Cinco esculturas de rostros humanos han revolucionado la historia de España. Ha sido en Extremadura, en el yacimiento de Casas del Turuñelo, en la provincia de Badajoz, donde se han encontrado las primeras representaciones humanas de la cultura tartésica (siglos VIII-IV a.C.).

Este llamativo hallazgo será un profundo cambio de paradigma en la interpretación de Tarteso, considerado tradicionalmente como una cultura anicónica por representar la divinidad a través de motivos animales o vegetales, o a través de betilos (piedras sagradas).

Lo cierto es que las esculturas halladas en Extremadura muestran  un rostro probablemente idealizado, en el que además se aprecian pendientes en el caso de dos mujeres, y el casco de un guerrero. Las otras dos esculturas están por identificar.

El descubrimiento se ha realizado durante la excavación del sector este del compeljo, por el que se accede al patio del edificio donde se documentó un masivo sacrificio de equinos. «Lo insólito del nuevo hallazgo es que las representaciones corresponden a rostros humanos», apuntan desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los trabajos realizados en el marco de la campaña de excavaciones en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo, localizado en el municipio pacense de Guareña, han sacado a la luz los restos de cinco relieves figurados del siglo V antes de Cristo, los primeros pertenecientes a la cultura tartésica (siglos VIII-IV a.C.).

El descubrimiento se ha realizado durante la excavación del sector Este del yacimiento, el área por el que se accede al patio del edificio donde se documentó un masivo sacrificio de animales, principalmente caballos.

Hasta el momento, estas piezas de oro solo se conocían a través de los hallazgos realizados en enclaves como el yacimiento de Cancho Roano o dentro del conjunto que conforma el tesoro de Aliseda, un ajuar funerario tartésico hallado en Cáceres. Dada la calidad técnica y el detalle artístico con el que fueron elaboradas, parece que nos encontramos ante la representación de dos divinidades femeninas del panteón tartésico. Sin embargo, los investigadores no descartan que se trate de personajes destacados de la sociedad tartésica.

Junto a las dos figuras femeninas, se han recuperado otros fragmentos de relieves. Estos pertenecen, al menos, a otros tres individuos, uno de ellos identificado como un guerrero al conservarse parte del casco.

Este extraordinario hallazgo supone un profundo cambio de paradigma en la interpretación de Tarteso, considerado tradicionalmente como una cultura anicónica por representar la divinidad a través de motivos animales o vegetales, o a través de betilos (piedras sagradas). Por último, el hallazgo no hace sino incidir aún más tanto en la importancia del yacimiento como en la transcendencia de la cultura tartésica en el valle del Guadiana durante sus últimos momentos.

Además del equipo de investigación, a la rueda de prensa han asistido hoy el director del IAM-CSIC, Pedro Mateos; la representante del CSIC en Andalucía y Extremadura, Margarita Paneque; y el alcalde de Guareña (Badajoz), Abel González.

El equipo de Construyendo Tarteso, que comenzó su primera campaña de excavación en 2015, en el yacimiento de Casas del Turuñuelo ubicado en las Vegas Altas del Guadiana, actualmente se encuentra inmerso en la V campaña de excavación. Esta campaña ha recibido el apoyo de la Secretaria General de Ciencia, Tecnología, Innovación y Universidad de la Junta de Extremadura, a través de la concesión de un Fondo FEDER, la Diputación de Badajoz y la Fundación Palarq.

En esta campaña, los trabajos se centran en el sector Este del yacimiento ya que, tras el trabajo realizado en 2022, el objetivo actual es intentar localizar el punto de acceso: la fachada del edificio. Al ser construcciones que siguen un patrón oriental, habitualmente se orientan hacia el este, es decir, hacia la salida del sol. Además, se intenta descubrir si existe una simetría con el patio o si podría existir una puerta que comunicase directamente con dicho espacio.

El yacimiento es singular por muchos aspectos, fundamentalmente, por su excelente estado de conservación. Hasta la fecha, es el edificio construido en tierra mejor conservado del Mediterráneo occidental. Ello se debe, entre otras razones, por conservar sus dos plantas constructivas, es decir, por la posibilidad de caminar tanto por el piso superior como por el inferior.

Su excelente estado de conservación permite documentar técnicas constructivas y soluciones arquitectónicas que hasta la fecha no se habían documentado en un yacimiento tartésico. Un ejemplo es la posible existencia de una bóveda que cubría una de sus estancias principales o el uso del mortero de cal, en este caso, para fabricar los sillares de los peldaños inferiores de la escalera. Sin duda, se trata de un yacimiento singular.

Además de los elementos arquitectónicos, como la conservación de alzados de adobe de hasta cinco metros de altura, es significativo el sacrificio masivo de animales, el más grande que se ha documentado hasta la fecha en el Mediterráneo occidental.

Por otra parte, los materiales que atesora y el estado de conservación de los mismos son excepcionales: la presencia de una escultura de mármol procedente del monte Pentélico, del que solo se tienen los pies, o el conjunto de vidrios de origen macedónico, junto a la colección de marfiles etruscos, evidencian la riqueza cultural y material de este singular enclave.