La campaña “Comercio local: calidad al pie de casa” puesta en marcha por el Ayuntamiento de Torrejoncillo sigue desarrollándose para  dinamizar el comercio local y evitar que los ciudadanos se decanten por las plataformas de venta en internet para hacer sus compras.

El consistorio insiste en que Torrejoncillo y su pedanía de Valdencín disponen de numerosos establecimientos que ofrecen productos de primera calidad a precios competitivos. Incluso, son varios los negocios en los que se ofrecen productos artesanos que gozan de gran prestigio en el mercado nacional e incluso internacional.

La iniciativa de impulso del comercio local no olvida las manos artesanas que siguen creando piezas de joyería y objetos artesanos de cerámica que son conocidos dentro y fueras de las fronteras regionales. «Lo he comprado en los talleres artesanos locales, que además tienen una tradición de varias generaciones. En Torrejoncillo y Valdencín… yo no espero a que me lo lleven porque lo tengo todo…al pie de casa», es otro de los argumentos que expone la iniciativa para que los ciudadanos apuesten por el comercio más cercano y los productos de la zona.

En el año 2016 se aprobó por Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura la declaración de Torrejoncillo como Área de Interés Artesanal, de acuerdo con lo previsto en la Ley de Artesanía de Extremadura, en la que se prevé la protección de aquellas comarcas o áreas geográficas que se distingan por su artesanado «activo y homogéneo» o sean «de especial interés artesano» por razones culturales y socioeconómicas.

La actividad por la que se conoce a Torrejoncillo desde el siglo XVI y que fue motor de su desarrollo es la artesanía, alcanzando su mayor auge a finales del siglo XVIII, época en la que existió una floreciente industria textil, especializada en la elaboración de mantas, paños, sombreros; así como una cualificada artesanía alfarera, de calzado y orfebrería, destacando por la calidad y cotización de sus productos.

Esto  propició el aumento de la población y el despegue económico del municipio (llegó a ser el lugar más poblado de la Alta Extremadura, después de Plasencia). Se convirtió así en uno de los centros industrial-artesano más importantes de la zona, que apoyándose en la Aceña del Duque, hizo competencia con sus paños en cualquier lugar o feria (especialmente en la de Medina) a Plasencia, Béjar, e incluso a los paños que venían de Barcelona.

Por aquellos años, la pujanza industrial y artesanal absorbía más de las tres cuartas partes de la población, agrupada en diversas asociaciones asentadas en lo que se denominó Casa del Pueblo.

Tal pujanza de industria y artesanía agrupadas en gremios llegó hasta la década de los sesenta, momento en que prácticamente desaparecieron, quedando reducidas hoy, como a modo testimonial de lo que fueron, a unos pocos artesanos dedicados fundamentalmente a la Alfarería, Orfebrería, Zapatería Artesanal y Guarnicionería.