(Hacia una ecología de la atención)

Extremadura fue pionera en plantear una estrategia temporal denominada “Verde y circular 2030”, (Plan de Acción de la Junta de Extremadura, 2016) y dada su importancia como escenario adelantado y su difícil encaje desde entonces, hoy desearíamos tener en cuenta tres aspectos relacionados con el lema propuesto este año por al ONU para el Día Mundial del Medio Ambiente; “reponer” retos vitales, “restaurar” ciertas heridas también sociales. Tras el 5 de junio.

Una: Difícil (acuerdo) plantear “políticas verdes” unilateralmente si no se cuenta con sinergias, resonancias, apoyos e iniciativas que conviertan la estrategia en “multirregional”, a fin de no ser tratada como un modo más de competencia desleal, entre regiones, para ver quién llega el primero y más rápido.  Por muy porosa que una región quiera o pretenda llegar a ser,  los grandes proyectos imponen liderar la transición ecológica a fin de acaparar el máximo de fondos e inversiones anunciadas y por tanto dibujan en ello un nuevo uso de cada territorio regional.

Dos: Difícil (acuerdo) pretender que un horizonte administrativo pueda él solo transformar el paradigma económico si no cuenta con el apoyo (no patrocinado) de la sociedad, de la ciudadanía de a pie, desde los barrios hasta los municipios más comprometidos. Por muy compartida que haya sido la elaboración de la estrategia, de nada sirve si no posee internamente maneras de seguir construyendo espacios para facilitar lo innovador, a un futuro nunca escrito del todo por las relaciones predominantes incluso tecnológicas.

Tres: Difícil (acuerdo) guardar las diferentes responsabilidades plurales y abiertas con la estrategia en su desarrollo, sin contar con los miles de datos que ponen en duda, de manera continua, cualquier promesa planteada, cualquier esperanza que, mientras espera algún resultado propicio, ya está impulsando algún negacionismo para salvar la situación, constituyendo el mayor problema para la democracia. La extrema parálisis pandémica junto con la emergencia climática nos esta poniendo a prueba para ello y quizá estamos dejando que lo todo lo solucione el entorno digital.

Estos tres puntos de vista están interrelacionados, hoy más que nunca, para seguir reaprendiendo juntos en la mejora de la democracia representativa, pues de esto se tata si queremos que la aceleración financiera no nos gobierne por entero. Una sociedad mejora si tiene en como horizonte un devenir democrático activo en lo local, conectada con sus múltiples facetas con una globalidad donde se tenga en cuenta los vínculos que entrelazan cuerpos con defensa de los territorios y saberes no consumidos…estén donde estén. Veamos algunos de los escenarios globales para situarnos regionalmente.

Uno: Resulta que la situación energética internacional, postpetróleo, urge “aunar esfuerzos y globalizar las soluciones adecuadas” reformando de manera acelerada las políticas anteriores para dejar atrás la desindustrialización, el acaparamiento mundial de “todas” las materias primas existentes por parte de medio centenar de grandes corporaciones. Ahora la solución pasa por rediseñar un nuevo mapa mundial, una geopolítica nueva a nivel mundial.

Así para frenar el cambio climático las economías avanzadas plantean nuevos escenarios colonizadores que dividen al mundo en “regiones cálidas” y “regiones frías”, para por un parte seguir agotando los recursos que aun quedan en la corteza terrestres y por otra planteando nuevas infraestructuras, terrestres y marítimas, que sigan moviéndolas en el mercado internacional como si no pasara nada. En Alemania ya comprobaron en 2018 los bajos niveles de agua en el rio Rin que paralizó temporalmente ese corredor clave para el movimiento de mercancías europeo; ahora se discute acerca de los corredores ferroviarios europeos imprescindibles para crear sendas comerciales no agónicas. Hoy se propone un nuevo tren que una China con Rusia, Canadá y EEUU. Es decir, seguir de espaldas tanto a los océanos como a las producciones de alimentos, pequeñas, medianas, regionales y cercanas; las regenerativas y agroecológicas, únicos avances que pueden poner en salud a un planeta entero porque son sistemas que respetan ciclos, exosistemas, y tecnologías de escala que cuidan de los suelos y de los mercados locales de la tierra.

Dos: Resulta que, para acabar con la pobreza (laboral), no solo en los países empobrecidos sino en el corazón mismo de las ciudades europeas se afirma que la solución verde y circular “es cosa de todos” y, por tomar un ejemplo que usamos todos los días al alimentarnos, volvemos a encontrar a los agronegocios, las macrogranjas, los cultivos extensivos, la extensión del regadío masivo como única reforma agraria posible en tierras vaciadas y abandonadas.  Volvemos a encontrar soluciones en una industria tecnológica, energética, y monopolista que se ofrece para compartir y ser rentable para el 1% de la humanidad.

Que los más innovador proviene del entorno digital cuando todos sabemos que siguen unas reglas establecidas de mercado y de consumo que hasta nuestra imaginación ha colonizado a golpe de clic. Y como todo el emprendimiento propuesto está en nuestras manos, pues ahora todo pasa por la creación de start-ups, las únicas que harán que los jóvenes vivan mejor que sus padres. Pero esas tecnologías de conocimiento, todas pasan por la mediación de los gigantes tecnológicos que en lugar de ser ciencias aplicadas se están transformando en verdaderas instituciones políticas, económicas y sociales. Y lo mas grave es que pretendemos apoyarnos en ellas para transformar el mundo.

Tres: Resulta que inmersos en una sociedad prospera, y en situación de pandemia, siempre imaginamos un futuro mejor enganchado a la que se propone como solución mágica a todos los males sociales: el entorno digital. Ahora se discute que los gigantes tecnológicos, y sus matrices tecnológicas, nos han robado nuestros datos, que nuestra privacidad individual esta sirviendo para enriquecerles; se discute el porcentaje de impuestos que deben pagar unas empresas que han sido impulsadas económicamente con ayudas públicas, pero no encaramos el daño que están haciendo al dejar que sigan resolviendo por nosotros vidas y quehaceres cotidianos. Claro que las grandes tecnológicas resolverán la cuestión de la protección de datos e incluso llegarán a pagar, no todo lo debido, sin dejar de ser rentables, pero con solo esas denuncias no se encara el poder político que han adquirido y que poco a poco está sustituyendo al democrático, en nombre de bien publico y en defensa de lo común.

¿Que dónde está Extremadura en este mundo? Solo puedo proponerles una lectura de un viaje realizado a la región del escritor húngaro László Krasznahorkai en el “le dernier loup” (2019); de un viejo profesor de filosofía que nos relata, en una única frase de 72 páginas, en búsqueda de un tiempo atrapado que se quiere pensar de nuevo. Para que hagamos nuestra la imaginación sin dejarnos engañar por el control monopolístico tecnológico como única solución para emanciparemos. (Ver: “La locura del solucionismo tecnológico”. E. Morozov, 2015).