Este es el verano más triste para  Puerto de Santa Cruz, localidad cacereña que no supera los 300 vecinos  y que contempla atónita las consecuencias que el coronavirus está teniendo en este pequeño pueblo.

Han tenido que cerrar los pocos bares, comercios y demás negocios que hay porque sus responsables también tienen que hacerse la PCR para saber si están contagiados o no.

Todo comenzó hace sólo unos días, cuando un menor participante en el campamento urbano de la localidad de Puerto de Santa Cruz diera positivo por coronavirus. Esto ha obligado a realizar PCR a todos los niños del campamento, al resto de menores del pueblo, a sus familiares y a sus contactos más estrechos. Y en un pueblo tan pequeño parece que pocos se librarán de hacerse la prueba.

El SES calcula que en estos días en Puerto de Santa Cruz se están tramitando 200 PCR y el número de contagiados de momento se eleva a ocho. A todos los que ya se les ha practicado la PCR se les confina, tal y como ha confirmado el alcalde de Puerto de Santa Cruz, quien además ha dicho que se está viviendo «una calma tensa en la localidad».

La vida se ha parado en esta localidad cacereña se  han cerrado las pistas deportivas, los parques, la biblioteca, el gimnasio y hasta la iglesia no se abrirá, al menos, hasta la próxima semana. Se han cerrado los bares, los comercios y los negocios para que el brote no vaya a más y puedan salir de esta cuanto antes.