Extremadura padeció, durante la primera ola de la pandemia de la Covid-19, un colapso hospitalario a pesar de tener una de las tasas de camas hospitalarias por 1.000 habitantes más altas de España. Con una Atención Primaria que estuvo totalmente desbordada y cuya actividad normal aún no se ha recuperado.

La respuesta del dispositivo de Salud Pública gestionado por el vicepresidente segundo de la Junta de Extremadura y consejero de Sanidad y Servicios Sociales, José María Vergeles, fue absolutamente deficiente y lamentable, en gran parte por la ausencia de efectivos. Siendo las residencias, en especial la Residencia Asistida de Mayores El Cuartillo de Cáceres, uno de los focos más importantes de la pandemia en Extremadura; tanto por el número de trabajadores contagiados como de residentes, «en la Asistida llegó a infectarse casi el 80% de los usuarios; concretamente 251 de los 320 que vivían cuando empezó la crisis sanitaria» (https://bit.ly/2ARVUq4), como por el elevado número de mayores fallecidos, más de 100, «se ha registrado la muerte de más de un centenar de mayores por el coronavirus» (https://bit.ly/3gmG1YW).

Las contrataciones de personal de refuerzo fueron insignificantes y la carencia de material sanitario de protección fue constante, generalizada y muy importante desde el principio, como así reconoció en prensa el director gerente del SEPAD, José Vicente Granado, afirmando «que en la residencia Asistida de Cáceres hubo falta de protocolo y conocimiento al principio. También de materiales de protección» (https://bit.ly/2BmP0cE) y, en la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales de la Asamblea, Granado volvió a constatar esta realidad cuando reconoció «que al inicio no existía un plan de contingencia y que ha sido la propia crisis la que obligó a tomar las medidas, muchas veces «forzadas y sobre la marcha»» (https://bit.ly/2AlGVoj). Y hasta el mismo consejero de Sanidad y Servicios Sociales de Extremadura lo terminó confesando como así confirman sus declaraciones: «Mandamos a luchar a nuestros profesionales probablemente con menos materiales de protección individual de los que establecían los protocolos» (https://bit.ly/2ZaVAek). Estas declaraciones del Consejero de Sanidad y Servicios Sociales indican claramente cuál es el origen del contagio y muerte de nuestros seres queridos (https://bit.ly/2ZbNnGM). Situación que se mantuvo hasta fases muy avanzadas de la pandemia.

Aún resuenan en nuestra memoria las declaraciones del Alcalde de Cáceres, Luis Salaya: «Está claro que algo se ha hecho mal, principalmente en la Asistida. Ha habido fallos y hay una investigación abierta». «Sigo sin tener claro lo que ha pasado en la Asistida», «pero sin duda se han cometido errores y algo ha pasado para que fuera imposible frenar los contagios durante tantos días» (https://bit.ly/3foj1aC).

Por todo ello se puede certificar que la gestión de la pandemia en Extremadura se puede definir de lamentable, una gestión que ha sido un auténtico desastre y que ha colocado a Extremadura como la segunda comunidad, tras Aragón, con el mayor porcentaje de fallecidos en residencias de mayores, un 85,2 % (https://bit.ly/31HbMqm). Desastre que a la perfección resume un vídeo que circula por las redes sociales del consejero Vergeles y su cambio de criterio con respectos a las mascarillas (https://youtu.be/WJ2zdRhyKF0).