Hoy he visto la cara del miedo. Si alguna vez me hubieran dicho que llegaría a ver el miedo en un hombre, amigo de metro noventa, de manos hechas para derribar terneros y vacas, diría que no, que era imposible y que no era él.

Pero sí, es la cara del año bisiesto y aciago del 2020 que no se cansó de mandarle desdichas, quizás como a muchos otros, pero en su caso con la angustia de añadir a sus muertos, los muertos de los demás, de tener que mantener  la calma cuando todos a su alrededor la habían perdido, de buscar soluciones con los medios de que se dispone, que no son muchos, para un enemigo desconocido y cruel.

Por primera vez,desde que lo conozco he visto brillar esta mañana sus lágrimas y me ha dicho: “Estamos cansados, estoy cansado”. El SARS-Cov2 nos está pasando factura, esto no se ha terminado, tenemos más medios y conocemos la cara del asesino, pero no se ha acabado. Llevaba su bata blanca -no se la veía puesta desde que entrábamos al laboratorio en la infinidad de práctica que teníamos-, y además su mascarilla quirúrgica.

Los rebrotes son verdad, se están produciendo y están afectando a gente cada vez más joven. Cuando dejé de publicar en mi muro los valores estadísticos hacía mi previsión de por donde avanzaría el virus. No imaginé que con estas temperaturas que tenemos pudiera mantenerse, todos los análisis decían lo contrario, y es verdad que su virulencia en bastante menor, pero seguimos necesitando combatirlo con los medios individuales con que contamos: en grupos en zonas con mucha población, la mascarilla, la higiene de manos y el cuidado.

Es muy fácil usar la transmisión del virus para que a algún loco se le ocurra utilizarlo para hacer su Yihad. Es probable que algún loco lo pueda haberlo pensado y nos pille con las defensas levantadas y sea muy difícil de perseguir o liquidar por los medios policiales convencionales. Es muy fácil introducirse en grupos jóvenes de población que se lo lleven a sus padres y sus abuelos.

He discrepado y criticado la falta de comunicación clara por parte de un buen amigo y enorme trabajador por la Salud. Siempre a pesar de sus errores defenderé su entrega y profesionalidad y me alegro enormemente que no esté en el lugar de Illa, que podría haber estado, pero la transparencia. unas veces por miedo y otras por desconocimiento de lo que se venia encima, ha sido flagrante.

Hoy me he dado cuenta que nuestra arma contra algún loco es un trozo de filtro colocado en nuestra boca y nariz. Y hoy he visto la cara del miedo de un gran amigo y solo por él, por los miles de personas que ofrecieron su conocimiento e incluso su vida, hoy les pido a todos siempre que sea posible que utilicen la mascarilla. Hoy, amigo Gabi, he visto el miedo, la tristeza y el cansancio en tus azules ojos y solo por eso me pondré la mascarilla cuando esté con otros.