El 2 de julio de 1965, la revista Life publicó en su portada a toda página una imagen de varios soldados prestando ayuda a un compañero bajo el título «Marine herido evacuado en Vietnam». En Estados Unidos el tema «I Can’t Help Myself», de Four Tops, encabezaba la lista de éxitos. En España los Beatles acababan de llegar a Madrid para actuar en la Plaza de Toros de Las Ventas, y en Extremadura una mujer, Cecilia, se encontraba a punto de parir a su tercer hijo tras la muerte de una niña de apenas unos meses a causa de una meningitis.

Jerónimo, el albañil, trabajaba en el Palacio de Las Cabezas, una imponente residencia palaciega rodeada de alcornoques y encinas construida en 1876 por el primer marqués de Comillas, entonces propiedad de Pilar Güell Martos, condesa de Montagud. Al palacio llegó corriendo su primo José «Camboles» y le advirtió que a Cecilia se la  habían llevado a Cáceres. Entonces se paría en las casas, pero el niño venía atravesado y hubo que llamar a Pedro el taxista y Pedro el practicante para tan arriesgado traslado. Jerónimo, sin un duro en los bolsillos, pidió dinero prestado a José para salir del apuro y emprender camino a la capital.

A la altura de Jaraicejo, en el Puente del Cardenal, la emergencia fue tal que Pedro el taxista se vio obligado a detener el vehículo para que su tocayo intentase colocar al crío dentro del vientre de su madre y así poder llegar a Cáceres. Jerónimo salió de un palacio mientras Cecilia llegaba a otro, el de Godoy, una construcción de estilo renancentista del siglo XVI, convertida en la Casa de la Madre de Cáceres en 1943 por la organización de socorro humanitario Auxilio Social.

Las mujeres que ingresaban en el palacio convertido en hospital procedían de familias de escasos recursos, generalmente esposas de agricultores y obreros. Los sanitarios acomodaron a Cecilia en una de sus 50 camas y le dieron pocas esperanzas de que madre e hijo sobrevivieran; por eso prometió que, de salir ambos adelante, peregrinarían juntos al Real Monasterio de Santa María de Guadalupe.

En aquella estancia de altos techos y blancas paredes había estado antes que ella una mujer de Piornal que dio a luz a un bebé canijo y enjuto. Pero Cecilia no; ella parió el 3 de julio, a eso de las 08:00 de la mañana, un niño de 4,750 kilos de peso que venía criado. Nada más nacer, una mujer atravesó la puerta de la habitación y dijo a la parturienta: «¡Madre mía, cómo ha aumentado este niño»! Y Cecilia la sacó de dudas: «Señora, este niño acaba de nacer».

A la habitación del hospital llegó el padre de la criatura cuando ya tenía nombre, Jerónimo, como él. Así se lo transmitió la madre al personal del centro, que ordenó su inscripción con este nombre en el Registro Civil de Cáceres. Pero el albañil ya había adquirido con el sastre de Jarandilla el compromiso de que apadrinase al niño y le pusiese su nombre. Vuelta al origen, tachón en la inscripción y nuevo nombre para el niño: Isidoro.

Se calcula que en la Casa de la Madre de Cáceres se asistieron 25.000 partos y nacieron vivos 24.000 niños hasta el año 1973. Cecilia ha sido una de las miles de mujeres de la provincia de Cáceres que, pese a no tener recursos económicos, parió en un palacio. Jerónimo fue un albañil que salió de trabajar de un palacio para descubrir una nueva vida en otro.

Estos días hemos visto las máquinas derribando parte de los muros del antiguo hospital, que pronto será un hotel de lujo de la cadena Hilton. Han quedado a la vista del público los ventanales que acogieron un trozo de nuestras vidas. Y vendrán los huéspedes a disfrutar de su estancia sin saber la historia de cada habitación, de cada pasillo, de cada rincón.

Francisco de Godoy fue el hombre más rico de Cáceres en su época. Y yo nací en un palacio del siglo XVI sin ser rico y aún no he decidido dónde voy a morir sin ser pobre.