Como si de un cartel taurino se tratare, tres aficionados a la conocida como Fiesta Nacional, se dan cita en este libro para revelarnos la fiesta taurina en Trujillo, sus antecedentes históricos, la fiesta taurina contemporánea en la localidad, los festejos celebrados, las ganaderías y los toros y toreros trujillanos, que completa una galería fotográfica y el aparato bibliográfico correspondiente.[1]

Los autores son: José María Moreno Bermejo (Trujillo, 1945), aficionado a los toros, su historia y cultura, secretario general de la Unión de Bibliófilos Taurinos de España y autor de varios libros sobre la temática taurina; José Antonio Ramos Rubio (Trujillo (1963), cronista oficial de la ciudad y uno de los fundadores de la Peña Taurina de Trujillo; y Carlos Jesús Lozano Palacios (Trujillo, 1966), profesor de Enseñanzas Medias, coordinador de los Coloquios Históricos de Trujillo y aficionado a la tauromaquia desde el punto de vista histórico e investigador.

En el prólogo, del periodista Federico Arnás Lozano subraya los dos valores que constituyen la espina dorsal de la obra: el documental y los que impregnan a los trujillanos y definen la esencia de la ciudad y señala como parte cabal de ese espíritu el hecho taurino.

Los autores recuerdan en la Introducción que a lo largo de los siglos se celebraron en Trujillo capeas y corridas de toros y que los conquistadores que se marcharon a América entre los siglos XVI y XVII llevaron esta tradición a Perú y México. De hecho, la primera corrida de toros que presenciaron los limeños en abril de 1538, para celebrar la batalla de las Salinas, fue organizada por Pizarro.

Los primeros festejos taurinos de los que se tienen noticia celebrados en la localidad son los juegos de cañas y toros, una mezcla de ejercicios militares y toreo a caballo, que se celebraban en la Baja Edad Media extramuros de la villa. En la literatura de la época está presente la fiesta taurina en multitud de textos. En la Cantiga número 144 de Alfonso X el Sabio se recogen los festejos taurinos como uno de los más populares que tenían lugar en las ciudades. La afición festiva más arraigada en las localidades de la diócesis de Plasencia es la taurina. Incluso, a veces, se recurría a corridas de toros para conseguir los fondos necesarios para reparar iglesias y ermitas. Existen ejemplos de numerosas canciones populares del Valle del Jerte y de la Vera que se inspiran en temas taurinos y son cantadas en las rondas durante las fiestas patronales. El primer dato documental del que existe constancia de la celebración de juegos de toros en Trujillo corresponde la crónica del rey Enrique II. En abril de 1430, con motivo del nombramiento de Trujillo como ciudad, por el rey Juan II, se lidiaron toros en el espacio placero. Las fiestas más extraordinarias fueron las celebradas en 1519 con motivo de la elección de Carlos I de España como Emperador de Alemania. En la segunda mitad del XVI se formuló una prohibición papal de Pío V de las fiestas taurinas, lo que provocó su declive, aunque no en Trujillo, que continuó con la afición a los toros. Clemente VIII, en 1516, levantó todas las prohibiciones sobre los festejos taurinos. El 21 de noviembre de 1575 firmó el famoso voto para “correr toros” en las fiestas del Corpus y el día de Nuestra Señora de Agosto, en la fiesta de la Natividad y en las fiestas de san Andrés. El 13 de marzo de 1583, el rey Felipe II estaba en Trujillo, lidiándose seis toros en su honor.

