La percusión trona, las calles vibran al son de los bailes y los trajes brillan en una soleada jornada dominical en la que se celebra el gran desfile de comparsas, artefactos y grupos menores del Carnaval de Badajoz, un ambiente festivo que traspasará las fronteras de España gracias a su reciente declaración como Fiesta de Interés Turístico Internacional.

La pandemia por el Covid-19 ha dado un respiro para que este homenaje a Don Carnal, tan representativo de la ciudad pacense, se vuelva a realizar con la normalidad habitual, después de que en 2020 no se llevase a cabo, aunque ha privado a algunas agrupaciones de su disfrute.

Aun así, 45 comparsas, 11 grupos menores y 27 artefactos, con alrededor de 6.000 participantes, buscarán alzarse con alguno de los cinco premios, accésits o galardones al estandarte fijo y móvil.

Eso sí, siempre con la finalidad de hacer el mejor desfile posible y transmitir a los ciudadanos la energía y alegría del trabajo y esfuerzo al que han dedicado tantos meses.

A las 12:00 horas ha dado comienzo este evento, uno de los platos fuertes del Carnaval, y la avenida Santa Marina, la calle Enrique Segura Otaño, la avenida de Europa y la Plaza Dragones Hernán Cortés se han llenado de gente para sentir en primera persona el retumbar de la música y contagiarse con las vistosas coreografías.

La espectacularidad del gran desfile reside en la originalidad de las agrupaciones hasta el más mínimo detalle.

Uno de los elementos más importantes son los trajes y dentro de ellos el gorro tiene un protagonismo especial, habitualmente plagado de colores llamativos. Estos se hacen con todo tipo de materiales, algunos reciclados, plumas, tachuelas y todo lo que se pueda imaginar, incluso huesos de pollo.

La coreografía es otro de los pilares del desfile: el ritmo, la formación y los pasos que tienen que marcar los participantes durante el recorrido, que puede llegar a tener una hora de duración para cada agrupación.

Todo ello acompañado de la música, que se suele situar por detrás de los bailarines, con su propio carro en el que van acoplados los tambores, los bombos, los xilófonos, los tubos de pvc reciclado, las trompetas, los platos y demás instrumentos.

Elementos que se unen bajo una misma temática. Así, se ha podido disfrutar de los zombis de “Thriller” de Michael Jackson con la comparsa Caribe, una de las veteranas del Carnaval; pasando por homenajes al colectivo LGTBI, con los colores del arcoíris; guiños a México; la cultura cíngara; o el estilo musical del rock, entre otras.

La mayoría de las comparsas son de Badajoz pero participan otras muchas procedentes de Villafranco del Guadiana, Olivenza, Guadiana, Alconchel, Talavera la Real, La Albuera, Pueblonuevo del Guadiana, Quintana de la Serena, Montijo, Don Benito, Aceuchal, Barbaño, La Garrovilla, Gévora, Valdelacalzada, Barcarrota, Puebla de la Calzada, Valdebótoa, Mérida, Torremejía y Alange.

Las más grandes superan los 200 integrantes, mientras que las más pequeñas están compuestas por 33, 40 o 50 personas.

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha tenido también cabida en el desfile y algunos de los participantes han mostrado la bandera ucraniana con un crespón negro.

El Carnaval de Badajoz, que ya se celebraba en el siglo XVIII, se celebra este año del 25 de febrero al 1 de marzo con un alto porcentaje de ocupación en las plazas hoteleras, lleno para el fin de semana.

Ya se han llevado a cabo el desfile de comparsas infantil y el Concurso Oficial de Murgas, que ha tenido como ganador a «Este concurso lo vamos a ganar», y el próximo martes, día 1, concluirá esta edición con el «Entierro de la sardina» en la barriada de San Roque.

El trabajo de todo el año, sin embargo, no acaba con la festividad pacense y las comparsas participarán en convivencias en pueblos de la región durante las próximas semanas.

La reciente declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional abre al Carnaval de Badajoz un camino de proyección que difundirá su espacio festivo más allá de una ciudad, de una región y de un país.

Recuperado por agrupaciones locales en 1980, dio su primer paso en 1996 con la consecución del reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Regional, continuó con la obtención de Interés Nacional en 2011 y ahora sube al Olimpo con el sello de internacional.