En el año 1997 Antonio Cáceres organizó su primera montería. Quería quedar bien con sus compañeros de caza y convertirlo en un evento especial. Su intención era que los cazadores lo pasaran bien y, sobre todo, que comieran como mandan los cánones. De esto hace un cuarto de siglo.

Pero como en toda montería hay que tener presente varias cuestiones esenciales: la seriedad en la organización, la seguridad de los participantes y disponer de un lugar en el que reunirse para dar a conocer las normas, sortear los puestos, comer las migas y disfrutar del cocido que sirve de punto de encuentro para contar las anécdotas de la jornada.

«Estaba claro que si a los cazadores les gustaba esa primera vez, habría muchas más, y después de 25 años muchos han repetido», asegura este organizador de monterías que desde el primer momento confió en Bar Ovni, de Peraleda de San Román, para el ágape previo y posterior a la caza.

«Quien siempre está dando atención y el mejor servicio es Tere, que se encuentra al frente del negocio, y juntos hemos hecho una ruta que nos ha durado muchos años, ella en sus fogones y yo dando las monterías», recuerda.

Antonio Cáceres reconoce que en sus inicios nunca pensó que «este viaje» les llevaría hasta el día de hoy. Es cierto que son más viejos, pero también más sabios, y a tenor de los resultados obtenidos han sabido hacer las cosas con mucho cariño, pues después de dos décadas y media decenas de cazadores siguen fieles a las monterías de su organizador y a las migas y los cocidos de Bar Ovni.

Por este motivo, el pasado fin de semana fue especial y Antonio organizó un sencillo homenaje a Tere, la mujer que lleva 25 años tras los fogones montería tras montería, saciando el hambre de los participantes. Los monteros han rendido homenaje a la propietaria como muestra de agradecimiento a tantos años de dedicación. Porque Antonio Cáceres tiene intención de continuar organizando monterías muchos años más. Y Tere estará en la cocina alegrando la jornada a los que han obtenido como recompensa su mejor trofeo y animando a los que no tuvieron tanta suerte; pero siempre con un buen plato de migas y un cocido.