Ahora ya no es un sueño, María Luisa. ¡Tantas fechas fijadas desde hace más de veinte años para tu boda y sin desposarte…! Al fin, ya la tienes: el 2 de julio acogerás en tu lecho a Aristófanes; después serás Penélope, Antígona y Numancia, y “Las bingueras de Eurípides” despedirán tu larga tornaboda el 30 de julio. ¡Tantos años reconociéndonos sin conocernos!, como un sueño inacabado que no se hiciere nunca realidad. Promesas de amor incumplidas, peticiones de mano no satisfechas…, tus novios todos dándote largas, olvidándose de ti; atado con cadenas el acceso a tu puerta, sin poder darte la mano ni besarte, menos aún oficializar la petición.

En el centro de la ciudad antigua, tu belleza de años marchitándose desde 1989, en que la Junta cedió tu mano al ayuntamiento por 99 años. Décadas sin cine ni teatro en la ciudad antigua. Nada podías darnos, querida; nada sin decirnos, una eternid esperándote, como Penélope a Ulises.  Solo pervivía el nombre de tu mecenas, María Luisa Grajera, quien no te dio su nombre, sino el de la infanta de España María Luisa de Borbón (Madrid, 1832; Sevilla, 1897), hija de Fernando VIII de España y de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, nacida en el Palacio Real de Madrid, bautizada en el Real Sitio de Aranjuez, casada con Antonio de Orleans, duque de Montpensier, cuyo palacio diste a Sevilla (hoy de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía) y pusieron tu nombre al parque así conocido, con una estatua del cacereño Enrique Pérez Comendador (Hervás, Cáceres, 1900; Madrid, 1981).

Te he escrito tantas veces, corazón, que he perdido la cuenta en la larga espera: el 15/08/2015 te escribí la primera carta: “Esperando a María Luisa… en el Teatro-Cine”: el 17/06/2016, “No tardes más, María Luisa”; el 27/12/2017, “Siempre te esperaré, María Luisa”. El 13 de noviembre de ese año vi en el BOE el anuncio de licitación de las obras de tu rehabilitación por el Ministerio de Fomento, con un plazo de ejecución y entrega de veinte meses…. Desde 1989 esperándote; desde 2017, muchos más que veinte meses.

Ha llegado, al fin, la hora de los desposorios; el interior, el exterior y la fachada, remozados; tu ajuar de novia, dispuesto; las nupcias a la espera. Eres la novedad del LXVII Festival de Teatro Clásico de la era moderna, junto al Teatro Romano, Cáparra, Medellín y Regina. “¡Que salga Aristófanes”, de Els Joglars, será tu estreno; “Penélope” del Ballet de Murcia; “Antígona”, de Sófocles, por la compañía portuguesa Chapitô ; y “Las bingueras” de Eurípides, de “Las Niñas de Cádiz”…, los siguientes.

No eras tú, María Luisa, cielo, un teatro más de Mérida. En los años veinte, antes de que abrieras tus puertas, había en la ciudad seis salas de cine: Ponce de León, Liceo, Artesanos y Cinema Moderno y, en verano, el Ideal y el Victoria. En 1971 todavía había nueve salas. El 15 de julio de 1988 se proyectó tu última película: Kundun, de Martin Scorsese. Los cines de verano e invierno fueron cerrándose. Mérida parecía bastarse con el Teatro Romano; pero no podía cerrarse una etapa de setenta años así como así. Los artistas y amantes del teatro Ateneo Libertario de Mérida publicaron en el Día Mundial del Teatro 2011 una esquela en octavilla que decía: “Con motivo de la rehabilitación del teatro que lleva mi nombre, he decidido descansar en paz y ceder mi nombre a Margarita Xirgu, más joven y teatrera que yo. Rogamos un aplauso para ellas” (Véase José Caballero Rodríguez, en “Historia gráfica del cine en Mérida (1898-1998)”, Editora Regional de Extremadura). No importa ya. Antes Cine Navia, después el nunca olvidado Teatro-Cine María Luisa; ahora ya, y para siempre, Teatro María Luisa. No ha muerto tu nombre, amor. Seguías viva en el corazón de muchos emeritenses que jamás te olvidaron, como a tu fundadora, María Luisa Grajera, como a la infanta de España que te dio su nombre.

Ningún taxista podrá decirme ya que “está cerrado”, cuando hace años le pedí a uno que me llevara hacia ti, a la salida del ferial, junto al río. “Ya lo sé, señor, pero tengo estacionado allí mi coche.” Y él me respondió: ¡Ah, usted disculpe, caballero…” Antes de que se abran tus puertas para el estreno volveré a verte, cariño, apego, ternura, pasión, adoración, querencia, afecto, predilección por ti, como por el Teatro Romano cuando lo vi por vez primera a los 15 años…; como en la canción del Dúo Dinámico “Quince años tiene mi amor”: “Si le doy mi mano ella la acariciará/si le doy un beso ya sabe lo que es soñar…” Soñamos demasiado, amor, por ti; pero despertamos, al fin, a comienzos de verano e iremos a tu boda para compartir con tantos la larga espera de Penélope por ti; como en la canción de Serrat: “Adiós, amor mío,/ no me llores/ antes que/ los sauces caigan las hojas…/ Piensa en mí/ volveré a por ti…”, veinte años esperando, como Ulises, por volver a verte, delicia de tu nueva luz…