La sala de arte El Brocense de Cáceres acoge la exposición sobre la obra del artista cacereño Hilario Bravo, bajo el nombre de «Diario de un Chamán». Se trata de una muestra retrospectiva, compuesta por «un conjunto de obras que reflejan las inquietudes que han movido a este autor a lo largo de sus cincuenta años de trayectoria», comenta Fernando Grande Cano, diputado de Cultura y Deportes de la Diputación de Cáceres.

“El autor actúa como un chamán, un sanador, que a través de sus creaciones es capaz de abrir nuevas formas de ver y pensar a un ser humano enfrentado a sus dudas y cuestionamientos”, ha manifestado Grande Cano en relación a la denominación de la exposición.

Tal como explica el propio autor, esta revisión de su obra está agrupada en seis amplios campos de estudio: la Existencia, la Naturaleza, los Trayectos, las Estancias, el Éxtasis y el Destino, que tienen que ver con los estados en los que los antropólogos suelen compendiar las más elementales inquietudes humanas sobre la vida: la seguridad, el sexo y la muerte.

Se trata de una muestra retrospectiva, compuesta por “un conjunto de obras que reflejan las inquietudes que han movido a este autor a lo largo de sus cincuenta años de trayectoria”, y que se han expresado a través de pinturas, dibujos, esculturas, cerámicas, libros de artista y fotografías.

La muestra se completa con un catálogo que recoge una revisión razonada y crítica dela obra del artista desde 1972, “y sirve, por tanto -ha incidido el diputado-, de complemento indispensable a esta conmemoración”, ha explicado el diputado.

Grande Cano ha querido dar las gracias al artista por su trabajo, “gracias por estos 50 años a lo largo de los cuales nos han enseñado a ver el arte de otra forma, porque la figura de Hilario nos ayuda a ver de otra manera el arte contemporáneo, a poder interpretarlo, a poder entenderlo”.

«Diario de un Chamán» podrá visitarse hasta el 15 de octubre en horario, de martes a sábado de 11 a 14 horas y de 18 a 21 horas.

La trayectoria de Hilario Bravo (Cáceres, 1955) se caracteriza por la búsqueda constante de nuevas fórmulas plásticas. En la década de los ochenta, la tradición del grabado alemán y su recuperación del arte primitivo provocan un fuerte impacto en el espíritu creador de Bravo. Sus estudios en los museos europeos sobre las culturas de los Mares del Sur, africanas y orientales crean en él, igualmente, una impresión de interés creciente y progresivo hacia otras culturas.

Su pintura no puede clasificarse dentro de la línea figurativa, ni tampoco, a pesar de su sencillez y simplicidad plástica, dentro del abstraccionismo de corte minimalista, más bien su obra podría calificarse como pintura de signos, de símbolos y gestos poéticos.

Ha participado en exposiciones por toda España y también en Europa, Estados Unidos, Israel o México. Sus obras pueden admirarse en colecciones como las del Banco de España, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Asuntos Exteriores o la Fundación Colegio del Rey, Junta de Extremadura y Diputación Provincial de Cáceres.

Entre sus diversos reconocimientos hay que destacar el Premio Extremadura a la Creación (1998), el Premio Nacional del Grabado Español (1999), la obtención de una beca en la Real Academia Española de Bella Artes en Roma (1995) y el haber sido merecedor en varias ocasiones de las Ayudas a los artistas visuales de la Junta de Extremadura.

Su obra, además, ha sido objeto de análisis de críticos y estudiosos como Miguel Cereceda, Juan Manuel Bonet, Fernando Castro Florez, Juan Antonio Alvárez Reyes, Moisés Bazan o Javier Cano.