Las consecuencias del incendio de Sierra de Gata y Las Hurdes ya se ven en el agua de color negro que trae el río que pasa por la alquería hurdana de Ovejuela, una de las zonas más afectadas por las llamas.

El experto en incendios forestales y presidente de la Asociación Amigos de Monfragüe, Paco Castañares, ha lamentado públicamente este desastre natural provocado por un incendio que surgió en la noche del miércoles día 17 y que aún no se ha dado por extinguido de manera oficial.

Las lluvias caídas en las últimas horas complican aún más la situación y las  cenizas del fuego afectan a ríos, arroyos e incluso algunas de las piscinas naturales bañadas por el río Árrago. La situación además se complicará en las próximas horas porque el norte de la provincia de Cáceres estará este viernes en alerta amarilla por tormentas y lluvias, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Las lluvias podrían alcanzar 20 litros por metro cuadrado en una hora y 40 litros en doce horas. La situación de alerta arrancará a las 00:00 horas del viernes y permanecerá activa hasta las 20:00 horas.

Agua negra por las cenizas en el área de la piscina natural de Los Pilares de Cadalso de Gata.

Los incendios dificultan que las laderas absorban agua. Cuando las llamas queman la vegetación, eso permite que la lluvia golpee la superficie con toda su fuerza. El fuego quema los compuestos cerosos que recubren las hojas y las agujas, algunos de los cuales luego se evaporan y se condensan en partículas más frías del suelo justo debajo de la superficie.

Eso puede formar una capa repelente al agua que evita que el suelo absorba agua. Es decir, el suelo pasa de ser una esponja a ser “impermeable”. De este modo,  el suelo no absorbe el agua y aumenta su escorrentía, por lo que aumentan drásticamente la posibilidad de deslizamientos de tierra e inundaciones durante los años posteriores a un gran incendio.

Agua llena de cenizas del incendio forestal.

Castañares ha explicado que los montes del Valle de Los Ángeles han quedado arrasados. «Esto es lo que pasa cuando no se gestionan adecuadamente los montes y se abandonan a su suerte. Su destino solo puede ser quemarse. No hay derecho a que les hagan esto a la noble gente que vive allí», ha opinado.

Incluso Castañares indica que  «con el dinero gastado en apagar el incendio, invertido proporcionalmente cada año, los montes hoy arrasados no se habrían quemado».