrar toda la cultura regenerativa agraria y cada obrador comunitario. Celebrar que cerca de los colegios e institutos también hay un bosque con el que aprender. Celebrar que la Universidad promueve el espíritu crítico y la ciencia ciudadana. Celebrar que la pregunta del año sea ¿Qué te gustaría llegar a ser? Celebrar que el hijo, la hija de artesanos triunfen en el nuevo negocio abierto. Celebrar todo lo que vamos haciendo juntos sin que nadie nos lo dé hecho. Celebrar que las empresas y autónomos se realizan también a través de las relaciones sociales. Celebrar la independencia de las mujeres y su estela de emancipación.

También en Extremadura queremos sentir la tierra bajo los pies y no como si fuéramos montados en una nave espacial ajena a los recursos disponibles, a las personas y a un entorno social, ambiental y económico que deseamos armónico y no discriminatorio.

JOSÉ Mª GONZÁLEZ MAZÓN es activista social-ecologista.