Trujillo siempre ha tenido una gran afición a los toros. En el primer tercio del siglo XX, los toreros destacados en la ciudad fueron: Juanito Díaz Trespalacios, Julio Sagasta “Sagastilla” y Jacinto Ramos “El Curro”. En 1912 se restaura la capilla de la Virgen de la Victoria en el castillo y con tal motivo tuvo lugar un festejo taurino. A partir de 1916 tuvo especial protagonismo en la organización de las becerradas la Sociedad La Protectora para ayudar a la clase obrera. Fue muy popular la celebrada el 25 de julio de 1919, en la que se dieron cita los cojos de la ciudad. A lo largo de los años se celebraron becerradas en las fiestas de san Cristóbal o el día de Santiago para los soldados. En 1926 se celebraron capeas durante cuatro días. En 1930, con motivo de las fiestas patronales, se celebraron capeas en la plaza mayor, en las que comenzó a destacar un torero trujillano: el célebre Oliva. El 25 de julio de 1931 se organizó un importante festival para remediar la crisis obrera en la ciudad. Entre 1932 y 1934, el gremio de los artesanos organizó el mayor número de becerradas. En 1944 se celebraron las primeras capeas tras la Guerra Civil. A lo largo de los años no han faltado las tradicionales capeas como divertimento durante las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Victoria y la Virgen de la Piedad. En 1958 hubo capeas extraordinarias con motivo de las fiestas de la Hispanidad. Asimismo, hay que destacar los celebrados en junio de 1965 con motivo del VII Festival Folclórico Hispanoamericano y las capeas extraordinarias celebradas en 1968 con motivo de los 25 años de la estancia en Trujillo de los hermanos de La Salle del colegio Santiago y santa Margarita. El 11 de agosto de 1995 se fundaba el Club Taurino de la localidad, que en 1997 dio una cena a Joselito y el 22 de diciembre de 1999 entregó a José Tomás el trofeo al diestro triunfador de la temporada.

Dada la enorme afición que tenían los trujillanos a la fiesta taurina, era lógico que la ciudad tuviera una plaza de toros fija. Existen documentos que acreditan que existió una plaza de toros en la antigüedad, junto a la ermita de Nuestra Señora de la Piedad, en el área que hoy ocupa la actual plaza de toros. El 19 de marzo de 1809 los franceses entraron en Trujillo y destrozaron la ermita y la cercana plaza de toros. En 1846 se formó una sociedad para reedificar la actual plaza de toros. De la construcción de la nueva plaza se hizo cargo el arquitecto Calixto de la Muela. Las obras costaron 236.000 reales, aunque su precio final fue de un millón. La plaza de toros de Trujillo fue inaugurada el 8 de junio de 1848, con toros del conde de Trespalacios, para el torero Antonio Sánchez “el Tato”. La última que menciona el libro es la celebrada el 5 de junio de 2021, con cuatro novillos de “La Buitrera” para José Rojo, de Trujillo, y Miguel Zarzo.

De la enorme importancia que tenía Trujillo en la crianza de toros bravos, José Lozano Ramos subraya que de siete ganaderías de toros bravos que tenía Extremadura, cinco estaban en Trujillo. Asimismo, en la historia de la tauromaquia ha habido algunos toros célebres, procedentes de las ganaderías trujillanas, que han sido recordados por diferentes motivos: sus grandes faenas, los indultados por su trapío y bravura, toros que han herido al torero o causaron la muerte del diestro. Entre ellos, cabe destacar a “Amargoso”, “Caminero”, “Chimeneo”, “Jaquetón”, “Madrileño”, “Morito”, “Rifeño”, “Señorito”, “Tirano”, “Vinatero”… Y entre los toreros cabe citar a Diego García de Paredes; Hernando Pizarro, hermano del conquistador; Jacinto Trespalacios; Julio Sagasta, José Mateos CorreaPepito Mateos”, Juan Díaz Trespalacios… Y novilleros como José RojoRomel, Francisco BlancoBlancorro”, Diego SalorEl Trujillano” o Francisco Ruiz Oliva, conocido como “El Taponero” y, actualmente, José Rojo que, en junio de 2021, cortó cuatro orejas y un rabo.


[1] Vid.: Bermejo Moreno, José María; Ramos Rubio, José Antonio y Lozano Palacios, Carlos Jesús: La fiesta taurina en Trujillo, TAU Editores, Cáceres, 2022, 206 págs.


El autor es académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes