El Triángulo del Bienestar está formado por tres vértices constituidos por la mente, las relaciones interpersonales y el cerebro. La armonía de la integración se nos hace presente, es revelada como relaciones empáticas, una mente coherente y un cerebro integrado. El cerebro es el mecanismo del flujo de la energía e información a lo largo del sistema nervioso distribuido por todo el cuerpo.

Las relaciones interpersonales son el compartir del flujo de la energía e información. La mente es el proceso encarnado o que representa o incluso personifica, y relacional, que regula el flujo de energía e información.

Veamos entonces qué es el flujo de la energía e información: El movimiento a través del tiempo de la energía, y los remolinos de energía, que tienen un valor simbólico, que representan algo más que el patrón de flujo de energía solo. La energía y la información pueden fluir dentro del cuerpo (un mecanismo incorporado, encarnado) y se transfieren entre las personas en las relaciones (compartir energía e información, qué en sí, es una relación).

La mente puede verse como un proceso emergente que surge en forma de experiencia subjetiva (subjetividad) y de autoorganización (regulación) a medida que la energía y la información fluyen dentro y entre las personas. Y siendo aún más claros la información son patrones de energía que tienen significado y “representan” o simbolizan algo más que la energía misma. La información (según Siegel, 2010) es un verbo en el sentido de que da lugar a un procesamiento posterior en cascadas de asociaciones y significados vinculados que surgen con el tiempo. A propósito de Siegel, este eminente profesor de Psiquiatría infantil, de adolescentes y adultos, así como especializado en la entrevista de apegos en adultos, amen de psicoterapeuta y educador en IPNB, dicho en castellano Neurobiología de las Relaciones Interpersonales tiene una casuística bastante curiosa en cuanto sabemos sobre la mente y lo mucho que hablamos los psiquiatras, psicólogos, educadores y en el coaching sobre la misma. Dice así, el citado profesor: “el 95% de los profesionales que quieren hacer uso de la mente de ellos y de los pacientes, alumnos y entrenados no han recibido enseñanzas formales ni en sus facultades, ni en cursos de posgrado”. Así nos quedamos en la superficie de los resultados que podemos observar en los demás y las repercusiones en nosotros.

El Triángulo del Bienestar primero pasa por la integración de los tres elementos mente, cerebro y relaciones en cada uno de nosotros, es decir dentro de nosotros y si son dos personas o más, entre dichas personas. Vale como ejemplo pensar en el hecho constatado clínicamente de que le mente moldea nuestro cerebro (en nosotros) y al de los demás (entre los demás).

El modelo del triángulo del bienestar y la resiliencia, desarrollado por el Dr. Dan Siegel (2010), demuestra cómo nuestros pensamientos y experiencias dan forma literalmente a las conexiones físicas entre las diversas partes de nuestro cerebro. Cada punto del triángulo interactúa con los otros dos para crear ciclos de retroalimentación continuos. El modelo demuestra que nuestra mente, cerebro y relaciones son parte de un sistema abierto que responde continuamente a nuevas experiencias. Esta capacidad de cambio (neuroplasticidad) es una idea nueva. No hace mucho, los científicos estaban seguros de que una vez que se formó la estructura básica del cerebro en la infancia y la reelaboración física de las conexiones en el cerebro era imposible.

El Dr. Siegel va más allá al decir que la “mente”, nuestros pensamientos y sentimientos, pueden interactuar y lo hacen con el sistema nervioso físico para influir en cómo respondemos a las experiencias a lo largo de nuestras vidas. Lo que pretendemos y a lo que prestamos atención dirige y regula las señales eléctricas y químicas para que los cambios físicos puedan detectarse con exploraciones que miden la actividad (como el flujo sanguíneo) en el cerebro vivo.

¿Qué se puede diferenciar dentro de la consciencia? La experiencia subjetiva de la consciencia (la cualidad del conocimiento) y el objeto de la consciencia (lo que se conoce) son elementos separables de nuestra experiencia consciente. Además, los diversos objetos de la consciencia se pueden diferenciar unos de otros: los cinco sentidos, desde la vista hasta el tacto; el sexto sentido del interior del cuerpo; el “séptimo sentido” o de las actividades mentales; y nuestro “octavo sentido” o de nuestras interconexiones con los demás y el mundo. Cuando estos aspectos de la conciencia no se diferencian, la experiencia de estar consciente puede tener una calidad borrosa, como una foto desenfocada. La imagen resultante carece de profundidad, claridad y estabilidad. Lo que vemos se difumina en el foco de nuestra atención. También podemos ver el objeto de atención como la totalidad de nuestra identidad cuando no distinguimos la conciencia de ese objeto del que somos conscientes. Una emoción intensa se convierte en lo que somos, no en lo que sentimos temporalmente en ese momento.

Un enfoque práctico para cultivar la integración de la conciencia es la práctica de la “Rueda de la Conciencia”, una forma de enfocar la atención de una manera integradora y consciente, como se discutió en el Capítulo 7. En esta metáfora de la mente, el eje representa la conciencia y los puntos en el borde de la rueda representan aquello de lo que podemos ser conscientes, desde imágenes y sonidos hasta nuestro sentido del cuerpo, nuestros pensamientos y sentimientos, e incluso nuestro sentido de conexión con los demás. Estos son los elementos de la conciencia que pueden diferenciarse entre sí y luego vincularse. Un radio metafórico se puede enviar sistemáticamente desde el cubo a cualquier punto de la llanta. Se ha descubierto que esta práctica integradora es bastante útil con una amplia gama de personas, incluidos los niños de la escuela primaria. Está diseñado para ser una práctica de integración de la conciencia, pero también cumple con todos los criterios para ser una práctica de atención plena: cultiva la curiosidad, la observación, la aceptación y una actitud amorosa hacia uno mismo y hacia los demás.

Recuerden a la Mente que aún hay disputas arduas por definir la Salud Mental y aún no está claro que para eminentes científicos que dicen no pasar de la idea de que la Mente es solo actividad cerebral.

Todos luchamos en la vida en un momento u otro, y el viaje de la vida tiene muchos altibajos, giros y vueltas. La vida nunca es un camino recto y uniforme y puede requerir un desvío ocasional para llegar a donde queremos estar en la vida. Ya sea que haya experimentado eventos traumáticos o no, y la mayoría de nosotros lo hemos hecho, todos experimentamos momentos en los que dudamos de nosotros mismos, tenemos miedo, estamos inseguros y nos sentimos inadecuados. Esto es parte del hecho de ser humanos.

Mucha gente piensa que la salud mental es simplemente la ausencia de una enfermedad mental. Sin embargo, la salud mental y las enfermedades mentales son dos cosas muy diferentes. La salud mental es la sensación de bienestar que proviene de saber que puede hacer frente a bastantes situaciones con las que nos topemos en nuestras vidas. Acabamos de pasar un confinamiento el año 2120 y las llamadas olas de la presencia de enfermos por un virus que puede ser mortal o no. El pánico estuvo entre nosotros, lo conceptualizado, evaluado y tratado como trastornos mentales, se dispararon exponencialmente, así como la violencia.

La salud mental se trata de una calidad de vida y de encontrar el equilibrio entre todos los aspectos de nuestra vida: física, mental, emocional y espiritual. La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como “un estado de bienestar en el que la persona se da cuenta de su propio potencial puede hacer frente a las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y puede contribuir a su bienestar y al de su comunidad”. La Agencia de Salud Pública de Canadá define la salud mental como “la capacidad de cada uno de nosotros para sentir, pensar y actuar de manera que mejore nuestra capacidad de disfrutar la vida y lidiar con los desafíos que enfrentamos. Es un sentido positivo de bienestar emocional y espiritual que respeta la importancia de la cultura, la equidad, la justicia social, las interconexiones y la dignidad personal.

De hecho, una buena salud mental puede prevenir las enfermedades mentales. Es comprensible y muy normal que cuando experimentamos eventos traumáticos podemos sentirnos menos confiados en nuestra capacidad para hacer frente a lo que la vida nos depara, es posible que usted se sienta más cauteloso/a, menos confiado/a, menos seguro/a de sí mismo/a y de los demás. Puede cambiar la forma en que ve e interactúa con el mundo que lo rodea. Esto puede afectar su salud mental, interrumpir su sentido del equilibrio de la vida, su confianza, su conexión con los demás e interferir con su calidad de vida. Sus respuestas si las puede dar o reacciones, si no queda otra, son normales a eventos y la experiencia vivida dentro de los mismos son no normales.

El Dr. Corey Keyes describió tres tipos de bienestar; Bienestar emocional, psicológico y social. También incluiremos el bienestar espiritual. Todos estos tipos de bienestar contribuyen a nuestra salud mental y recuperación si la hemos perdido temporalmente.

SOBRE EL AUTOR

Olaf Holm – Psiquiatra, Terapeuta con especial dedicación a los trastornos por estrés postraumáticos y trastornos relaciones, formado en la ISSTD o Sociedad Internacional para el estudio del Trauma y Disociación, USA y en la ESTD o Sociedad Europea para el Trauma y Disociación.

Formación en el Mindsight Institute en Sª Mónica, LA, CA, USA:

  • Psiquiatra/Terapeuta/ Educador en: IPNB & Mindsight (6 módulos).
  • Nivel Máster en IPNB-Mindsight & Wellbeing.
  • EMDR o terapia con los movimientos oculares para desensibilizar y reprocesar (Trauma, sobre todo).
  • AAI, Adult Attachment Interview (Entrevista Apegos Adultos).
  • TRSCC+ Terapia con representación simbólicas que cambian las reacciones del cerebro y permiten después de monitorizar.
  • IFS o  Internal Family Systems,  o TSFI ahora informado Neurobiológicamente.
  • Terapia Focalizada en TraumaTFT. (Es sobre todo un enfoque psico-social del trauma para terapeutas deseosos de dar un enfoque social a la detección, análisis y corrección-curación del trauma complejo infantil). Útil en el aula escolar, divulgable y entrañable -con supervisión a maestros y profesores.

Fuente original: Proa Comunicación