Con la llegada de la guerra de Ucrania, la Unión Europea (UE) dio luz verde a cultivar las hectáreas de barbecho en España para poder apostar por el girasol y reducir la dependencia de este país, sin embargo no se prevé un «boom» de nuevas hectáreas de este cultivo a corto plazo en Extremadura.

El máximo responsable de La Unión Extremadura, Luis Cortés, ha dicho a Efe que a fecha de hoy no se dan las condiciones para prever un elevado crecimiento de esta oleaginosa en la región en el escenario de aquí a dos años.

El aumento de los costes de producción y la ausencia de agua en las zonas donde, en principio, más podría expandirse este cultivo, como por ejemplo en torno al embalse de Orellana, no hacen vaticinar un aumento de hectáreas de cultivo de girasol.

El máximo responsable de la organización agraria considera que a corto plazo “se sembrará algo más de girasol” en la región, pero “con los actuales precios y los costes de producción los agricultores se lo pensarán mucho antes de sembrar un cultivo que, con un riego escaso, lleve a una producción que no compense ni de lejos los costes”.

A su juicio, en el entorno actual de subidas de los costes de producción “es muy difícil que los agricultores muevan ficha” para acometer cambios arriesgados en el campo.

Por su parte, el presidente de Asaja Extremadura, Angel García Blanco, ha manifestado que el mejor ejemplo de esta circunstancia es que “de cara a este año los girasoles deberían haber estado ya sembrados, y no se ha hecho”.

Otra de las circunstancias que influye en esta apuesta es la variada fauna que dispone la comunidad, especialmente en el caso del amplio número de especies de aves existentes, para las cuales la semilla de girasol es muy preciada.

No en vano, para los cultivadores de las principales zonas productoras del planeta las pérdidas causadas por las aves en un campo de girasoles pueden ser considerables en un corto periodo de tiempo, lo que obliga a importantes inversiones.

Con la llegada de la guerra de Ucrania, los agricultores europeos solicitaron a la UE poder cultivar las tierras de barbecho, así como recibir ayudas en medio del alza de los precios de los fertilizantes, para reemplazar así las grandes cantidades de trigo o girasol, entre otros, en riesgo de perderse como consecuencia del conflicto bélico.