El chófer del matrimonio asesinado en un chalet de Montesol e imputado por el crimen, Rafael S. G., estaba supuestamente en un fumadero de droga en un piso del bloque C de la calle Ródano junto a otros toxicómanos en las horas que se cree se perpetró el doble homicidio en el número 4 de la calle Las Grullas el 21 de octubre, entre las 3 y las 4 de la tarde aproximadamente.

Esa es la coartada que ha aportado el chófer en los sucesivos interrogatorios a los que ha sido sometido, según consta en las transcripciones de las declaraciones incluidas en el sumario del caso y al que ha tenido acceso este diario. Esta coartada, que ha sido en parte corroborada, y la ausencia hasta ahora de pruebas físicas incriminatorias contra el chófer sustentan las "dudas" sobre la participación de éste en el crimen y su petición de libertad -que está aún pendiente-, aunque la asistenta de la pareja, la otra imputada, le hubiera apuntado como autor material.

Rafael S. G. citó al menos a tres toxicómanos que estaban como testigos. Dos de ellos, Luis L. L. y Pilar. G. G., declararon y se les sometió a careo con el imputado el pasado día 17 en el juzgado número 3 que instruye el caso. Luis L. L. no corroboró la coartada del chófer, reconociendo que había estado en el fumadero pero indicando que no vio a Rafael S. G. Este le acusó de "mentir". Luis L. L. aseguró no obstante que el único día que había coincidido con dos de los testigos nombrados por el chófer había sido el día 21.

La otra toxicómana, P. G. G., sí confirmó que el chófer acudió al fumadero junto a los otros drogadictos, incluso con Luis L. L., aunque no pudo concretar fecha y hora porque tenía "perdida la noción del tiempo". Dijo también, ante el recordatorio del chófer, que tuvieron una conversación, que inició Luis L. L., sobre un derivado de la metadona.

Las horas bailan, entre los testigos e imputado, pero estos hechos se situarían a partir de las tres de la tarde. De ocurrir como lo relató el chófer, después de fumar la droga, se marchó a su casa donde se sentó a ver la tele, la última parte del capítulo de Amar en tiempos revueltos , según corroboró su madre ante la policía.

Los toxicómanos a los que se tomó declaración también aseguraron haber visto a la asistenta brasileña, Angela A. da C., en estos fumaderos del bloque C, acompañada bien de Rafael o de Manuel R. B. Ella misma reconoció que consumía el típico revuelto de cocaína y heroína allí.

Por otro lado, los dos imputados habían tenido fácil acceso a las tarjetas de crédito de los fallecidos Juan Antonio Torrecilla, de 54 años, y Mercedes García, de 52 años. El hombre solía enviar a la asistenta a sacar dinero del cajero, para lo que le facilitaba sin problemas el número secreto. La asistenta extrajo dinero, hasta 500 euros, en varias ocasiones, según reconoció, y a veces le acompañaba algún amigo. El chófer dijo que solo lo hizo una vez.

Un hijo de las víctimas declaró que en los últimos meses había en las cuentas de sus padres reintegros de cajeros de hasta 1.500 euros al día y gastos mensuales de hasta 12.000 euros.

Al día de hoy, la policía desconoce si fueron una o varias las personas que acabaron con la vida del matrimonio a navajazos y golpes con un bate de béisbol y tampoco hay nuevos detenidos, según fuentes policiales.