El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) ha desestimado el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia de la Audiencia de Badajoz que el pasado enero fijaba una pena de siete años y medio de prisión para un hombre juzgado por tratar de disparar a dos policías nacionales tras arrebatarle el arma a uno de ellos en el interior de la comisaría de Badajoz, hechos ocurridos en octubre de 2018.

La sentencia del alto tribunal extremeño, a la que ha tenido acceso Efe, ratifica que la utilización y uso que hizo el acusado del arma, la escasa distancia con la cual encañonó o haber accionado en varias ocasiones el gatillo justifica “de manera lógica y concluyente la inferencia de la intención de matar”.

Según el TSJEx, “es obvio que el recurrente sabía que los agentes se encontraban en el ejercicio de sus funciones y que apuntarles constituye un acto de agresión”.

En cuanto a la eximente alegada por consumo de alcohol y otras sustancias durante los hechos, “el tribunal (la Audiencia provincial) razona que es posible y hasta probable que el acusado se encontrara bajo los efectos de una severa alteración derivada de la ingesta de varias sustancias, pero tal posibilidad no alcanza el grado de certeza requerido en una prueba pericial”.

La Audiencia pacense condenaba al acusado por estos hechos como autor de un delito de atentado a agente de la autoridad, con uso de instrumento peligroso, en concurso ideal con dos delitos en grado de tentativa.

A su vez se le condenaba a indemnizar a los agentes con una suma total que supera los 15.000 euros en concepto de responsabilidad civil.

La sentencia del órgano provincial consideró probado que el hombre, estando en los calabozos tras haber sido detenido denunciado por un robo en un establecimiento de hostelería, agarró un banco de hierro donde estaba sentado para intentar golpear a uno de los agentes, y mientras éste y otro compañero intentaban reducirlo empujó contra la pared a uno de ellos y le arrebató la pistola de su funda.

El hombre apretó el gatillo varias veces, aunque la pistola se hallaba sin cargador y sin bala en la recámara, dato “desconocido” por el agresor.