Es un fenómeno poco estudiado pues exceptuando los accidentes de tráfico no se realizan pruebas de la tasa de alcoholemia en las víctimas de accidentes. No obstante, sabemos que el alcohol es una droga que afecta al sistema nervioso y que convierte en más lentas las funciones del cerebro y desde el comienzo de su ingestión produce desinhibición, euforia, relajación en la percepción de los sentidos y descoordinación motora, entre otros efectos. Por lo tanto, ante una situación de peligro se puede ver atenuada la percepción del riesgo y limitar la capacidad de reacción para evitarlo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que, en el año 2013, el consumo de alcohol y otras drogas causó 200 mil muertes en el tránsito. El alcohol es una droga legal en nuestra sociedad y que goza de una gran permisividad social además de suponer una importante actividad económica.

En una publicación de 2020 del Ministerio español de Sanidad sobre Límites de Consumo de Bajo Riesgo de Alcohol nos aporta la siguiente información:

  • Además de los riesgos para la salud se producen también daños a terceras personas. En España el 27% de las personas conductoras fallecidas por accidente de tráfico en 2018 presentaban una concentración de alcohol en sangre igual o superior a 0,30 g/l.
  • Se aumenta el riesgo de accidentes y lesiones no intencionales debido a alteraciones de la coordinación, del procesamiento cognitivo o del tiempo de reacción; con especial importancia en jóvenes.
  • Conducir bajo los efectos del binge drinking(1) aumenta el riesgo de sufrir accidentes de coche y otras lesiones no intencionales de manera exponencial y proporcional a los niveles de alcoholemia.
  • El consumo de alcohol constituye posiblemente el factor de riesgo más importante de accidente de tráfico y de lesiones asociadas al mismo. El alcohol deteriora la capacidad de conducir un vehículo de forma directamente proporcional a su concentración en sangre, incrementando sensiblemente la susceptibilidad a sufrir un accidente y las lesiones asociadas.
  • Además, agrava las lesiones derivadas del accidente, incrementando la probabilidad de sufrir daños mortales y de padecer secuelas e incapacidades permanentes.
  • La conducción con 0,5 g/l de etanol en sangre supone casi el doble de probabilidad de sufrir un accidente de circulación respecto a la conducción sin ingestión de alcohol, aumentando dicha probabilidad progresivamente a partir de esta concentración.

En la Memoria 2020 Hallazgos toxicológicos en víctimas mortales de accidentes de tráfico” se expone la relación entre el alcohol y los peatones fallecidos en accidentes de tráfico.

  • De los 136 peatones fallecidos por atropello en accidente de tráfico y sometidos a autopsia, 56 (41,2%) arrojaron resultados positivos.
  • El 76,8% de ellos corresponde a varones, frente al 23,2% de mujeres. Por edad, el estudio revela una mayor prevalencia en peatones de 65 años en adelante. Las sustancias más consumidas por los peatones fallecidos han sido el alcohol, seguido muy de cerca por los psicofármacos y, en tercer lugar, las drogas.
  • Destaca, dentro de los fallecidos con resultados positivos en alcohol, la alta tasa de alcoholemia, superior a 1,20 g/l en un 73,3% de los casos.

Un estudio realizado por la Facultad de Medicina de Sao Paulo (Brasil) entre 2018 y 2019, revelaba que el 31,4% de todos los hospitalizados por algún tipo de trauma había consumido sustancias psicoactivas, ofreciendo estos interesantes resultados:

  • Entre los investigados, el 44 por ciento mostró algún patrón de consumo perjudicial de alcohol.
  • Entre los conductores accidentados, el 21 por ciento testeó positivo para alcohol.
  • En cuanto a las hospitalizaciones ocasionadas por caídas, representaron al 32 por ciento de los individuos incluidos en la investigación. Entre estos accidentados, el 29 por ciento había consumido alcohol o drogas ilícitas.

No hay muchos estudios que relacionen los incendios y el alcohol, pero los pocos existentes son suficientemente ilustrativos al respecto.

  • En un análisis de 454 víctimas de incendio en el estado de Maryland (Estados Unidos), el 35% sobrepasaban un NAS del 0,1% (nivel de alcohol en sangre) y en el tramo de edad comprendido entre 30 y 59 años alcanzaba el 70%. Dos tercios de las víctimas eran varones. (Manual de Protección contra incendios de NFPA).
  • En la publicación “Humanity and Fires” de la German Fire Protection Association se recoge un gráfico que muestra el porcentaje de la influencia del alcohol en las muertes por incendios en Rusia. Entre 2001 y 2004 tuvieron una media de 65% en el que el abuso de alcohol tomó parte en las muertes por incendio. Rusia tenía a principios del siglo XXI una tasa de muertes por incendio superior a 100 muertes por millón de habitantes mientras que en España era 5.

Con excepción de los accidentes de tráfico no tenemos datos de la presencia de alcohol en las personas accidentadas. ¿Cuáles serían los resultados si se hiciesen test del nivel de alcohol en sangre a las víctimas de otros accidentes como los incendios, las caídas, las intoxicaciones o los atragantamientos? Creo que nos llevaríamos una sorpresa si se practicase esa prueba a los fallecimientos por ahogamiento. ¿Y qué decir de los accidentes laborales? Tenemos un gran camino por recorrer para progresar en la investigación de accidentes.

Algunos estudios apuntan a que la nueva generación de jóvenes nacidos en este siglo tiene mayor conciencia sobre la salud y se aprecia una tendencia a un menor consumo de alcohol lo que sin duda repercutirá en una menor accidentalidad.


El autor es presidente de OPRA (Observatorio de Prevención de Riesgos y Accidentes)