Una empresa española comunica que trabaja para empresas con el siguiente principio:

“Un modelo, que funciona como las neuronas”, “Imita a las neuronas para predecir el comportamiento del consumidor”.

Dejo a los lectores sacar conclusiones sobre dicha oferta después de leer lo que sigue a continuación:

El cerebro es muy diferente a una inteligencia artificial.

La comunicación está a cargo de las neuronas a través de las sinapsis neuronales que difieren ampliamente en cuanto al tamaño del contacto sináptico, la identidad del neurotransmisor, la naturaleza de los receptores postsinápticos, la eficiencia de la transmisión, el mecanismo usado para finalizar la acción del transmisor, el grado y los modos de la plasticidad sináptica y el reciclaje del mismo una vez cumplida su misión.

La estructura receptora de los neurotransmisores está compuesta por treinta proteínas con funciones diversas para cada una. A todo esto, hay que incluir cien neurotransmisores, moduladores, excitadores y frenadores, y 50 proteínas pequeñas, neuropéptidos.

Un automóvil puede ser hasta autónomo y sofisticado, pero sin combustible no va a ningún lado. El cerebro tiene cerca de doscientas modalidades de combustibles, muchos producen un efecto u otro  dependiendo de la puerta por la que entran. Podemos afirmar que el cerebro funciona con la contribución de todas sus estructuras, incluso la meninge aracnoide, que es como el tubo de escape de residuos tóxicos, que gestiona parte el sistema inmunitario y de la protección mecánica; también  suministra un tipo de grasa que va a intervenir en el flujo de nutrientes.

Estamos hablando de un cerebro químico, de fluidos y hormonas que no llegaremos a entender con detalle el efecto, el proceder y el sentido de sus acciones.  No entraremos en el cerebro eléctrico de conexión instantánea sin modificación del emisor ni del receptor, como ocurre en cada acción del cerebro químico.

Pero las neuronas forman un todo mediante sus colaboradoras, auxiliares, las células gliales, que constituyen el doble que las neuronas.

“Las sinapsis neuronales difieren ampliamente en cuanto al tamaño del contacto sináptico, la identidad del neurotransmisor, la naturaleza de los receptores postsinápticos, la eficiencia de la transmisión sináptica, el mecanismo usado para finalizar la acción del transmisor y el grado y los modos de la plasticidad sináptica. De este modo, las propiedades de las sinapsis neuronales pueden sintonizarse para lograr los miles de resultados que permiten nuestra vida mental y metabólica”. Boron, Walter F. Fisiología médica

Pero la cosa se complica porque cada neurona tiene diversas variantes de entradas para esas sustancias transmisoras. La dopamina, tiene cinco clases de puertas de entrada que producirán otras tantas respuestas diferentes. Este neurotransmisor y el resto de las sustancias que constituyen el cerebro químico, añaden una complejidad muy lejos de creer que el cerebro funciona como redes.

Las funciones sensoriales, motoras y cognitivas que requieren conexiones y operaciones como conciliar el sueño, despertarse, prestar atención o variar el estado de ánimo, pensar, actividades motoras finas, influir en el sistema digestivo, crear, imaginar y regular nuestro sistema metabólico, constituyen un pozo sin fondo a comprender en años futuros, pues dependen casi en exclusiva de esta laguna química, de este cerebro químico.

Miles de funciones derivadas de los sistemas neuromoduladores que tienen su sede en un cerebro antiquísimo, el tronco encefálico. Mediante redes difusas y su producción de dopamina, serotonina, noradrenalina, estaremos motivados, alegres o tristes, despiertos o aletargados, modularán nuestra vida sobre la tierra.

No podemos seguir creyendo en la comunicación neurona a neurona y luego redes de neuronas y que sean la inteligencia humana y el fundamento del cerebro, porque existe un desempeño fuera de redes y de conexiones directas entre neuronas.

Neurona a neurona sí, pero si incluimos el micro entorno neuronal, la unidad comunicacional: el líquido extracelular en el que “nadan”(LECC) los capilares arteriales, las células gliales y las neuronas adyacentes de las que en ese momento se supone que han entrado en acción (entre otros factores que hacen posible el trabajo del cerebro).

También fuera de la acción neurona a neurona existen las concentraciones de solutos en el líquido entre neuronas (LECC) que fluctúan con la actividad neuronal y, al contrario, los cambios en la composición del mismo pueden influir en el comportamiento de la célula nerviosa.

Las sinapsis establecidas liberan moléculas del transmisor hacia su líquido extracelular, de manera que llegue a muchas neuronas en lugar de confinarse a la vecindad de una sola hendidura sináptica, o sea, nada de aquello de neurona a neurona.

Las células gliales, que no son neuronas constituyen el doble que aquellas, tienen también receptores, ventanas, para neurotransmisores como las mismas neuronas, reciben neurotransmisores desde fuera de las sinapsis y procesan mensajes recibidos desde el líquido  que está dentro en las cavidades del cráneo;  el líquido cefaloraquídeo, LECC. Son un componente de las transmisiones

Por tanto, todas trabajan en un ambiente químico sin conexión física entre ellas, mediante el “intermediario”, liquido cefalorraquídeo. Liquido que contribuye a la modulación a largo del funcionar  cerebral total. Diríamos que el mismo es un factor en nuestro carácter y demás cualidades personales mediante esta acción a largo plazo, que interviene en el apetito, en la apetencia de determinados nutrientes y otras funciones.

Y, por si fuera poco, fuera de redes y sinapsis, hemos de contar como parte del sistema cerebral, con la flora intestinal influyendo en nuestra mente y comportamiento; lo mismo podemos decir del sistema muscular, mediante la irisina que va a favorecer los resultados del hipocampo, centro de la memoria de trabajo y el aprender, con la mejora del estado de ánimo y la capacidad de concentración. ¿Dónde están las redes?

No quiero abrumarles pero también el riñón, el estómago, el hígado y el páncreas cuentan como participantes en la orquesta cerebral, mediante sustancias que pasan al cráneo.


Fuente original: Proa Comunicación