La vía está regulada por semáforos y tiene limitada la velocidad, pero el padre del joven se pregunta quién respeta realmente el límite de 30 kilómetros por hora y pide que la muerte de su hijo sea la última.
Una vez que se pudo realizadas las pruebas de alcoholemia a los conductores, uno de ellos triplicó la tasa de alcoholemia en aire espirado legalmente establecida.