Considero, viendo las cosas desde fuera y desde la perspectiva de un ciudadano de la calle, que lo que ha hecho Fernando Pizarro, retirando su candidatura a presidente del PP de Extremadura, es lo más sensato. Pues, de perder, se tendría que haber ido a su casa y no podría liderar la candidatura, de nuevo, a la Alcaldía de Plasencia.
Y, en lo de perder, tenía muchas papeletas; por lo menos así se ve desde fuera del partido. Y más no contando con el apoyo de ninguna de las estructuras provinciales como así se ha trasladado por la prensa de boca de sus respectivos responsables provinciales.
La situación en Extremadura es diferente a la de Madrid. Ayuso cuenta, y contaba antes del congreso de Madrid, con un electorado altamente movilizado y consciente de lo que quiere. La concentración espontánea delante de la sede de Génova y que desencadenó la dimisión de Casado lo dice todo.
En Extremadura no se percibe una diferencia de proyectos entre los candidatos como si se percibía en Madrid. Ayuso representa un proyecto de eficaz gestión económica y desarrollo empresarial sin precedentes, que hasta Casado decía que era su referente, con la elección de un equipo de los mejores sin clientelismo amiguista.
La denominada batalla cultural e ideológica de Ayuso es consecuencia de esta base de eficaz gestión económica y desarrollo sin precedentes del tejido empresarial de Madrid y no al revés.
Juanma Moreno ha entendido esto también, pero sus dudas a la hora de liderar el discurso cultural e ideológico van a llevar a muchos ciudadanos a votar por Vox en Andalucía para completar esa falta de discurso cultural e ideológico (pragmático) que parece, al menos desde fuera, le falta al PP.
Pienso que es necesario abrir un proceso, como el iniciado por el PP de la Comunidad de Madrid, para hablar con la sociedad y así conformar una alternativa fuerte y con capacidad de ganar en las urnas al sanchismo, también en Extremadura; ayudando, de esta manera al PSOE a que vuelva a la senda constitucionalista.
