Más de 140 senderistas se dieron cita en la ruta senderista nocturna Oppidum Hornachuelos
El recorrido de la ruta, que tuvo una duración aproximada de cuatro horas, partió desde el núcleo urbano ribereño hasta la cima del cerro.
Ribera del Fresno volvió a citarse un agosto más con su emblemática ruta senderista cocturna Oppidum Hornachuelos, una iniciativa que ya se ha consolidado como una cita imprescindible para vecinos y visitantes que buscan unir deporte, cultura y naturaleza en un mismo recorrido.
Organizada por la concejalía de Deportes y enmarcada en el prestigioso Circuito de Diversidad Natural Euroace Sport de la Junta de Extremadura, la ruta reunió este año a 145 personas dispuestas a disfrutar de un entorno natural y patrimonial único, acompañado por el espectáculo celestial de la luna llena.
El Oppidum de Hornachuelos, enclave arqueológico que domina el Cerro Hornachuelos a orillas del río Matachel, fue en origen un asentamiento fortificado del Calcolítico, con una ocupación más significativa durante la época romano-republicana desde mediados del siglo II a.C. hasta finales del siglo I d.C. Su localización estratégica y su riqueza histórica convierten este espacio en un tesoro para Ribera del Fresno, que con esta ruta busca poner en valor y dar a conocer este patrimonio local a través de una experiencia activa y participativa.
El recorrido de la ruta, que tuvo una duración aproximada de cuatro horas, partió desde el núcleo urbano ribereño hasta la cima del cerro, un trayecto que este año resultó más corto de lo habitual, pero no por ello menos intenso ni enriquecedor. La novedad principal de esta edición fue la colaboración con dos asociaciones de senderismo inclusivo, La Dehesa de Mérida y Con Otro Sentido de Talavera de la Reina. Algunos de sus integrantes realizaron la ruta en sillas todoterreno joëlette especialmente diseñadas para personas con movilidad reducida, una experiencia que destacó por la solidaridad y el esfuerzo conjunto de los voluntarios encargados de impulsarlas.
Dani García, de la asociación Con Otro Sentido, compartió su emoción tras la ruta: “No sabemos lo que sentiría Neil Armstrong cuando pisó por primera vez la Luna, pero sí sabemos lo que sentimos anoche al contemplar juntos las estrellas y la luna llena. Gracias a todos los que nos acompañaron y ayudaron a disfrutar esta experiencia sin barreras”. Este testimonio refleja el espíritu inclusivo y de proximidad que se vivió en cada paso del recorrido.
Durante la caminata, las alumnas del Colaborativo Rural Ateneo Ribera Tur 2025, acompañadas por Aida, su monitora, ofrecieron paradas interpretativas en las que explicaron aspectos relacionados con la flora y fauna del entorno, así como datos históricos sobre el yacimiento arqueológico. Esta labor divulgativa contribuyó a que los participantes entendieran el valor ambiental y cultural de la zona, fomentando el respeto y la conciencia hacia el patrimonio natural y arqueológico local.
Ya en la cima del Cerro Hornachuelos, los senderistas tuvieron la oportunidad de disfrutar de una actividad muy especial de astroturismo, guiada por Mario Tena, experto en interpretación del cielo estrellado, miembro de Extremadura Wine and Birds Tours - Cata con Cati junto a la gerente de la misma, Cati Bustillo responsable de la iniciativa. Aunque la ruta se promocionaba también con la observación de las Perseidas, conocidas como “lágrimas de San Lorenzo” —uno de los fenómenos celestes más esperados del verano—, la intensa luz de la superluna limitó la visibilidad de las estrellas fugaces.
Mario explicó a los asistentes que, a pesar de la luminosidad lunar, la noche brindaba una oportunidad única para acercarse a la arqueoastronomía, la conexión ancestral entre el ser humano, la tierra y el cielo. Con un puntero láser y telescopio, mostró constelaciones como la Osa Mayor y Menor, y relató cómo desde tiempos antiguos la astronomía ha sido fundamental para la agricultura, la ganadería y la vida cotidiana, marcando ciclos de siembra, cosechas y rituales.
Durante su intervención, Mario planteó preguntas al público, como quién fue el primer hombre en pisar la Luna y cómo la humanidad ha ido perdiendo la capacidad de interpretar las señales del cielo, esas que antiguamente permitían predecir el tiempo o los cambios estacionales. También desmitificó conceptos sobre horóscopos y leyendas astronómicas, mientras explicaba la formación de la Luna y la inmensa energía que recibe la Tierra en un solo segundo desde el Sol.
La actividad resultó un broche didáctico y fascinante para la ruta, que concluyó con los senderistas regresando bajo la luz natural de la luna llena, en una noche que combinó naturaleza, historia, deporte y ciencia.
La organización contó con un amplio apoyo logístico. Protección Civil veló por la seguridad de los participantes, mientras que el enfermero Juanjo Ledesma estuvo presente para atender cualquier eventualidad. Además, la coordinación de diversas concejalías municipales —Educación, Patrimonio, Deportes, Urbanismo y Agricultura— garantizó que la ruta se desarrollase sin contratiempos, facilitando inscripciones y gestionando recursos para que la experiencia fuera accesible, segura y enriquecedora para todos.
Andrés Bermejo Fernández, concejal de Deportes, destacó la importancia de la colaboración y la participación colectiva: “Este año hemos contado con un récord de 145 participantes. La presencia de las asociaciones de senderismo inclusivo ha enriquecido la actividad y visibilizado el derecho de todas las personas a disfrutar de la naturaleza y el deporte. El trabajo conjunto de los monitores, voluntarios, las alumnas del colaborativo y las concejalías ha garantizado que el evento se desarrollara con calidad y cumpliendo los horarios previstos”.
El itinerario elegido también supuso una novedad, ya que se abrió el paso canadiense y se transitó por una vía pecuaria poco utilizada para estas ediciones, con una arboleda diferente que hizo más ameno y alegre el recorrido, favoreciendo la interacción y el intercambio entre los participantes.
Como cada año, esta ruta no solo es una oportunidad para descubrir un yacimiento arqueológico de gran relevancia en la comarca, sino también para fortalecer el tejido social, fomentar hábitos saludables y promover la conservación del entorno natural. La luna llena acompañó a los senderistas hasta su regreso a Ribera, ya fuera en autobús, coche o caminando, cerrando así una velada cargada de compañerismo, cultura y respeto por el medio ambiente.
Desde el Ayuntamiento de Ribera del Fresno expresaron su agradecimiento a todos los asistentes, voluntarios, asociaciones, y personal implicado, subrayando que esta cita es ya un símbolo de la identidad local y un impulso para que el Oppidum Hornachuelos sea un referente turístico y cultural de la región.