La primera fase de restauración de la muralla de Cáceres concluirá el próximo mes de marzo tras la intervención que se ha llevado a cabo en el Baluarte de los Pozos y el lienzo situado entre la torre de Hernando Pizarro (Albarrana) y el Arco del Cristo, única puerta romana del siglo I que se conserva en el recinto amurallado cacereño.

Esta primera fase ha contado con un presupuesto de un millón de euros, que se ha financiado con cargo al 1,5 por ciento cultural del entonces denominado Ministerio de Fomento, que aportó 700.000 euros del total, junto a los 300.000 euros del Ayuntamiento y la Junta de Extremadura. La obra fue adjudicada a la empresa Cyrespa Arquitectónico SL sobre un precio base de licitación inicial de 997.605 euros.

Tras el comienzo de las obras en el verano de 2019, y después de varias vicisitudes provocadas en parte por la pandemia, ya se está procediendo a retirar los andamios para dejar al descubierto la intervención que se ha llevado a cabo en esta zona y que llegará a su fin el próximo mes.

La rehabilitación en este lienzo de San Marquino ha dejado al descubierto unas escaleras en el tramo entre San Roque y el Baluarte de los Pozos, que confirman la hipótesis de la existencia de una plataforma entre el antemuro y el muro que protegía la Torre de los Pozos.

En el Arco del Cristo, se ha tenido que intervenir en la limpieza de cables de suministros que atravesaban el monumento y que han sido retirados y recolocados sin que dañen esta puerta original de la época romana de la ciudad.

«Con esta actuación, de gran importancia histórica y patrimonial para la ciudad, se da un paso adelante para la rehabilitación de este enclave histórico para la ciudad», ha señalado el concejal de Urbanismo y Patrimonio, José Ramón Bello, que ha recordado que la muralla cacereña cuenta con un plan director para su rehabilitación, en el que se estima una inversión de unos 10 millones de euros, «una cantidad insuficiente en los tiempos actuales» para recuperar la muralla de forma global.

No obstante, los inicios de los trabajos de restauración son un paso importante para recuperar «la joya de la ciudad monumental», que ya tiene aprobada también una segunda fase de intervención con una inversión de 1,2 millones de euros, cofinanciados igualmente con cargo al 1,5% cultural del Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana.

Esta segunda fase incluye actuaciones desde la Torre Mochada a la Torre del Horno, con intervenciones en la Torre Redonda y la Torre del Aver. La redacción del proyecto y la dirección de obra se adjudicará la semana que viene con un presupuesto de licitación de 160.000 euros que corren a cargo de la Junta de Extremadura.

A este concurso han concurrido dos empresas que cuentan con un equipo formado por un arquitecto, un restaurador, un arqueólogo y un experto en medio ambiente que «deberán estar presente en todas las fases de ejecución de la obra», ha explicado Bello en declaraciones a Europa Press.

Tras la adjudicación de la redacción del proyecto se dará un plazo de mes y medio a la empresa para que lo presente y, una vez registrado, debe ser aprobado por la Comisión de Patrimonio de la Junta de Extremadura y después se notificará al ministerio para que dé el visto bueno.

Bello espera que el proyecto pueda estar redactado en abril, por lo que se puede iniciar el proceso de adjudicación antes del verano y las obras podrán echar a andar en el último trimestre del año.

«Estamos muy satisfechos que, en un año tan complicado como éste, pueda acabarse la primera fase con un resultado óptimo y podamos empezar la segunda fase. Se inicia un camino sin parada para recuperar la joya de la parte antigua cacereña», ha incidido el responsable municipal de urbanismo.

Cabe recordar que la muralla cacereña de origen almohade alcanza un perímetro de 1.174 metros, aunque muchos de los tramos y algunas torres del recinto han desaparecido debido a una ordenanza del siglo XIX que permitió destruir los muros para que las viviendas anexas ganaran metros.

La idea del Ayuntamiento de Cáceres es «poner en valor la mayor parte del monumento» e incorporar la muralla como recurso turístico para contribuir a alargar la estancia de los visitantes de la ciudad. El objetivo es poder hacer transitable algunos tramos más de los actuales, aunque Bello reconoce que la propia muralla tiene adosadas muchas propiedades privadas que también están protegidas, por lo que hay que tener en cuenta todas las variables.

«Lo importante es que nuestra parte antigua tenga vida por lo que tenemos que hacer compatible que la gente pueda vivir en ella y seguir apostando por el turismo», ha concluido Bello.