La vacuna de AstraZeneca que se ha administrado a 14.395 extremeños se encuentra en el punto de mira por mucho que las autoridades sanitarias se hayan empeñado en limpiar su imagen después de que la práctica totalidad de países de la Unión Europea decidiera suspender su inoculación. El pasado lunes LA MAÑANA de Radio Interior, consciente de que el asunto tenía que explotar, se interesó por la situación de la vacuna en esta región y obtuvo la siguiente respuesta de la Junta de Extremadura: «No tenemos previsto suspender la administración siguiendo las indicaciones de la EMA», la Agencia Europea del Medicamento. Eran las 09.03 de la mañana.

Apenas unas horas más tarde, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, del que forman parte el ministerio y las 17 comunidades autónomas, convocó una reunión de urgencia en la que demostró su fragilidad y falta de criterio cuando decidió suspender la administración de la vacuna solo horas después de que hiciera lo propio Alemania, y días antes numerosos países más. El Ministerio de Sanidad justificó la decisión indicando que «a lo largo del sábado y domingo pasados y durante el día de hoy -lunes, día 15-, se han recibido algunas notificaciones de trombosis venosa cerebral que es necesario estudiar más a fondo, ya que son muy poco frecuentes en la población general». Eran las 18.30 horas y el Ejecutivo regional tuvo que dar marcha atrás y desdecirse sobre lo que había afirmado con rotundidad.

A las puertas del fin de semana hemos conocido que la EMA se ha mantenido firme en su postura, que ya había dado a conocer el 12 de marzo, cuando explicó que no hay evidencias de que la administración de la vacuna frente a la Covid-19 de Oxford/AstraZeneca haya sido la causa de los acontecimientos tromboembólicos que han motivado medidas cautelares en algunos países de la Unión Europea de forma preventiva. Asegura la agencia europea que «las alteraciones de coagulación y, entre ellos, los acontecimientos tromboembólicos, no se han establecido como una posible reacción adversa de esta vacuna y no figuran como tal en la ficha técnica del medicamento».

La firmeza de la EMA contrasta con la poca credibilidad del Consejo Interterritorial de Salud, cuyas decisiones han levantado no pocas sospechas entre los ciudadanos. En primer lugar manifestó que las reacciones adversas aparecidas en personas a las que se le ha administrado la vacuna debían estudiarse «más a fondo», algo que no se ha podido hacer por falta de tiempo material de tiempo desde el jueves por la tarde. En segundo lugar anunció que la administración de la vacuna quedaba suspendida durante dos semanas, pero ya ha dado a conocer que se reanudará en unos días. En tercer lugar ha levantado tantas suspicacias como desconfianza el hecho de que se espere hasta el miércoles para reanudar el proceso de vacunación, algo que la ciudadanía ha interpretado como un paréntesis para ver si surgen nuevos casos sospechosos. Y por si fuera poco, se encuentra en fase de estudio modificar el protocolo de vacunación para eliminar de la lista de AstraZeneca a las mujeres jóvenes y de edad media por considerar que tienen más riesgo de padecer acontecimientos tromboembólicos.

Tanto la Agencia Europea del Medicamento como el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas se lo han puesto fácil a quienes rechazan la vacuna al afirmar que «los beneficios continúan superando los riesgos»; es decir, que haberlos, los hay, como en cualquier medicamento. Sin embargo la errónea comunicación de los acontecimientos surgidos, la precipitación a la hora de adoptar las decisiones y la ausencia de un criterio común no son sino un patinazo más de quienes tienen en sus manos la salud de todos los ciudadanos.

El pasado 13 de enero se levantó una fuerte polvareda periodística cuando el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, justificó el lento ritmo de vacunación contra la Covid-19 por una cuestión de prudencia. «Esta vacuna se ha aprobado en un tiempo excepcionalmente corto y era necesario mantener la prudencia para ver cómo reaccionaban los primeros vacunados», dijo textualmente. A ver si resulta ahora que Fernández Vara tenía razón.