Las consultas relacionadas con la alimentación han aumentado en Extremadura en los últimos meses como consecuencia de los malos hábitos adquiridos durante la mayor permanencia en casa debido a la pandemia.

La presidenta de la Asociación de Dietistas Nutricionistas de Extremadura, Mónica Pérez, ha explicado a Efe que “no sería descabellado afirmar que las consultas se han doblado» en relación a antes de la covid debido a estas problemáticas.

Los confinamientos, tanto el acontecido en el estado de alarma como los posteriores por contraer el coronavirus o ser contacto estrecho, han provocado en muchos casos una “ansiedad” que en múltiples ocasiones se buscaba compensar con la ingesta de comida a través de productos poco saludables.

Unos hábitos de los que después no es fácil salir, principalmente porque “conllevan aumentos de peso que, a su vez, contribuyen a deteriorar aún más la autoestima”.

El sedentarismo incentivado al pasar más tiempo en casa tampoco ha ayudado a la hora de escapar de estos hábitos tras dos años de pandemia.

Todo ello se engloba en el denominado “hambre emocional”, que como explica la experta, “no se llega a saciar nunca” pese a que se coman amplias cantidades de comida.

Una situación que ni tan siquiera se reduce por el aumento actual de los precios, pues cuando se sufren este tipo de conductas el ciudadano “se olvida de todo”, añadiéndose en este caso un problema más, un aumento del gasto que a su vez afecta al bolsillo.

Los expertos también alertan de los hábitos por los cuales se prioriza ingerir pocas comidas durante el día pero con alimentación contundente, en detrimento de comer cada cierto número de horas pero de manera frugal y saludable.

Esta tendencia es especialmente preocupante a la hora de la cena, donde el ciudadano se olvida que a esas horas de la jornada el cuerpo está más relajado y descansado, por lo cual la ingesta “debería ser la más ligera”.

Como ha indicado, todos estos trastornos obligan a un tratamiento multidisciplinar, en el que tan importante es el compromiso físico como el mental, de ahí que un abordaje conjunto donde se trate nutrición y psicología sea lo más conveniente.