Abrió en 1967 y ha mantenido el negocio abierto de forma ininterrumpida hasta el 31 de julio de 2020. Calzados Canelada, la emblemática zapatería ubicada en la calle Tiendas de Trujillo, ha cerrado en plena ola de calor dejando tras de sí a miles de clientes que a lo largo de más de medio siglo han conocido las últimas tendencias en moda para los pies.

Mariano Rubio, gerente de Calzados Canelada, tenía 13 años recién cumplidos cuando entró a trabajar por primera vez en este negocio de zapatería, inicialmente ubicado en otra calle. Acababa de celebrar su fiesta de cumpleaños en marzo y entró a trabajar un mes de junio, cuando salió del colegio. Así se hacían las cosas antes, sin más trámites que una conversación con sus padres para tener una autorización verbal para el crío.

Rubio ha conocido dos establecimientos distintos, pero en el que más ha permanecido ha sido en el de la calle Tiendas, una popular vía trujillana por la que se accede a la Plaza Mayor. Los cristales de ese escaparate han conocido muchas historias de hombres y mujeres que buscaban algo cómodo para sus pies, y Mariano Rubio siempre estaba dispuesto a ayudarles. Mocasines, náuticos, zapatos de tacón o manoletinas adornaban una cristalera siempre con atractivas ofertas trazadas a mano a golpe de rotulador.

En el comercio que ahora cierra ha permanecido inmóvil durante 48 años el espejo en el que los clientes se miraban para ver cómo les quedaban sus zapatos. Pero Mariano no permitía que un comprador saliese insatisfecho y le aconsejaba si el calzado le quedaba grande o pequeño, o si le sentaba mal o bien.

Calzados Canelada es de los negocios de siempre, de los que tienen solera, y por eso ha tenido una despedida emocionada en la que ha pedido «que todo el mundo tenga salud y trabajo». Por eso sus familiares y amigos le agasajaron, nada más echar el cierre, con un cariñoso recibimiento en el que no faltaron los obsequios y agradecimientos.

«Tuve buenos jefes y nunca me tuvieron que llamar la atención», recuerda, ya jubilado, este hombre que se distinguió siempre por mantener una especial cercanía con el cliente.

«Los pies son muy importantes, porque si un zapato hace daño estamos deseando llegar a casa», dice ahora, después de haber vendido miles y miles de prendas a hombres y mujeres, no sólo de Trujillo y su comarca, sino de medio mundo. Porque Mariano abría los domingos y eso le hacía estar siempre en primera línea durante la celebración de eventos especiales, como la Feria del Queso de Trujillo, lo que atraía a clientes de decenas de países distintos.

«Estoy acostumbrado a abrir los domingos también y por eso no me daba tiempo a cumplir los años», dice con cierta ironía. Por eso ahora va a disfrutar de su familia, del cuidado de sus nietos y de su propia vida, que ha transcurrido casi en su totalidad dentro de un negocio que sólo le permitía ver el mundo a través de un escaparate.

(Con información de Alejandro Cancho)