El Teatro Romano de Mérida vibró desde el momento en el que Raphael apareció en escena. Sobrio como siempre, tranquilo en apariencia, vestido de negro como si fuese un día más en ese escenario para él tan especial.

Pero era una noche diferente, “un día especial”, y lo sabían el artista, el público y los numerosos medios de comunicación allí presentes. Habían pasado 180 días desde que sufrió un problema médico -finalmente se diagnosticó que padecía un linfoma cerebral- y Raphael protagonizaba la reaparición más esperada de la escena española.

Y lo hacía a lo grande, con un público que le recibía en pie, con una ovación enorme a la altura de la importancia de la fecha.

En el marco de la X edición del STONE&MUSIC Festival y estrenando su nueva gira, ‘Raphaelísimo’. Ya lo anunciaba el propio nombre del tour y eso es lo que vivió un público entregado a uno de los grandes ídolos de la música internacional. Más Raphael que nunca, interpretando los grandes himnos de su carrera, esos que ya forman parte por derecho propio de la memoria colectiva de varias generaciones, y también temas de su último disco, ‘Ayer… aún’.

Arrancó con ‘La noche’ y ‘Yo sigo siendo aquel’, y dejó claro que sigue estando en forma, con una voz imponente por la que no parece pasar el tiempo. El público, llegado de muchos países diferentes, disfrutó a lo grande, coreó canciones como ‘Mi gran noche’, ‘Digan lo que digan’, ‘Gracias a la vida’, ‘Estar enamorado’ y demostró su enorme cariño por el artista. De su nuevo disco, dedicado a la música francesa, deleitó a los espectadores con ‘La vie en rose’, ‘Je ne regrete rien’, ‘Hymn a lámour’ y ‘Padam, Padam’.

Pronto volvió a los clásicos para poner de nuevo al público en pie y terminó a lo grande, con las inmortales ‘Qué sabe nadie’, ‘Yo soy aquel’, ‘Escándalo’ y ‘Como yo te amo’.  Todo con un público entregado, emocionado y que era consciente del espectáculo que estaba disfrutando, con un artista que nunca decepciona.

Y dos horas después el concierto se cerró como empezó. Con el público en pie, el artista y los espectadores emocionados y la sensación de haber visto, de nuevo, algo único. Raphael regresó a lo grande y lo hizo en el mejor escenario posible.