Hay una frase que recuerda que nunca hay que decir adiós, porque un adiós significa irse, e irse significa olvidar.

El socialista Guillermo Fernández Vara ha aprovechado el fin de la campaña electoral para anunciarnos que se va. O mejor dicho, que es la última vez que concurre a unas elecciones autonómicas y que si pierde no estará en la oposición. No sabemos si su anuncio es porque la gente no le quiere o porque no se quiere a sí mismo, porque si se quisiera ya se habría ido hace tiempo.

Vara no debe tener memoria y mucho menos corazón, porque ha olvidado demasiadas cosas. Guillermo, o Guille, como le bautizaron sus asesores en su primera campaña como candidato, ha olvidado que Extremadura son dos, Cáceres y Badajoz. Ha olvidado que mucho antes que él, en la época en la que militaba en la Alianza Popular de Manuel Fraga, había otro partido socialista que no era ni sombra del que hoy ha llevado a la hecatombe un tal Sánchez.

Fernández ha olvidado que aún queda gente con dignidad que prefiere vivir con lo puesto antes que doblegarse. Y ha olvidado que por encima de la política están las personas.

El candidato socialista a presidir la Junta de Extremadura ha olvidado que fue «insultado y vilipendiado» por sus propios compañeros de partido -palabras textuales suyas- y que tuvo que salir escondido en el maletero de un coche tras el vergonzoso comité federal del PSOE del 1 de octubre de 2016 en el que se negó a apoyar a Pedro Sánchez. Y con su acercamiento al ahora presidente del Gobierno en los meses posteriores perdió la dignidad.

El Vara de 2023 no es el de 2007. Y no es por el paso de los años, sino por el peso de los remordimientos. Ha habido amigos que le han dejado de hablar y compañeros de partido de muchos años que cuando se cruzan agachan la cabeza. Lo ha reconocido él mismo.

Ha habido alcaldes socialistas que aspiran a revalidar su mandato que han pedido expresamente que Vara no fuera a sus mítines porque les haría perder votos. Y todo esto nos obliga a reflexionar para concluir que cuando alguien no es capaz de cambiar una situación se enfrenta al reto de cambiarse a sí mismo.

Es probable que dentro de unas horas, cuando se abran las urnas, el candidato socialista gane las elecciones en Extremadura, pero no se habrá ganado a sí mismo. Recordar es fácil para el que tiene memoria y olvidar es difícil para el que tiene corazón.